El Chimy Ávila es un jugador que no deja indiferente a nadie. Luchador, peleón, puro corazón y, sobre todo, mucho picante. De hecho, el apodo Chimy es un apócope de Chimichurri, esa salsa picante que se puede aplicar a casi cualquier aspecto de su vida. Un futbolista salido del barrio y curtido en mil batallas. La última, la polémica que ha generado vistiendo una camiseta del ultraderechista Santiago Abascal.

Luis Ezequiel Chimy Ávila (6 de febrero de 1994) tiene una vida de película: creció en un barrio pobre de Rosario, coqueteó con la delincuencia, fue albañil, dejó el fútbol y volvió hasta convertirse en un ídolo del osasunismo. Criado en un barrio humilde del noroeste de la ciudad, junto a sus ocho hermanos, empezó en el mundo del balón yendo a entrenar descalzo y a caballo. Todo esfuerzo era poco para empezar con su gran pasión: el fútbol. Ese deporte que, como él mismo ha confesado en más de una ocasión, lo salvó de caer en las drogas y la delincuencia.

Empezó a jugar en Tiro Federal, club que, en 2013, lo denunció por un robo en las instalaciones y que llevó a la policía a detenerlo. Después, pasó casi dos años sin jugar al fútbol y pendiente de la salud de su hija pequeña, que luchaba por su vida en el hospital a causa de una afección a las vías respiratorias.

Comenzó a trabajar de albañil, recorriendo 30 kilómetros cada día con su bicicleta para ahorrar gastos. Un empleo que, con su espíritu luchador, le permitió seguir alejándose de las malas compañías y ahorrar algo de dinero. El fútbol le volvió a abrir una puerta a los 20 años. En febrero de 2015, por recomendación de Ángel Correa, llegó a San Lorenzo en condición de jugador libre. Y fue ganándose lentamente un espacio, jugando 30 partidos en la máxima categoría del fútbol argentino y proclamándose campeón de la Supercopa de su país antes de partir hacia España.

En el Huesca, terminó de explotar. Tras ser una pieza clave en el ascenso a Primera en un curso 2017/18 en el que anotó siete goles, continuó su progresión en LaLiga Santander, donde lejos de acusar el cambio de categoría mejoró sus cifras marcando diez goles. En verano de 2019, llegó a Osasuna en un fichaje que costó 2.7 millones.

Ahora, el Chimy Ávila lleva dos temporadas en Osasuna y se encuentra en plena negociación para ampliar su contrato, que actualmente le vincula a la entidad rojilla hasta 2023 con una cláusula de 25 millones. En estas dos campañas, marcadas por sus dos lesiones de rodilla, el argentino ha disputado 28 partidos, en los que ha anotado 11 goles (9 en Liga). El delantero se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda el 24 de enero de 2020 y el 9 de septiembre sufrió la misma lesión en la rodilla derecha.

Por su rendimiento en el campo, el Chimy Ávila se ha convertido en uno de los grandes ídolos de la hichada rojilla: es todo corazón, temperamento y garra. Un futbolista que, a sus 27 años, ha vivido el lado más duro del fútbol y de la vida hasta llegar a convertirse en una auténtica estrella. Una historia llena de trabajo, sufrimiento y mucho picante.