pamplona. En la foto, el muchacho tiene 13 años. Está tomada en 2006, cuando el club rojillo puso en marcha la Escuela de Fútbol Osasuna-San Antonio en la localidad nicaragüense de Ciudad Darío, de la que fue uno de sus sesenta primeros alumnos. Un proyecto pionero en aquel país de la mano de un equipo de Primera División y que con el tiempo ha ido ganando volumen, contenido y, en paralelo, número de beneficiados.
Siete años después, alguien acostumbrado a pasar a diario delante del cartelón tuvo la curiosidad de saber qué había sido de ese chico. Tecleó su nombre y apellidos en Google y... sorpresa: "¡Que Irvin se nos ha hecho ingeniero!", anunció a la redacción.
En efecto, el chico apadrinado por este periódico a través del proyecto presentado por la Fundación Osasuna y la Fundación Juan Bonal, no solo había completado sus estudios obligatorios sino que, con su esfuerzo y con los ingresos obtenidos tallando retablos en la carpintería, había alcanzado la universidad. En el centro de estudios superiores, cursa en la actualidad segundo año de Ingeniería Agroindustrial. En Google también queda constancia de alguno de sus trabajos. El objetivo con el que había nacido el proyecto y el esfuerzo de todas las partes implicadas, estaba, por lo que a él se refiere, consumado.
vidas paralelas
Fútbol y estudios
La historia de Irvin Dariel Vallejos Escoto es la de un muchacho al que el fútbol -y en su caso la colaboración de Osasuna- le ha permitido el poder elegir un futuro cuyos horizontes son hoy mucho más amplios. Natural de Ciudad Darío, localidad de unos 41.000 habitantes ubicada a una hora por carretera de la capital Managua, el ingreso en el proyecto le ha cambiado la vida. Su crecimiento y el de la iniciativa del club navarro en Centroamérica han ido de la mano.
Irvin ingresó en la naciente Escuela de Fútbol con 13 años, cuando estudiaba Primaria en el Colegio San Antonio, junto con otros sesenta alumnos que en ese momento entrenaban a las órdenes de José de la Cruz, Joselito, un profesor de Educación Física. En 2007 formó parte de la expedición de quince niños que viajó a Navarra, donde pudo ver y conocer de cerca el trabajo de Osasuna así como diferentes lugares de la Comunidad. En 2008 asistió a la inauguración de la Escuela de Música en el Colegio Sán Antonio, en 2009 vio la apertura del comedor social y en 2011, en su último año, se creó la Escuela de Carpintería.
Entre medio, también tuvo la posibilidad de conocer diferentes lugares de su país, algo nada común para los chicos de Ciudad Darío, ya que cada quince días tienen programados partidos amistosos contra otros equipos en diferentes localidades. En esas circuntancias, el desplazamiento en autobús y la comida posterior al partido eran (y son) siempre una fiesta para ellos, según relata Diego Maquírriain, director de la Fundación Osasuna.
"Ser parte de esta escuela me enseñó a querer ser mejor cada día", afirma el muchacho en una carta remitida a Pamplona. Según su relato, Irvin dedica el tiempo libre que le dejan ahora los estudios en la universidad a trabajar y colaborar en la crianza de animales y en los cultivos familiares. Y sigue jugando al fútbol, tanto en el equipo de la universidad como en el club Cosmos, de Ciudad Darío, en la posición de delantero que siempre ha ocupado desde que ingresó en la escuela, aunque no detalla si mantiene su habilidad para marcar goles, como hizo durante los tres amistosos disputados durante su visita a Pamplona: "Marqué seis goles en tres partidos; recuerdo que por eso me decían pichichi", palabra que no había oído, logicamente, hasta entonces.
Aquella visita a Navarra le ha dejado huella: "Es la mayor experiencia que he vivido durante el tiempo que permanecí en la escuela (el límite fijado son los 16-17 años). Fue una gran sorpresa el saber que viajaríamos a otro país, que íbamos a subir a un avión y compartir con las familias (que les acogieron) de esa ciudad. Fue un sueño. Conocimos muchas personas y nos encariñamos con ellas por su amabilidad, hospitalidad y la amistad que nos brindaron. Nunca olvidaré la emoción que sentí al estar en el estadio Reyno de Navarra o cuando entrenamos en el complejo deportivo de Tajonar".
En 2011, Irvin dejó la escuela para iniciar estudios universitarios. "Doy gracias a Dios que el sueño de todo niño futbolista se haya cumplido en mí, como fue poder jugar en otro país con un gran club, Osasuna", se despide en su misiva.