Osasuna y Valladolid firmaron ayer tablas sin goles en El Sadar (0-0) en un encuentro en el que, eso sí, el equipo de Arrasate anotó un tanto en la primera mitad, aunque la diana de Calleri a pase de Nacho Vidal no subió al marcador por un fuera de juego posicional de Budimir. O al menos eso es lo que el portero del Valladolid, Roberto Jiménez, espetó alto y claro mientras el VAR revisaba una acción que el colegiado del encuentro, De Burgos Bengoetxea, ya había anulado en primera instancia por indicación de su juez de línea, que no dudó en levantar el banderín para señalar la posición antirreglamentaria del atacante del cuadro rojillo.

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"Te tengo delante", chilló el guardameta, que en un primer momento pareció explicarle la jugada a Budimir, aunque su discusión -más bien diálogo- terminó con Moncayola y Calleri, el gran damnificado por ser el autor del gol anulado.

Corría el minuto 36 de un partido trabado y sin apenas ocasiones cuando Nacho Vidal ejecutó un saque de banda. Se apoyó en Barja, que le devolvió la pelota en la banda derecha, y el lateral valenciano aprovechó para zafarse de un rival con un recorte, avanzar hacia el área por la banda derecha y servir una gran asistencia a Calleri. El argentino no falló, pero su remate pasó por debajo de las piernas de Budimir, en fuera de juego por escasos centímetros. La repetición no sirvió para aclarar si el croata llegó a tocar el balón, pero sí para demostrar que en ningún momento molestó al portero. La cuestión es que el linier levantó el banderín y, cuando Vidal y Calleri ya celebraban el tanto, el colegiado lo anuló. Después hubo intercambio de opiniones entre futbolistas mientras la acción era analizada en el VAR. El final ya es conocido: el gol no subió al marcador. Es más. No subió ninguno en toda la tarde.

Autoridad a gritos. Lo malo de que los aficionados no puedan acceder a El Sadar por las restricciones derivadas de la pandemia de covid-19 es que Osasuna pierde a su jugador número 12, pero lo bueno es que los privilegiados que podemos presenciar los partidos desde la grada podemos escuchar con nitidez casi cada grito y casi cada conversación. Y ayer no fue una excepción, con el árbitro del encuentro, De Burgos Bengoetxea, como uno de los más escuchados. Y es que el colegiado bilbaíno habló alto y claro con varios futbolistas. Como cuando mandó callar a los jugadores suplentes del Valladolid ubicados en la grada por protestar sin ningún sentido una inexistente cesión de un defensor de Osasuna a Sergio Herrera. "¡Eh, hostia!", les dijo con cara de pocos amigos. Sin palabras malsonantes se dirigió luego a Moncayola para recriminarle que no protestara. "Monca, la mano abajo", le indicó para que dejara de gesticular. Y otro tanto ocurrió instantes después cuando se le escuchó con nitidez un "Orellana, sigue", tras reclamar el extremo del Valladolid una posible falta de Barja.