as expectativas abiertas con el regreso de la afición a El Sadar se vieron defraudadas, no tanto por el esfuerzo del equipo como por el resultado. Después de una productiva pretemporada, había argumentos para esperar un arranque de Liga en positivo, aprovechando la ola de buenos resultados y estados de forma. Todo ello aderezado con la vuelta a casa (sería más correcto decir con el estreno) de la hinchada, que también suma a la hora de inclinar el campo cuando los partidos se enredan. Eran evidentes las ganas de los rojillos por recompensar a los suyos por tantos días sin fútbol en vivo. Y, como era de esperar, el Osasuna que salió al rectángulo le puso mucha ambición a su fútbol, presionó muy alto, obstaculizó la salida de balón del Espanyol, le puso mucha fogosidad a una noche de calor y trató de resolver por la vía rápida. Pero los chicos de Arrasate se encontraron con un Espanyol muy ordenado, aleccionado para aguantar el primer cuarto de hora y, una vez pasado el primer agobio construir su partido a la contra y generar ocasiones de hacer gol, que las tuvo y algunas de las que no se perdonan. En realidad, ninguno de los dos entrenadores sorprendió al otro; los visitantes bloquearon los innumerables centros laterales con la buena actuación de sus centrales y del portero, mientras que en el cuadro local buena parte de la responsabilidad de mantener la portería inmaculada recaía en el estrecho marcaje de Unai García a Raúl de Tomás, en una lucha cuerpo a cuerpo sin concesiones que fue de lo más atractivo del partido. El 0-0 viene a dibujar al final ese equilibrio en el juego y en las oportunidades aunque, ya digo, la hinchada tenía muchas ganas de volver a celebrar un triunfo desde la grada.

Osasuna lo intentó todo, por dentro y por fuera, con balones a la olla y disparos desde los límites del área, aunque en unos casos con poca precisión en el servicio y en otros, con muy poco tino en el chut. Quizá fue por la ansiedad de comenzar ganando, pero hubo momentos de precipitación y un cierto nerviosismo al que no fue ajeno el árbitraje y su diferente criterio en la sanción de faltas y reparto de tarjetas. Para ser la primera jornada, hasta al propio Arrasate se le vio muy alterado ante las decisiones del colegiado. Pero es que hay mucho en juego y el efecto expansivo de lo que ocurre en el campo llega todos los rincones del club.

El partido mostró la cartas con las que va a jugar Arrasate esta temporada y, al mismo tiempo, las lagunas que ofrece el equipo. Recurrir a Rubén García como lateral, es alejar su inteligencia y talento del área del rival, pese a que su esfuerzo le lleva a doblar por banda una y otra vez. El entrenador también apostó, como se esperaba, por alinear dos delanteros acostumbrados a vivir en el área, aunque con Kike García cayendo a banda. El recién incorporado buscó opciones de remate mientras que Budimir nunca encontró una grieta para liberarse de la tela de araña tejida a su alrededor por el Espanyol. En este sentido, la entrada en juego de Chimy por el croata no aportó el revulsivo que el equipo sí encontró en la media hora final con un Javi Martínez muy participativo.

Volvió el fútbol y el público a los estadios. Quizá es la mejor noticia para comenzar. Nos acercamos a la normalidad.