pamplona ? Un contragolpe inusitado con aplastante mayoría deefectivos, una frase certera después del partido y la leyendade los indios volvió a cobrar vida como las viejas narracionesque pasaban de padres a hijos una generación tras otras. FueRubi, entrenador del Betis, quien, sin saber los sentimientosque removía en el alma del osasunismo, confesó que cuando vioel ataque al galope de Osasuna sobre sus dos desguarnecidos jugadorespensó "¡que vienen los indios!". Desconocía el entrenador catalánque estaba evocando otra frase que 39 años atrás ?en aquellarudimentaria sala de prensa, con una mesa redonda de medianotamaño en la que siempre había depositada una botella de pacharánque se atizaban los periodistas tras el partido?, después deun Osasuna-Valladolid, caló tanto como el mejor eslogan publicitario:"A veces parecen una banda de indios", dijo Paquito, entrenadorpucelano, para describir los sorpresivos movimientos en ataquede los chicos entrenados por Pepe Alzate.

Rubi (Joan Francesc Ferrer, 49 años) y Paquito (Francisco GarcíaGómez, 81 años) comparten décadas después esa impresión que Osasunacausa en sus rivales cuando juega a otra velocidad y rompe losesquemas con movimientos de ataque que en este fútbol modernoningún scouting ha previsto en su informe previo al entrenador.Bueno, eso y su pasado en el banquillo del Valladolid. A Paquito,el sincero aprecio con el que siempre enjuiciaba a Osasuna, susconocimientos y su bonhomía le granjearon la simpatía de la aficiónpamplonesa y, pasados los años, una corta estancia como responsablede la plantilla, frustrada por los malos resultados y unos dirigentesincompetentes.

el origen

Una derrota del Valladolid

Paquito venía de sufrir en sus carnes de entrenador un sanguinarioataque de la tribu roja que le arrebató en las dos últimas jornadasde la temporada 1979-80 al Castellón el ascenso a Primera. Alfinal de ese curso fichó por el Valladolid. El 2 de noviembrede 1980 regresaba a El Sadar para sufrir una nueva pesadilla.

Aquel Osasuna interpretaba a la perfección un concepto modernodel fútbol dibujado por Pepe Alzate a partir de un 4-3-3 y ejecutadopor unos futbolistas que atesoraban los requisitos que imponíauna movilidad acompasada, el cambio de posición entre los extremosque rompían la rigidez de la época y el despliegue de los lateralese interiores, todo ello a una velocidad de vértigo. Aquel juegoque narcotizaba a los defensa era posible en gran medida porel genio científico de Clemente Iriarte, un centrocampista quedescubría espacios como agujeros negros; la locura desatada deMartín; el trabajo ímprobo de Echeverría; y la aparición porsorpresa del goleador Iriguíbel. Súmenle a ello la creatividadde volantes como Bayona y Lumbreras y todo lo que el entrenadordibujara en la pizarra era posible.

Cuentan las crónicas que aquel Osasuna-Valladolid fue un buenexponente de fútbol vibrante y demoledor. Un ejemplo de esosataques por sorpresa es la ejecución del 1-0, con el delanterocentro sirviendo el balón y el extremo izquierda rematando lajugada. No es extraño que ante los periodistas Paquito escribieralas primeras líneas de esta leyenda: "Con la forma que tienende moverse parecen una banda de indios ya que de repente empiezana aparecer por todos los lados atacantes. Son diez en el campo,pero son tantos los espacios que crean y que ocupan que hacenmucho daño".

Ese estilo que metió en aprietos a entrenadores doctorados enligas y a equipos con extranjeros de postín perduró mientrasAlzate ejerció de gran jefe de la tribu autóctona. A finalesde mayo de 1983 la relación con Osasuna acabó de forma abrupta.Sonaron tambores de guerra, los indios quedaron huérfanos y suinterpretación del fútbol pasó a ser conversación de veteranosdelante de una hoguera? o de la barra de un bar.

irrepetible

Un vaquero que no pudo hacer de indio

Las olas del fútbol trajeron a Paquito a Pamplona quince añosdespués, en 1995, para dirigir a un Osasuna muy diferente, tratandode recuperar su identidad después de un año de vaivenes y sinla materia prima para abordar grandes empresas, mucho menos elretorno a Primera división. Sin embargo, el curtido entrenadortraía en su cabeza aquella imagen, la de los indios, pero quepara su infortunio ya no habitaban por estas praderas. Llevabala leyenda tan pegada a la piel que una buena segunda parte contrael Marbella (de 0-1 a 3-1) le hizo caer en la evocación de otrostiempos: "Me recordó al equipo de los indios. La verdad es queen algún momento de la pelea el rival estuvo rodeado. Ese pequeñorecuerdo lo llevo en el alma, ya que con anterioridad me tocóhacer de vaquero. Ahora me alegro un poco que este domingo lasflechas fueran para el rival. Estuvo bien".

Sin embargo, el equipo de Paquito acabo lejos de los puestosde ascenso y no le renovaron el contrato a final de temporada.Si el viernes vio el partido por televisión, las señales de humole habrían nublado la vista y desempolvado los recuerdos porque,como reconocía en las declaraciones anteriores, le tocó ser vaquerocuando soñaba con ser el jefe de los indios.