soria - Osasuna no estuvo solo en Soria. Más de dos mil fieles arroparon al equipo en una grada de Los Pajaritos donde el rojo destacó por encima del resto de colores. A ellos hay que añadir otros tantos centenares de personas que invadieron las calles de Soria, pero se quedaron fuera del estadio al no disponer de entrada. A las mil doscientas entradas que el Numancia cedió a la entidad rojilla hay que unir los desplazamientos durante la semana de aficionados rojillos a Soria para comprar entradas.

El club navarro quiso hacer un seguimiento a través de las redes sociales de todo aquel aficionado rojillo que cogiera carretera rumbo la ciudad castellana mediante la etiqueta #CaminoSoria y ya desde la noche del sábado se comenzaron a publicar imágenes. Hubo quienes decidieron hacer noche en tierras castellanas, como la peña que recibió al equipo a su llegada al hotel al ritmo de la txaranga. Volvieron a casa a ver el partido los canteranos de Osasuna Javier e Iván Martínez, y tampoco quiso perderse el encuentro el exportero numantino Aitor Fernández.

No se quedaron atrás los que salieron temprano el domingo desde la capital navarra y a media mañana se fueron congregando y tiñendo de rojo la plaza Ramón Benito.

Sin embargo, la hinchada rojilla tardó en hacerse oír. Agrupados en cuadrillas de amigos, familiares o peñas de diferentes puntos de Navarra, poco a poco se comenzó a romper el hielo con algún cántico y, con el paso de los minutos, el ambiente fue a más. La txaranga, aunque llegó tarde, no faltó a su cita. Entre algunos de sus cantos más clásicos como el riau riau, se coló el eterno “No podrán parar a Patxi Puñal”.

La afición comenzó a entrar al estadio de Los Pajaritos una hora antes del comienzo de un encuentro que había sido declarado de alto riesgo debido a la multitud de seguidores rojillos desplazados, pero cuando el colegiado hizo sonar su silbato, el buen ambiente entre aficiones reinó durante los casi noventa y cinco minutos del choque.

El aficionado rojillo pasó por todo tipo de emociones imaginables. La ilusión al inicio de partido se vio congelada con el gol de Diamanka, pero los seguidores rojillos no se vinieron abajo y trataron de levantar el ánimo de los jugadores. También hubo tiempo para mostrar su disconformidad con las decisiones del colegiado y desesperarse con las oportunidades perdidas antes de guardar reposo en el descanso.

Tras la reanudación de la contienda, la grada rojilla volvió a la carga. Los cánticos no aflojaron y no dejaron de animar al equipo en busca de una igualada que provocó el delirio visitante. Cuando parecía que el empate no llegaba, Roberto Torres sacó de su bota el grito de gol de las dos mil gargantas. Sin tiempo para más, los allí presentes siguieron alzando la voz al término de la contienda, mientras los jugadores se acercaron a agradecer el apoyo de unos seguidores que abandonaron Los Pajaritos tras un último riau riau de los que ponen los pelos de punta.

6.024

espectadores registró el estadio Los Pajaritos, siendo mejor que los 4.964 que presenciaron el Numancia-Zaragoza.