pamplona - Este primer bocinazo, como todos los demás, estuvieron siempre relacionadas con la concentración, el ímpetu, la convicción. El nuevo técnico es de los que piensa que se juega como se entrena y por ahí caminó la primera toma de contacto con sus pupilos sobre el césped, para serenata de los futbolistas y regocijo de la grada -inusitadamente bien poblada-, que también se rió con alguna de las ocurrencias de este mandamás gritón, muy conocido.
Los jugadores saltaron al terreno de juego pasadas las 10.45 horas y afrontaron una sesión que se extendió durante dos horas. Hubo paradas para coger resuello, comentar los ejercicios -todo balón- y realizar recambios en algunos ensayos según los futbolistas necesarios. Como no iba a participar en el entrenamiento, porque las recomendaciones médicas para su adecuada recuperación así lo decían, Oier -el capitán que lleva ahora el brazalete- estuvo hablando con Martín durante unos minutos antes de retirarse a trabajar en solitario en el gimnasio. Las previsiones señalan que hoy estará con todo el mundo en el entrenamiento matinal y Martín aún fue más lejos al asegurar que el domingo va a jugar.
Será la coincidencia, pero la llegada del nuevo entrenador también forzó algunos efectos medicinales en los jugadores con problemas físicos. Mikel Merino y Nikola Vujadinovic -que estaban ya muy recuperados de sus dolencias- trabajaron con intensidad -no se puede hacer de otro modo-, e incluso Roberto Santamaría, todavía convaleciente por un esguince en su rodilla derecha, también llegó a participar en alguno de los partidillos, con más precaución, pero metido en la faena.
Habrá que ver cómo vive Martín en el banquillo de El Sadar el domingo su primer partido de esta nueva etapa pero, a tenor de lo que se comprobó ayer, parece que no va a ser sentadito y amarrado a la bancada.
El nuevo entrenador quiere contagiar entusiasmo y estuvo encima de todos sus jugadores, insistiendo en los rondos -”control y pase”, “buena presión”, “vamos métele”-, y de tanta impetuosidad que requirió a sus pupilos, alguno acabó “con cornada”, como dijo mientras Jose García se retorcía en el suelo tras un empellón de Nekounam.
En una versión más ampliada en metros de los ejercicios con balón, Martín pidió determinación a sus hombres a la hora de desplazar en largo el balón. “Dos toques y salida”, resumió su petición, y como alguno no acabó de entender la consigna, lo dejó más claro: “Tiqui y taca aquí, esto es mentira, dos toques y cambio”. El técnico no quiere filigranas en cuatro metros y prefiere que haya cambios de trayectoria con muchos metros, búsqueda de soluciones a partir de la ruptura. No se escaparon los porteros de sus exhortos, -“qué toquecito cariño”, le dijo a uno, cuando puso el balón en movimiento sin la rotundidad que quería- y aumentó el grado de minuciosidad cuando ensayó la defensa de tres hombres.
Para Martín, David García es más centrocampista que central -estuvo ensayando más en ese puesto que como zaguero- y Sisi vuelve a caer en la banda derecha tras sus incursiones como interior. Merino también aparece en la media punta y en esa posición se mueve Olavide. Al chaval debutante ayer entres los profesionales, Aitor Buñuel, le correspondió el carril izquierdo. Martín repartió arengas, pero también mimos. Especialmente atento estuvo con las acciones meritorias de Cadamuro e insistió en Ansarifard. También estuvo encima de Cedrick -al que llamó Patxi al principio de la sesión- y otros más.
El entrenamiento terminó con tormenta, con mosqueo momentáneo del entrenador tras una decisión mal tomada por uno de sus chicos. En los estiramientos, todo quedó en nada.
El nuevo sistema. La parte táctica esencial del entrenamiento se refirió a tratar el nuevo sistema, con tres ó cinco defensas.
Oier jugará. El capitán no estuvo en los campos de hierba por prescripción médica, pero hoy estará con el grupo y Martín adelantó que el domingo jugará.
150
Es el número de aficionados que aproximadamente se dieron cita en Tajonar para ver la sesión. Una cifra elevada e inusual.
aitor buñuel, con los profesionales
Un juvenil. Martín ya advirtió que quería echar mano de los jugadores de las categorías inferiores que considerara oportuno y ayer le tocó a un juvenil. Aitor Buñuel Redrado, 17 años -10 de febrero de 1998-, fue la cara nueva en la sesión de ayer. Martín dijo que conocía al chaval desde que llegó a Osasuna -lleva toda su vida futbolística como rojillo- y que, por su madurez y condiciones, casi siempre había podido jugar una categoría por encima de lo que su edad le facultaba -milita en el juvenil de Javi Lerga-. El chaval, que ha sido citado para entrenamientos con la selección española sub-17, juega de lateral por las dos bandas y se caracteriza por su rapidez, además de su versatilidad. En consecuencia, se trata de uno de los promesas firmes de Tajonar.