osasuna vive al límite. Me refiero a la actitud con la que encara los partidos, con su propuesta de juego valiente, y hablo también de sus limitaciones económicas, porque todo cuenta a la hora de analizar el desenlace de un partido. La estrategia es siempre una elección, pero el tope salarial y la autorregulación propia de los recursos financieros es una obligación, más aún viniendo de donde viene el club. El estilo implantado por Arrasate no está exento de riesgos; la presión muy alta, acompañada del avance de las líneas, obliga a los futbolistas a una concentración extrema, a una coordinación afinada y siempre a una respuesta veloz cuando lo anterior no funciona. Ya ha pasado en más de un partido que la habilidad del rival para filtrar pases o colocar balones largos a la espalda de la defensa, sorprende a algún jugador rojillo con el paso cambiado, no tira bien la línea y concede opciones de gol al rival. A todo esto, cuando se hila tan fino a la hora de achicar, hay que contar con el ojo del VAR; y ahí, unos pocos centímetros, milímetros casi como ayer en la acción del 3-1 entre Alcácer y Aridane, meten en un callejón de difícil salida un partido en el que Osasuna mereció más en la primera parte por sus ocasiones y en el que intentó seguir enganchado durante la última media hora a base de prodigar disparos a portería. Los límites, en estos casos, los pone el entrenador, que es quien ordena cómo jugar, y hay que decir, pese al amargor de esta derrota, que no nos va tan mal. Porque la imagen que dejó el equipo en algunos tramos es muy positiva, tanto en el manejo de la pelota como en el juego combinativo y en la velocidad con la que se desplegaba al ataque. Esta vez, además de llegadas hubo remates y faltas al borde del área. Una apuesta de equipo ambicioso.

Y más de uno se preguntará: ¿si Osasuna hizo un buen partido, por qué acabó perdiendo? Y aquí habría que recordar las limitaciones económicas, mejor dicho las diferencias de tesorería entre unos clubes y otros. El Villarreal ha desembolsado 23 millones de euros por Paco Alcácer, la operación más elevada en la historia del club castellonense. Sin apenas opciones en el área -ahí hubo una buen tarea de Aridane y David García-, el delantero fue desequilibrante a cincuenta metros de la portería, sorprendiendo al central canario a la carrera, primero para poner por delante a su equipo en la única ocasión de la primera parte, y luego, por un codo o un hombro de margen, para acabar provocando el penalti. Alcácer es un refutado especialista que se gana así la vida. Ya digo, su cotización está por encima de los 20 millones. Osasuna, para intentar levantar el partido, recurrió a dos cedidos que acaban de llegar haciendo juegos de números, asumiendo también la limitación que supone tener a tu mejor artillero, el de la cláusula de los 25 millones, fuera de combate.

Pese a todo, Osasuna no perdió por l os ajustes económicos sino por medir mal los límites del fuera de juego, Pero este Osasuna es así y Estupiñán, ayer, su mejor representación sobre el campo, con una injusta tarjeta amarilla desde el minuto 3, pero arriesgando porque no sabe interpretar el fútbol de otra manera. Como la vida misma.