- Los dermatólogos dicen que la piel tiene memoria. ¿También el tejido con el que se confeccionan las camisetas de fútbol? Tan cierto como que no puedes cambiar de equipo es que el aficionado nunca olvida a los rivales más encarnizados, los que dejan rastro, así pasen cien años. Cabría preguntarse también si ese adversario con el que no guardas más relación ni vínculos que la concurrencia cada cierto tiempo a un partido de 90 minutos se elige o te elige. ¿Por qué el Sevilla y no el Betis? ¿Quién puso al uno en el camino del otro?

La rivalidad viaja en el tiempo. Una imagen de 1935 congela una escena que podía ser trasladable a 2004. En la vieja instantánea, el delantero sevillista Tache arremete con su cabeza contra el costado del guardameta Urreaga, que contiene una mueca de dolor mientras trata de esconder el balón. A la derecha, Muguiro, que trata de proteger a su portero, recibe un empujón y una patada por la espalda. Siete días después, un fotógrafo caza al osasunista Iturralde clavando los tacos de las botas en el pecho del arquero Guillermo Izaguirre. Esos hematomas, como los estigmas, reaparecen de forma inopinada en el cuerpo de algunos futbolistas, llegando a convertir algunos encuentros entre Osasuna y Sevilla en peleas callejeras.

Desde aquella accidentada semifinal de Copa de 1935 ha habido otros episodios de altercados y algunos de ellos han salpicado a espectadores y espectadoras. Sin embargo, el clímax de esa rivalidad se alcanzó en la primera década de este siglo, en particular en 2004 y 2008; las trifulcas fueron de tal calibre que cuando se habla de tanganas, las de Osasuna y Sevilla son el ejemplo recurrente.

Como si hubieran firmado una tregua, desde enero de 2008 las confrontaciones entre ambos equipos se han apaciguado. El relevo generacional, el cada vez más constante ir y venir de futbolistas, la moderación de los dirigentes en sus declaraciones, convierten aquellas refriegas casi en leyenda. Pero, no se fíen: el fútbol siempre deja cuentas pendientes.

Semifinal de Copa de 1935

En mayo de 1928 Osasuna y Sevilla se miraron por primera vez cara a cara. San Juan acogió aquel partido de carácter amistoso en el que los rojos ganaron 5-4 y los sevillistas fueron muy aplaudidos por su interpretación del juego de toque corto. Ni los enfrentamientos de Copa en diciembre de 1928 ni los de Liga en Segunda división entre 1932 y 1934 hacían presagiar lo que iba a suceder.

La cortesía terminó cuando en el horizonte asomó una final. El Sevilla, que había aparcado su estilo refinado, venía de eliminar al Athletic de Madrid en un partido bronco. "Cultiva preferentemente la carga al hombre más que la búsqueda del balón", advertían los periódicos de Pamplona. El partido de ida terminó con 4-1 en el marcador y un grueso parte de heridos entre los rojillos por patadas alevosas. Sin embargo, el único expulsado fue Paco Bienzobas por propinar una patada a López. José María Pérez Salazar, que narraba el partido por Radio Navarra, también sufrió el hostigamiento del público.

Los periódicos de la capital navarra calentaron el partido de vuelta. "A Osasuna se le asesinó el partido (de Sevilla)", "hoz alevosa", "coceen a troche y moche" o "carniceros", fueron algunos de los términos empleados. El Sevilla tuvo protección policial en el hotel donde se alojaba y durante el trayecto a San Juan, teniendo que intervenir la Guardia de Asalto para dispersar a los alborotadores. Los incidentes dentro y fuera del campo empujaron al árbitro a suspender el partido (0-1) en el minuto 65. San Juan fue clausurado, el club apechugó con una sanción económica y el Sevilla ganó la Copa.

Agüero acaba en comisaría

Hubo una primera tregua: el periodo que discurre entre 1935 y 1959. Sin incidencias en el campo dignas de entrar en el capítulo de sucesos, los altercados puntuales se registraron entre jugadores del Sevilla y el público congregado en San Juan.

En mayo de 1959, Osasuna y Sevilla encaraban la eliminatoria de octavos de final de la Copa. En un lance del juego, el defensa rojillo Pachín hace una fea falta al paraguayo Agüero; este se revuelve y propina un pisotón a su adversario; el árbitro lo ve y expulsa al sevillista. Abroncado por el público cuando enfilaba el vestuario, Agüero agrede a una espectadora, según El Mundo Deportivo. El extremo acabó en comisaría prestando declaración.

