Había una canción famosa en el graderio de Osasuna que recitaba aquello de "que miedo me da, que miedo me da...". Y era cierto. Era, en pasado. El Atlético de Madrid y su estrella Joao Félix han demostrado que lo que asustaba a los rivales no era el estadio, ni viejo ni reformado. Lo que impresionaba a esos jugadores acostumbrados a otros escenarios más lujosos era la afición de Osasuna.

Los rojillos, sin su gente detrás, siguen luchando, pero no es lo mismo. No lo es hasta el punto de preguntarse uno si, tras el gol de Budimir, El Sadar no hubiese estallado para coger al equipo en volandas, empequeñecer al Atlético y empujar hasta el fin. La pregunta es retórica,todos sabemos que así habría sido.

Joao Félix aún no conoce a la gente de la grada rojilla. Cierto es que el joven luso anda más suelto desde la vuelta del confinamiento y que Simeone le ha colocado donde mejor juega, pero habría que verle en un ambiente como el de aquí. De momento, y hasta que la pandemia quiera, se libra.

Ayer, a diferencia de la anterior visita rojiblanca en verano, Osasuna plantó cara a los Atléticos. De hecho, Gallego tuvo una clarísima nada más empezar. Posiblemente ese balón habría cambiado el rumbo del partido.

Los de Jagoba son "muy competitivos" dijo Simeone en rueda de prensa. Este de competitivo sabe, pero antes estos equipos, con una somanta de estrellas, cada error se paga. Tanto en área contraria como propia. El penalti de Roncaglia enturbió su nivel y expuso un problema que Osasuna va parcheando: los laterales. Veremos como apaña Jagoba esto de aquí en adelante, pero parece que Cruz y Vidal son necesarios, pero a buen nivel.

Por último, Sergio Herrera. El portero ha renovado esta semana y, a la vez, está encadenando partidos a gran nivel. Ayer, de nuevo, fue de lo mejor del equipo y sobre todo fue muy regular. Sin fallos.

Pero todo esto, sin público, deja de ser Osasuna y hace que pierda Osasuna. Ojalá se arregle pronto.