Osasuna ofreció el pasado lunes datos sobre la situación económica del club, cifras extraídas de la auditoría a 31 de diciembre de 2020 que acompañaba un texto explicativo en el que la entidad justificaba el significativo aumento de la deuda neta del club durante los últimos seis meses -de 31 millones de euros a 43- con dos factores principales: la pandemia de covid-19, por la que Osasuna calcula que ha dejado de ingresar 10 millones de euros en las dos últimas temporadas, y la reforma del estadio de El Sadar, cuyo coste real continúa sin revelar, aunque en la nota se comprometía a informar a los socios sobre el mismo y su forma de pago, aunque sin concretar una fecha.

Sobre las obras del estadio señaló el club lo que ya es sabido, la solicitud de un préstamo de 16 millones de euros, cifra a la que ascendía el presupuesto de un proyecto llave en mano que los socios eligieron por sufragio en febrero de 2019. También informó de “actuaciones sobre el estadio que el club ha ido realizando y que no estaban contempladas en el proyecto de reforma”, aunque sin precisar su coste. Sin embargo, como ya publicó este periódico, han propiciado un sobrecoste de al menos 5 millones de euros, elevando el precio total al menos hasta los 21 millones, aunque en algunos foros se especula incluso con que la cifra se haya disparado hasta los 23.

El compromiso adquirido por Osasuna de informar a sus socios del coste real de la reforma (a la que le siguen faltando detalles para su conclusión) llega cuatro meses después de que la Comisión de Control Económico le hiciera esa recomendación y de que alguno de los miembros de la nueva asamblea, cuya elección se encuentra judicializada, también se lo reclamara en el Navarra Arena. En la auditoría se indicaba que las cantidades pendientes de pago se irán “corrigiendo en la temporada 20/21 y siguientes”, pero los socios tendrá que esperar para saber cuánto y cómo.