PAMPLONA. En un partido a todo o nada, como son todos los que quedan hasta que concluya el campeonato, Osasuna no logró romper su destino cruel como local y no fue capaz de superar al Málaga. El equipo rojillo continúa sin saber cómo ganar un encuentro de Liga ante su afición y ayer, tras ponerse por delante en el marcador en una noche sin muchos méritos para la victoria, vio cómo se le escapaban dos puntos en la enésima versión de una jugada mal defendida, auténtico calvario del presente curso. Osasuna sumó un punto, pero para un equipo que debe ir contando muchas de las jornadas que quedan por victorias, la situación empeora. Hasta los más animados saben que no puede haber nada más dramático y amargo que el fin prematuro en Primera.
Osasuna puede darse por satisfecho por el resultado porque los rojillos realizaron el peor encuentro desde la llegada de Vasiljevic. Desconectados del juego, a merced del rival muchos minutos, el empate era el mayor premio al que podía aspirar tras una actuación muy gris. Osasuna no eligió un buen día para desenchufarse de las señas de identidad de días anteriores y lo pagó ante un contrincante que no acaba de sacar todo el beneficio a su pulcra elaboración del juego. Endebles en defensa y sin puntería en los últimos metros, el conjunto andaluz coqueteó con la derrota unos minutos, los tres que fueron del gol de un equipo a otro.
Con mucho en juego, con la necesidad de una victoria y un obligado interés por la portería contraria, resultó que Mario fue el protagonista indiscutible del primer tiempo y, a la postre, del partido. En el primer acto, el cancerbero protagonizó un penalti inocente -en el minuto 18-, cuando como una barredora se llevó por delante a Santos, pero enmendó a continuación la pifia rechazando la pena máxima a córner, en la que el afectado por el atropello no consiguió ser el verdugo. Mario también se mostró decisivo en otra jugada con marchamo de gol, cuando un disparo raso de Luis Hernández se veía camino de la red tras un córner.
El Málaga, tras una puesta en acción desordenada y perezosa, fue ganando terreno y control de la pelota ante un Osasuna que no atinó a dar dos pases seguidos, todo un aviso de lo que se venía encima. Los rojillos anduvieron perdidos e, incapaces de armar un par de jugadas y ofrecer una continuidad en su juego, se limitaron a acercarse a la portería contraria a partir de las acciones a balón parado, en la que sin trámites ni obligaciones previas, había por lo menos aproximación. A Osasuna no le afectó para nada el partido trabado y con interrupciones que se fue gestando poco a poco, porque sin ritmo ni guión claro, no había contratiempo entre tanta falta y asistencias médicas, un horror para el fútbol. Los jugadores de Osasuna, de este modo, concluyeron el primer acto ofreciendo una versión muy desfigurada, con menos picante que en otros encuentros y con una ausencia de conexión palpable entre los futbolistas.
Las lesiones de Oriol Riera y de Recio obligaron a cambios acelerados tras el paso por los vestuarios que, en el caso de los osasunistas, tuvo efectos revitalizadores. Tras una primera parte desilusionante, Osasuna mejoró, anduvo más avispado en los rechaces, fue capaz de conectar en más ocasiones y ofreció un mayor equilibrio a su juego y oposición al rival. Charles, dinamita de verdad desde el banquillo, estuvo a punto de marcar en un barullo en el área, pero esa intentona fue un chispazo en un encuentro que se estaba rompiendo, en el que había mucho terreno sin dueño y más demasiado correcalles.
Sin mando andaba el partido, cuando de las botas de De las Cuevas salió un pase excelente a la espalda de los defensas y de la conexión con Kodro -que estaba rondando el fuera de juego- surgió la pausa suficiente para que a Causic se le apartaran todos los defensas y nadie se interpusiera en su remate. Osasuna soñó que, en el peor partido de estas semanas, podía haber premio, pero la nubecita de ilusión duró tres minutos. Al equipo de Vasiljevic le empataron en una jugada disparatada, en un saque de banda sobre el área que remató de cabeza a puerta vacía Camacho por la salida incomprensible de Mario. El portero, salvador en el primer acto, firmaba una pifia definitiva. Osasuna, que tembló en un remate de Charles que se marchó fuera por poco, también recibió el portazo de la mala suerte en un cabezazo en el descuento de Clerc -el mejor argumento ofensivo rojillo-, que se topó con Kameni. Aplazando otro día la tarea en casa, dudando más del futuro.
OsasunaMálaga
2Tiros a puerta3
5Tiros fuera7
1Ocasiones de gol6
9Faltas cometidas12
36Balones al área27
4Córners6
4Fueras de juego3
48%Posesión52%
109Pérdidas de balón98