Repasando la influencia en el partido de Sergio Herrera y Oblak, Osasuna podía haber salido triturado del Metropolitano. Pero los porteros están ahí para mover brazos y piernas, manos y pies, y dejar el juego en esa imagen aburrida del doble cero; y en ese cometido el guardameta rojillo dio un recital, salvando la cara de una línea defensiva que sufrió en la vigilancia y persecución de Morata y Joao Félix. Mientras Herrera mantuvo el tipo, las lagunas de sus compañeros parecían menos ostensibles; pero poco puede hacer cuando Estupiñán comete una falta tan innecesaria como absurda que está en el origen del 1-0, con Morata rematando en el espacio que dejan libre Navas y David García; y vendido por los zagueros se queda el portero en el 2-0, que nace de un defectuoso despeje del central de la cantera, a quien nadie apretaba. A estas incidencias, a los errores de bulto que cambian partidos, desde hace un tiempo les llaman pequeños detalles. A mí me parecen errores de bulto cuando todo el equipo debe mantener la tensión ante un rival que superada la hora de partido veía cada minuto más complicado desordenar a un Osasuna que buscaba su oportunidad, aunque con poca o ninguna pericia. El equipo de Arrasate hizo muy poco para marcar, amenazó más que disparó y, aunque sostuvo el pulso hasta el final, no daba impresión de poder aspirar a algo más que al empate. El Atlético, en el tono bajo de la temporada, venció por reiteración y contra el reloj. Con todo, le bastó para ser superior a Osasuna y reclamar la justicia del marcador. Sus dos detalles, los de Morata y Saúl, valen su peso en puntos.

Dicho esto, hablemos de los otros pequeños detalles, los que implican al árbitro y que sumados uno a otro terminan haciendo un error gigante. Tengo para mí que Osasuna no pierde por el colegiado, pero sí que entre el trencilla y el VAR hay un cruce de decisiones funestas. La más protestada y cuestionada, el penalti cometido sobre Brasanac: no creo que haya un solo espectador imparcial que no observe cómo el defensor arrastra con su pie el del serbio y lo acaba tumbando dentro del área. Si en la multitud de tomas desde todos los ángulos el responsable del VAR no capta ese detalle, está cargando de razones a quienes cuestionan la capacidad de la sala en la toma de decisiones. Pero no sería correcto decir esto y olvidar que hasta ahora el VAR no ha hecho sino sacar a la luz todo lo que a Osasuna le quitaban antes en forma de fueras de juego o penaltis, que el beneficio ha sido mucho mayor que el perjuicio causado ayer, pero que si recurrimos a la colaboración de la tecnología errores de ese tamaño serán siempre injustificables. Ocurrió que la suma de árbitro más VAR multiplicó los fallos, porque ni uno ni otro quisieron tampoco enjuiciar la agresión, sin balón en juego, de Felipe al Chimy, por no comentar también cómo una falta del propio Felipe a Sergio Herrera cuando este se disponía a sacar terminó en tarjeta para el portero. Lo peor del arbitraje es que pitó mal hasta para el Atlético de Madrid.

Lamentar los perjuicios arbitrales puede ayudar a masticar la derrota pero no a corregir errores. En eso también fue rotundo Arrasate cuando, tras manifestar su malestar con el colegiado, reconoció que no podía poner en cuestión la victoria local. Todo un detalle en momentos de controversia.