En enero de 1960, en partido de Liga salpicado de incidencias, un jugador visitante lanza el balón contra el público de grada lateral. No es cuantificable la fuerza con la que lo retorna al campo un espectador, pero impacta sobre Santín y este se derrumba fulminado. Los sevillistas se arremolinaron, algún objeto cayó al campo y futbolistas y espectadores se enzarzaron en la discusión. "Un espectáculo deprimente y detestable", sancionaba la Hoja del Lunes de Pamplona.

Javi Navarro, Alfaro, Bakayoko y los otros

Los sucesos de mayo de 2004, en el último partido de Liga, no surgen de improviso: tienen unos precedentes. El primero, en enero de 2003, en el encuentro de vuelta de cuartos de final de la Copa. Ese día nevó de forma copiosa sobre Pamplona. El Sevilla trató por todos los medios de que el partido no se celebrara, cobrando especial protagonismo el entonces delegado, Cristóbal Soria. Los operarios de Osasuna despejaron el césped, los rojillos lograron el pase al ganar 3-2 en la prórroga y Joaquín Caparrós, técnico sevillista, declaró que el partido no debía haberse jugado, exponiendo el malestar de su club. El segundo precedente es de enero de 2004 y se enmarca en un partido de Liga que acabó empatado a goles (1-1) y a agresiones no sancionadas: Pablo Alfaro propinó un golpe en la cara a Webó y Pablo García pisó en una rodilla a Baptista estando este en el suelo.

Cuatro meses después, la tensión entre ambos equipos rompió todos los diques de contención. El encuentro llega a la mesa bien cocinado: el Sevilla necesita ganar para competir en la Copa de la UEFA, la afición genera un clima de partido trascendental y Osasuna, que nada tiene en juego, carga con el sambenito de estar primado por terceros para hacerle la Pascua al Sevilla.

Una fricción entre el portero Esteban y Aloisi en la primera parte genera la primera tangana, en la que participan ocupantes de los dos banquillos. Volaron puñetazos y quien no pegaba, empujaba. La refriega se salda con la expulsión de Alfredo. La segunda pelea estalla rebasado el tiempo reglamentado tras un codazo de Javi Navarro a Webó. Bakayoko corre al lugar del incidente y rodeado de jugadores del Sevilla propina un puñetazo que tumba a Pablo Alfaro. El lío es monumental y hasta se suma Darío Silva, que no estaba convocado. Ni la Policía puede separar a los futbolistas. El árbitro expulsa a Alfaro y Bakayoko. Los directivos de Osasuna tuvieron que abandonar el palco hostigados por el público y el equipo tardó una hora en abandonar el estadio: en el exterior esperaban un centenar de hinchas con más ganas de pelea.

Iturralde aviva la hoguera

El último incidente relevante entre ambos equipos ocurrió en enero de 2008 y a él no es ajeno el árbitro Iturralde González. Cuando el partido se acercaba a la conclusión, Poulsen agrede a Miguel Flaño, que queda tendido en el césped. Osasuna saca el balón del campo para que el defensa reciba atención; el Sevilla no devuelve la pelota cuando se reanuda el juego, la pone en el área y el colegiado convierte el despeje de Javi García en penalti, que tras ser transformado por Luis Fabiano pone fin al partido (2-1). Vuelven a repetirse las imágenes de 2004, esta vez con Ziganda buscando a Cristóbal Soria, que es sujetado por el cuello por Jon Andoni Goikoetxea. El entrenador rojillo denunciará los numerosos errores arbitrales que estaba padeciendo Osasuna y hasta Miguel Sanz, presidente del Gobierno de Navarra, tomará la palabra para salir en defensa del club.

Hoy, trece años después, Iturralde es documentado comentarista radiofónico, Soria tertuliano faltón en un programa deportivo de televisión, Ziganda entrena al Oviedo, Goikoetxea recluta jóvenes talentos para el Barcelona y Sanz ve la política y el fútbol desde la barrera, allá donde no salpican las polémicas.

Caparrós, en los dos bandos. Joaquín Caparrós, que entrenó al Sevilla entre 2000 y 2005, años de refriegas, se hizo cargo de Osasuna en 2016. Tras perder cinco partidos de Liga consecutivos fue destituido.

La sombra de Cristóbal Soria. Delegado de equipo con Caparrós, Cristóbal Soria no fue ajeno a aquellos partidos tensos sino más bien parte activa. Ya se dejó ver en el partido con el Recreativo por el ascenso en 2000. Años después protagonizaría encontronazos con Ziganda y Goikoetxea.

47

Tarjetas en las cinco últimas temporadas. Los nueve últimos encuentros de Liga entre ambos equipos dejan un balance de 20 tarjetas amarillas para el Sevilla y 27 para Osasuna. Además, el equipo pamplonés ha recibido tres tarjetas rojas: una por acumulación y dos directas.