pamplona - El fútbol llegó a Pamplona más tarde que a otras ciudades del Estado. Las primeras referencias encontradas en prensa de intentos de organizar un equipo tienen fecha de 1904. Pero aquella tierna afición no pasó de unos juegos informales en la arena de la vieja plaza de toros. El proyecto del denominado Foot-Ball Iruña no cuajó. No fue hasta el 18 de abril de 1909 que los jóvenes agrupados en el Pamplona Foot Ball Club convocaron al primer partido oficial en la ciudad; oficial porque la presentación del equipo tuvo una fase de selección y formación, otra de preparación (con sus correspondientes entrenamientos), tampoco faltó la divulgación en prensa y, por fin, una esmerada organización del evento inaugural con gallardetes, banderolas y banda de música. Unos seis mil pamploneses, según las referencias recogidas en los periódicos, asistieron expectantes -y sin tener apenas conocimiento de lo que pasaba delante de sus ojos- al evento protagonizado por dos equipos de la recién nacida entidad.
Este Osasuna que mañana cumple 97 años es heredero directo de aquellos pioneros del fútbol. Su árbol genealógico se sostiene en el tronco de la Sportiva, pero trazando una línea del tiempo, observando los diferentes equipos que jalonan esa década que separa al Pamplona FBC del primer Osasuna y los nombres de sus integrantes, es fácil establecer una relación casi familiar con algunos de aquellos grupos uniformados. Ocurrió que los antepasados del Pamplona se repartieron después, como si extendieran la misma tribu, en las filas del Iruña Foot-Ball Club y del Racing Club Pamplonés. Luego, en 1916, sería el Amaya quien recogería a estos elementos e incorporaría a otros nuevos que estarán más tarde en la fundación de Osasuna.
Hubo en esos diez años otros equipos notables como el Punching o la Deportiva, pero con secuelas poco relevantes en esa línea genealógica. Es más, la Deportiva fue el primer antagonista serio de Osasuna, el rival que le discutió la supremacía en la ciudad. Sus duelos, a principios de los años veinte, tuvieron un marcado carácter de rivalidad.
objetivo común
Un equipo fuerte y representativo de Pamplona
Atendiendo a la corta historia de esos primeros clubs, el nacimiento de Osasuna se presentó como el cuarto intento de consolidar en Pamplona un equipo con la capacidad deportiva y el respaldo social suficiente para poder competir con rivales de provincias limítrofes. En este sentido, el Pamplona FBC trazó pronto planes importantes tanto para medirse con contrincantes de Zaragoza, Irún, Santander, Gijón o San Sebastián, así como para integrarse en los primeros intentos de constituir una federación española. Su horizonte competitivo iba más allá del marco local pese a carecer de más experiencia técnica que la aportada por los estudiantes que en verano volvían a la capital.
El Pamplona FBC no alcanzó su propósito inicial. Sin embargo, el fútbol impregnó pronto a los jóvenes pamploneses y surgieron el Iruña FBC, Navarra Deportiva, Racing Club y Punching. Como hito histórico de esa etapa (entre 1911 y 1915) aparece el primer torneo reglado conocido en la ciudad: la Copa Kutz. Una competición auspiciada por el emblemático establecimiento en cuyas dependencias los fundadores darían forma y nombre a Osasuna.
El segundo proyecto con visión expansiva fue el de Amaya. Constituido en 1916, recogía a muchos de los integrantes del Pamplona FBC. El Amaya se presentó en sociedad con el ánimo de asentarse y ser equipo de referencia frente a otras entidades menores como Veloz y Rayo. Su nivel competitivo fue alto y disputó y ganó eliminatorias del Campeonato de España de segunda categoría y concertó encuentros amistosos con clubs de referencia en la época como el Real Unión de Irún.
El rastro del Amaya desaparece a mitad de 1917. Durante casi dos años, Pamplona vive huérfana de un fútbol con pretensiones hasta que en mayo de 1919 ve la luz la Sportiva, que ya anuncia desde su inicios la intención de dedicarse “a toda clase de sports”.
Al calor de la Sportiva y sus gentes comienza a crecer la idea de unir fuerzas para formar un equipo que pueda representar a Pamplona y a Navarra con garantías. A esas alturas de siglo, el fútbol había cobrado relevancia en ciudades limítrofes, los campeonatos regionales ya habían tomado forma y la afición se extendía como un reguero de pólvora imparable. La prensa local también empujaba en pos de ese objetivo y en ese afán de unir fuerzas; las gentes de la Sportiva recogieron otras inquietudes futbolísticas (New Club) y decidieron cambiar su nombre por el de Osasuna. Eso sucedió un 24 de octubre de 1920. Pamplona ya tenía el equipo que le pondría en el mapa del fútbol. El heredero del Pamplona FCB.
las gentes
Los Azagra, los Pi,
los Aizpún y otros
Detrás de los clubs siempre hay personas dinámicas e involucradas en un proyecto y algunas de ellas cubren también con su presencia (como jugadores, directivos o animadores) este tránsito del Pamplona FBC a Osasuna. En este capítulo, habría que destacar a Mariano Sagaseta de Ilúrdoz, los hermanos Marcos y Eduardo Aizpún, los hermanos Félix y Florencio Azagra, los hermanos Felipe y Miguel Pí, los hermanos Aldaz, Pepe Huici, Joaquín Rasero...
De todos ellos, el más activo en todas las facetas es Eduardo Aizpún. Comenzó a dar puntapiés al balón junto a los mayores siendo casi un niño y jugó como defensa en el Pamplona FBC, Racing, Amaya, Sportiva y Osasuna. Es elegido presidente del club rojillo en la histórica asamblea de la Sportiva del 24 de octubre, cargo que volvió a desempeñar en otras dos etapas, tras regresar de la guerra en África. Su hermano Marcos, que participó en la fundación del Pamplona FBC (desempeñó el cargo de tesorero) y Racing (fue presidente), animó de manera incansable, en su labor como periodista de El Pueblo Navarro, la constitución de un nuevo club en las semanas previas al nacimiento de Osasuna.
Otro rastro sensible a lo largo de esa década es el de Pepe Huici, uno de los señalados (junto a Benjamín Adoáin y Eladio Cilveti) como posible padre del nombre de Osasuna, y futbolista de Pamplona y Racing, además de directivo de Amaya. Joaquín Rasero, otro de los mitos del club (portero y presidente), jugó en las filas del Iruña y del Racing.
Mariano Sagaseta de Ilúrdoz, destacado atleta y uno de los introductores del fútbol en Pamplona (jugaba en Barcelona en su etapa de estudiante a principio de siglo y adoctrinó a sus compañeros en la importancia del juego combinativo), llegó a ser entrenador de Osasuna a finales de los años veinte.
En el capítulo de presidentes también encontramos una secuencia; así, Rafael Álvarez ocupó la presidencia de Amaya y años más tarde era el máximo responsable del club rojillo (1922-23). También Natalio Cayuela, el presidente que condujo la nave rojilla de Tercera a Primera división (1928-35), desempeñó la vicepresidencia del Racing.
Los equipos y sus gentes, los unos y los otros, aportaron ese ADN de un Osasuna que ya ve cercanos sus primeros cien años de vida.