pamplona - El expresidente de Osasuna Javier Miranda falleció ayer noche a los 65 años de edad en Pamplona. Estaba ingresado desde el pasado día 20 en el Complejo Hospitalario de Navarra a consecuencia de una enfermedad que le detectaron el pasado verano y que había afrontado con toda la entereza y optimismo que definieron su carácter durante su vida. Se va un hombre que peleó duro por salir adelante en la vida, que conectó con la fibra del aficionado osasunista y cuyo sueño fue ser cantante.

Miranda llegó a la presidencia del club rojillo el 29 de enero de 1998 en dura pugna electoral con Pedro Pegenaute. La consulta en las urnas ponía fin a un conflictivo periodo al frente del club de Juan Luis Irigaray y su junta directiva. Sumó 1.732 votos por 1.305 de su contrincante. Lloró como un niño feliz al conocer la noticia.

Con el club anclado en Segunda División, Miranda confió su primer proyecto deportivo a Martín y el segundo a Lotina, con quien consiguió el retorno a Primera después de seis temporadas en Segunda. Bajo su presidencia Osasuna se afianzó en la categoría no sin sufrimiento: es muy recordada su imagen bañándose por la noche en la playa de La Concha después de que el equipo consiguiera una agónica permanencia tras ganar en Anoeta. Al finalizar los cuatro años de mandato, dejó el cargo y no se presentó a la reelección.

Presidir Osasuna le reportó muchas satisfacciones pero también desagradables contratiempos. El más recordado por él era el día en que la Policía se personó en su domicilio después de que en El Sadar saliera en defensa de dos socios a los que los agentes no querían dejar acceder al recinto. Miranda dijo que él era el presidente del club, que ahí nadie le daba órdenes y que decidía quien debía entrar. Hechos como este y otros en los que supo estar cerca de los aficionados le granjearon enormes simpatías entre la hinchada. Era frecuente que, habiendo dejado ya el cargo, cuando paseaba por la calle le llamaran todavía “presidente” o que le pidieran sacarse fotos con él cuando participaba de algún desplazamiento para ver a Osasuna.

Con su buen humor, también presumía de cómo con pocos recursos económicos consiguió formar una plantilla que compitió con presupuestos más altos. Y es que en su mandato llegaron futbolistas como el portero Emilio, Josema, Ángel Luis, Alfonso Vera?, junto a otros como Trzeciak, Alfredo, Gancedo, Armentano y, sobre todo, Iván Rosado, por el que peleó duramente y con el que mantenía una buena amistad.

Porque Miranda supo ganarse amistades (presumía del buen trato que le dispensaba Florentino Pérez o el futbolista internacional Luque entre otros) y también alguna enemistad por llamar a las cosas por su nombre y ser fiel a los amigos y a la palabra dada.

navarro, cantante, peregrino Aunque nacido en Vitoria (el 15 de marzo de 1954) de padre tudelano y madre riojana, se sentía navarro por los cuatro costados, ya que se afincó en Pamplona con solo seis meses de vida. Le gustó correr el encierro en la Cuesta de Santo Domingo, pero le gustaba más todavía cantar, poniéndose durante una etapa de su vida al frente de diferentes orquestas que actuaban en verbenas. Esa afición la continuó luego su hija.

Fiel a San Francisco Javier, realizó la peregrinación numerosas veces (muchas de ellas por promesas que tenían que ver con Osasuna), como innumerables fueron también sus caminatas a Santiago (muchas veces en compañía de su primo el exalcalde de Pamplona Enrique Maya) así como la maratoniana que realizó hasta Roma. En su despacho de El Sadar llegó a tener una enorme talla de San Francisco Javier.

El expresidente regentó varios negocios de hostelería; en la actualidad, y desde hace muchos años, estaba al frente de la cafetería Palace en la calle Estella. Allí se le podía ver poniendo cafés desde primera hora de la mañana, dando comidas, metiendo muchas horas en Sanfermines?, respondiendo a su condición de currante que nunca abandonó. Nunca olvidó de dónde venía.

Javier Miranda estaba casado con Gloria Goñi, con la que tuvo un hijo, Rubén y una hija, Mónica. Ahora tenía tres nietos y desde que le detectaron la enfermedad llevaba una vida tranquila, aunque no perdía nunca de vista a Osasuna. Como le gustaba presumir sin falsos ambages, era un camarero que había llegado a la presidencia del club que llevaba pegado a su piel desde crío. Descanse en paz.

MINUTO DE SILENCIO Hoy, los futbolistas del primer equipo y los trabajadores del club han guardado un minuto de silencio por el expresidente antes de comenzar el entrenamiento. En el partido del próximo domingo ante el Extremadura U. D. se guardará un minuto de silencio por su memoria y los jugadores de Osasuna portarán brazaletes negros.

A lo largo de la mañana, han sido varios los clubes que se han puesto en contacto con el club para trasmitir su mensaje de condolencia.