"Llegaban diseminados y sin equipaje". Como frase que pone el colofón a una odisea, a un accidentado viaje en grupo, el periodista de Arriba España logró con su redacción poner énfasis a su crónica deportiva y verter unas gotas de épica sobre una rutinaria eliminatoria de Copa. ¿Era para tanto? Juzguen ustedes mismos: dos partidos con triunfo del visitante, un desempate en campo neutral, una avería en el autocar, traslados en taxis, llegada al campo al límite de la hora de comienzo, tormenta de agua, prórroga, expulsión de JuliánVergara y victoria por 2-0. Y el premio gordo: la obtención del pase garantizaba el regreso del Real Madrid a la ciudad cinco años después y una guerra mediante.

La España franquista pasó a denominar Copa del Generalísimo al popular torneo por eliminatorias que se disputaba desde 1903. En la edición de 1940 Osasuna quedó emparejado en la primera ronda (dieciseisavos de final) con el Gerona, que era entonces su denominación oficial. El club catalán también estaba encuadrado en la Segunda división, aunque ambos rivales competían en grupos diferente. El torneo se jugaba tras concluir el Campeonato de Liga.

En el encuentro de ida los rojillos ganaron 1-2, dicen las crónicas que beneficiados por el agua y el barro que cubrían el terreno de juego. La euforia quedó congelada en San Juan por la superioridad que exhibió el Gerona (2-3) ante un Osasuna que "hizo el ridículo porque jugó sin alma", según publicó Diario de Navarra.

Las normas de la competición imponían un tercer partido de desempate. Y debía de solventarse rápido; era domingo 19 de mayo y la ronda de octavos tenía programados los encuentros de ida para el jueves 23, festividad del Corpus Christi. El acuerdo entre los dos clubes no debió resultar sencillo, por lo que apuntan los periódicos. Parece que al final hubo de imponerse el criterio de la Federación Nacional: se jugaría en Zaragoza, el martes 21. Para Osasuna no suponía un desplazamiento largo y al Gerona le pillaba, como quien dice, de vuelta a casa.

Como los lunes no se editaba la prensa diaria (solo la Hoja del Lunes), los periódicos del martes ofrecían una curiosa mezcla informativa: en la misma página estaba impresa la crónica del segundo partido (derrotista a más no poder), la previa del desempate (con algún tinte más optimista) y el resultado del sorteo de la siguiente eliminatoria en la que el ganador quedaba emparejado con el Real Madrid, cuarto clasificado en una Liga 1939-40 que ganó el Athletic Aviación.

El incidente

Dos horas parados en Caparroso

El partido definitivo tendría como escenario el campo de Torrero; la hora de comienzo quedó señalada para las seis de la tarde. Faltaba un mes para el comienzo del verano y el día le había ganado horas a la noche por lo que se supone que no habría problemas de luz natural, ya que la artificial tardaría años en llegar a los estadios.

La expedición osasunista emprendió viaje desde Pamplona a las diez y media de la mañana. El entrenador circunstancial, Ramón Urrizalqui (Baltasar Albéniz dejó el puesto en abril al concluir la Liga), no había modificado sus planes durante el desarrollo de la eliminatoria. Repitió alineación en Gerona y en San Juan, y para el partido de Zaragoza solo realizó un cambio: causó baja el villavés Lorenzo Múgica y jugó en su lugar el pamplonés Emilio Peinado.

Presumiblemente, el viaje discurría con normalidad hasta que a la altura de Caparroso el autobús dio signos de fatiga. La avería no debía ofrecer una reparación sencilla; según cuentan las crónicas, la marcha quedó interrumpida durante dos horas. Tras un apaño de urgencia, se reanuda la marcha y "a duras penas se alcanza Tudela", apunta El Pensamiento Navarro. En la capital de la Ribera, los viajeros toman taxis para completar el viaje hasta Zaragoza. Algún periódico apunta que uno de estos coches también sufrió avería, aunque no abunda en los detalles. Como tampoco recogen si con tanta incidencia los futbolistas tuvieron tiempo para comer.

Mientras tanto, en Zaragoza, se aproximaba la hora del partido. Sin noticias de Osasuna, el Gerona comenzó a reclamar la victoria en el partido por incomparecencia del rival. El árbitro, el veterano Julián Ostalé, consultó con la Federación Nacional y le aconsejaron esperar. Media hora antes del inicio del encuentro comenzaron a llegar los jugadores de Osasuna. La cesta con el equipaje y las botas se demoró algo más. Para subsanar esa incidencia, Arriba España cuenta que el Zaragoza puso a disposición del equipo pamplonés todo su material. Santi de Andía, que asistió al partido como enviado especial de El Pensamiento Navarro, abunda que fue una iniciativa del exguardameta rojillo Julián Osés. Finalmente Osasuna jugó con su indumentaria habitual a tenor de una foto del partido publicada por la prensa local, aunque no es de buena calidad.

El partido

Dos goles en la prórroga

No hay referencias de que arrancara el partido con puntualidad; sí de que poco antes de comenzar a rodar el balón descargó una fuerte tormenta. Luego, los noventa primeros minutos del desenlace pueden resumirse en que el Gerona dispuso de las mejores ocasiones para marcar, pero chocaron con el guardameta rojillo, el gupuzcoano Tomás Eguía, en estado de inspiración.

En Pamplona, según cuentan, los aficionados se acercaban a las redacciones de los periódicos y a los cafés para recabar noticias del partido. En Gerona, según recogen los periódicos de aquella ciudad, se repetía la misma escena. La expectación no era fruto de una recarga de pasión futbolera; en realidad, unos y otros esperaban con ilusión ver in situ al Real Madrid.

En Torrero se había alcanzado la prórroga. Osasuna, lejos de acusar el esfuerzo, volvió al campo con más energía. Para sostenerles, desde las gradas recibían el apoyo de aficionados navarros, gentes que habían participado previamente en una numerosa peregrinación al Pilar. Llama la atención un apunte que aporta Arriba España: algunos de los hinchas rojillos entonaron el Riau-riau para animar a sus chicos.

La ambición de Osasuna sufrió un contratiempo en la primera parte de la prórroga al ser expulsado Julián Vergara por "producirse de modo violento contra un rival". Lejos de retraerse, el equipo rojillo mantuvo su actitud codiciosa y logró marcar dos goles en el segundo cuarto de hora de ampliación por mediación de Alberto Gastón. El Gerona también perdió un jugador por expulsión del defensa Llorenç Caritg.

La confirmación de la clasificación corrió rápido por toda la ciudad. Apunta El Pensamiento Navarro que hubo una espontánea manifestación de entusiasmo: tampoco es extraño porque desde que se reanudó la competición en 1939 Osasuna no había sido portador de buenas noticias.

Los apasionados del fútbol estaban de enhorabuena. Unos nueve mil se dieron cita para asistir al duelo con el Real Madrid (1-4). Una felicidad que no compartían los aficionados a los toros. Para ese mismo jueves estaba programada en Pamplona una corrida picada, con seis novillos de Parladé, con el siguiente cartel: Luis Ortega, Domingo González Dominguín y Pepe González Dominguín. Aunque hubo un agrio cruce de cartas y comentarios en prensa, la coincidencia obligó a desplazar el festejo al domingo día 29.