- Las rachas de Osasuna tocaron ayer a su fin en el Ramón Sánchez Pizjuán, donde los rojillos encajaron ante el Sevilla su primera derrota a domicilio de la presente temporada (la tercera en total en lo que va de campeonato) y donde volvieron a perder en Liga, algo que no había sucedido en las últimas cinco jornadas de la competición. En cualquier caso, el 2-0 que ayer infligió el conjunto hispalense al navarro no debe ocultar el extraordinario inicio de curso del cuadro de Jagoba Arrasate, que suma 19 puntos en 12 jornadas, unas cifras que le sitúan ya a medio camino de su principal objetivo, la permanencia, cuando todavía no se ha consumido el primer tercio del torneo liguero.

Llegaba Osasuna a Sevilla con la vitola de ser el mejor visitante de las cinco grandes ligas europeas, contundente referencia basada en cuatro victorias (2-3 en Cádiz, 0-2 en Vitoria contra el Alavés, 2-3 en Palma contra el Mallorca y 1-2 en Villarreal) y aderezada por el soberbio empate sin goles del pasado miércoles en el Santiago Bernabéu contra el Real Madrid, pero ayer no ofreció su mejor versión. Es más, los rojillos tal vez completaron en el Sánchez Pizjuán su peor partido del presente ejercicio y terminaron pagando dos errores defensivos y las numerosas y obligadas rotaciones que introdujo Arrasate en su once inicial, que llegaron tras el devastador esfuerzo que hizo su equipo en Chamartín poco más de 48 horas antes de visitar a otro rival de Champions, invicto en su feudo y aspirante a todo.

Al entrenador de Osasuna no le quedó otra que introducir variaciones en su alineación porque los que jugaron en Madrid o regresaron lesionados o no dispusieron del tiempo necesario para reponerse del enorme desgaste acumulado en el Bernabéu. Para empezar, los rojillos pagaron cara su menor envergadura que en anteriores citas. El mejor ejemplo, el primer gol del Sevilla, obra de Diego Carlos (1,84 metros) al rematar de cabeza un córner en el que Rubén García (1,71) era el futbolista que más cerca se encontraba del central brasileño. También, por qué no decirlo, la falta de entendimiento entre algunos jugadores, como en el segundo gol, en el que entre Areso y Juan Pérez se hicieron un lío que dejó en bandeja el 2-0 para Lucas Ocampos. Y en ataque, poco que reseñar. Un remate cruzado de Oier en la primera parte y un disparo alto de Ontiveros en la segunda. Así acabaron las rachas rojillas.