Osasuna encontró la llave con Budimir para abrir un partido que empezó sin una sola rendija por la que entrara la luz, y que terminó con superioridad de los rojillos en su victoria, maquillada en el marcador por el Cádiz con un gol en el minuto 90. El delantero croata se ha convertido en el salvavidas de su equipo en las dos últimas jornadas -tres goles en dos encuentros- y ha engordado una cifra de goles lo suficientemente interesante como para que sea uno de los protagonistas del equipo en este curso, y uno de los atacantes con nombre propio para el campeonato. Budimir hizo un partido completo porque, no solo lo desatascó cuando se había vuelto un galimatías para Osasuna, sino que también jugó, se mostró para el despliegue y estuvo atento a las caídas a las bandas y a las ayudas. El ariete estuvo pletórico ante el Cádiz y se auto designó como el mejor argumento para un partido difícil, enredado por los andaluces, que entraron con mejor pie en El Sadar, y en el que hubo instantes en los que la falta de tensión o ausencia de necesidad jugaron una mala pasada.

Con protagonismo compartido entre Budimir, el imparable Manu Sánchez -otro partidazo del chaval-, el solvente Torró -lo cortó todo por arriba y salió al ataque una y otra vez-, Osasuna cumplió con la misión de ganar uno de esos partidos peculiares, en los que hay remar contras las dificultades, que son las que edifica el rival -el Cádiz ofreció buena imagen- y las que se ha buscado cada uno en la clasificación, ya bendecida con la permanencia en el caso de ayer de los dos equipos. Arrasate y su grupo llevan camino de terminar de nuevo con buena nota el curso, y eso habla de un proyecto solvente y compacto, en el que se ha sabido navegar contracorriente y en el que, además de ideas claras, se palpa compromiso. Brotes verdes después de tres temporadas es signo de salud.

Con el trabajo hecho con antelación, con la permanencia bien ganada, Osasuna y Cádiz ofrecieron un partido de subes y bajas, con una puesta en escena mejor por parte de los visitantes y recomposición paulatina de los rojillos con el paso de los minutos. Quizás el Cádiz estuvo más en su papel de esta temporada como equipo respondón y no aparecieron los osasunistas con el tradicional ímpetu que se les presupone en los días en los que ejerce de local. Por eso fue un partido difícil.

No hizo mucho Osasuna más allá de reponerse a las dificultades iniciales del Cádiz, un equipo organizado sin el balón y con las ideas claras, que se había apuntado la primera mitad del primer tiempo. A los rojillos les costó 20 minutos comenzar a sentirse en el partido y a operar con el balón. Poco después se atragantó con la pelota el Chimy, que lo envió a las nubes, y más tarde peinó la pelota Torró sin peligro para el portero. Casi nada en ataque.

Entonces, en la recta final antes del descanso, saltó el chispazo. Una conexión conocida porque ya ha pasado más veces. Manu Sánchez, el chaval con divisa atlética y futuro prometedor, mimó un centro que en la testa de Budimir se convirtió en daga. El cabezazo del delantero croata se marchó para dentro con la autoridad que impone en sus maneras un rematador consumado. No había pasado casi nada, pero Osasuna ya iba ganando. El Cádiz se fue a los vestuarios maldiciendo su suerte porque sus dos delanteros, Lozano y Saponjic, estuvieron muy cerca del gol, pero sus ocasiones se desbarataron ante Juan Pérez y cerca del poste.

La respuesta de Osasuna a un encuentro espeso reivindicó la agitación en la alineación que planteó Arrasate. Ocho cambios respecto al último once, protagonistas nuevos que fueron capaces de ofrecer resistencia, hablan bien de lo que se cuece puertas para dentro del vestuario.

Al Cádiz le dio vida tras el descanso un penalti extravagante pitado por el árbitro. Una pugna frente con frente, en la que los brazos de los dos rivales solo pueden ocupar su posición natural, fue decretada como pena máxima que se encargó de trasformar Saponjic. Fue una de las pocas apariciones de los amarillos, porque Osasuna comenzó a mandar en la contienda y no bajarse de ella.

Los tres cambios de Arrasate, con Moncayola, Roberto Torres y Enric Gallego en el campo, terminaron por darle una vuelta más a la manivela. Y a la media hora, Budimir se cobró la segunda pieza. Moncayola y Jony hicieron los trámites previos, y el atacante cambió la cabeza por la zurda en una maniobra acertada para escurrirse del defensa. El dominio de Osasuna fue absoluto en el tramo final del choque, con apariciones de Roberto Torres e insistencia de Manu Sánchez desde el flanco izquierdo. Un cabezazo de Enric Gallego, muy activo en todo momento, fue repelido por un defensa y con suspense, unos minutos después, el árbitro con el chivatazo del VAR dictaminó mano de un defensa. Roberto Torres no falló, como tampoco en el último minuto lo hizo un jugador del Cádiz para pintar de derrota digna un día de hegemonía y mando de Osasuna.

Poner emoción y carácter cuando no hay necesidad es un buen ejercicio de responsabilidad. Sobre ese alambre caminó Osasuna con la ayuda de Budimir.

Ficha técnica

Ficha técnica

3 - Osasuna: Juan Pérez; Nacho Vidal; Unai García, David García, Manu Sánchez (Juan Cruz, m. 85); Javi Martínez (Moncayola, m. 64), Oier (Torres, m. 64), Lucas Torró, Rubén García (Jony, m. 71); Chimy Ávila (Gallego, m. 64), Budimir.

2 - Cádiz: David Gil; Iza, Akapo (Garrido, m. 20), Alcalá, Mauro, Espino; Jonnsson, Garrido (Pombo, m. 77), Sobrino (Negredo, m. 77); Choco Lozano, Saponjic (Jairo, m. 69).

Goles: Budimir 1-0 (m.38), aponjic 1-1 (m. 50), Budimir 2-1 (m. 75), Roberto Torres 3-1 (m. 86), Perea 3-2 (m. 91).

Árbitro: Santiago Jaime Latre (Comité aragonés), asistido por Buena Mateo y Tresaco Escabosa. El colegiado aragonés mostró amarilla a David García y Nacho Vidal por parte de Osasuna. A Espino e Iza por parte visitante.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo sexta jornada de LaLiga Santander disputada en El Sadar a puerta cerrada.