Para ser competitivo en Primera División, el Deportivo Alavés siempre ha necesitado construirse desde atrás. Tanto Mauricio Pellegrino como Abelardo Fernández, los dos entrenadores con mayor éxito en el banquillo albiazul desde el ascenso de 2016, fundamentaron su juego en una sólida estructura defensiva que, pese a no brillar por su talento o belleza, sí destacaba por su eficacia, la cual, no hace falta recordar, llevó al conjunto babazorro a una final de Copa y a pelear por Europa.

Por desgracia, y aunque ha habido tiempo para remediarlo, esa solidez que un día caracterizó al Glorioso ya no existe. En la actualidad, la zaga gasteiztarra es la más débil, junto a la del Levante, de la máxima categoría y, si José Luis Mendilibar no encuentra una solución inmediatamente -suponiendo que no sea demasiado tarde ya-, Mendizorroza deberá pasar dentro de muy poco por el mal trago que supone descender a Segunda y, además, de manera más que merecida.

Pues bien, el último ejemplo de esa notoria fragilidad defensiva se vio el sábado en el Wanda Metropolitano. Allí, en tierras madrileñas, nadie le exigía al Alavés que sumara los tres puntos, pero sí se le pidió que fuera competitivo y no ofreciera facilidades al Atlético. Algo que logró hacer durante 20 minutos en la segunda mitad, la cual permitió soñar con una sorpresa balsámica vista también la pobre versión de los locales; y que, sin embargo, no sirvió para nada debido a los continuos errores individuales.

El primero, y probablemente más llamativo, tuvo como protagonista a Laguardia, quien, a los diez minutos de partido, calculó de manera paupérrima la dirección de un centro lateral que terminó cabeceando Joao Félix, solo en el borde del área pequeña, al fondo de la portería defendida por Pacheco, con la mirada atónita tras semejante desacierto de su central. Una reacción, eso sí, lógica por parte del pacense teniendo en cuenta que, si en algo deberían ser superiores sus compañeros, es precisamente en las jugadas por alto.

Tras esa acción, el cambio de guión que propusieron los colchoneros dio tregua a la zaga babazorra. Ahora bien, solo hasta que el juego volvió a focalizarse sobre el área alavesista. Esto sucedió en la segunda parte, con el empate brillando en el electrónico; y, de nuevo, un fallo individual, esta vez de Lejeune, dio ventaja al Atlético. El francés, habitual en este tipo de acciones, pecó de pardillo y cometió penalti sobre Cunha, lo que desvaneció las esperanzas de conseguir un buen resultado en el Wanda.

Ante errores así, la realidad es que los sistemas, como bien adelantó Tomás Pina en su comparecencia del pasado jueves, pierden importancia. Ni el trivote, empleado ayer por Mendilibar para recuperar seguridad atrás, ni colocar ocho o más defensas va a surtir ningún efecto siempre y cuando las individualidades, que también se pueden trabajar en Ibaia, continúen ofreciendo un rendimiento muy por debajo del que se le presupone a un futbolista de Primera División.

Asimismo, la consecuencia de todo lo anterior es que, además de ocupar el farolillo rojo y tener cada vez menos opciones de lograr la permanencia, el Alavés es el segundo equipo, por detrás del Levante, que más goles ha encajado esta temporada. En concreto, 52 tantos que suponen el peor registro albiazul a estas alturas del curso desde que se ascendió, pues, hasta ahora, esa barrera había sido establecida en las 47 dianas recibidas del ejercicio pasado (2020-21).

SIN OPORTUNIDADES Mientras tanto, lo extraño es que, al contrario que en otras posiciones, el técnico de Zaldibar no ha querido probar alternativas en la zaga. Salvo en el lateral derecho, donde Tenaglia le quitó el puesto a Martín, la defensa se ha mantenido invariable siempre que las circunstancias -lesiones o sanciones- así lo han permitido. Y eso que tanto Matt Miazga como Ximo Navarro podrían haber ofrecido un perfil diferente a una línea que genera más problemas de los que soluciona. Sobre todo, en lo que respecta a las acciones a la espalda.

Jornada 30. Tras su derrota (4-1) frente al Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano, el Deportivo Alavés no solo terminará la 30ª jornada de liga en el farolillo rojo, sino que, además, lo hará aún más alejado de la permanencia. El empate entre el Valencia y el Cádiz, quienes midieron sus fuerzas ayer en Mestalla, permitió a los pupilos de Sergio González sumar un punto y, de esta manera, colocarse con 28. Esto es, seis más de los que tiene el conjunto babazorro en su casillero (22). Mientras tanto, el Levante es penúltimo con idéntico registro al albiazul y, cerrando la zona de descenso, continúa el Mallorca con 26.