Oier Sanjurjo Maté (Estella, 25/5/1986) disputó ayer su último partido como jugador del primer equipo de Osasuna y, cómo no, lo hizo formando en el once inicial de Jagoba Arrasate y portando el brazalete de capitán. En lo que se refiere al aspecto deportivo, no fue la despedida perfecta porque los rojillos cayeron (0-2) ante el Mallorca en El Sadar, precisamente el mismo rival y el mismo escenario de su debut oficial con la zamarra del conjunto navarro (en un partido de Copa en diciembre de 2007), pero otro asunto bien distinto es el aspecto emocional, ya que el estellés se llevó el cariño de una grada que le tributó varias ovaciones antes, durante y después del partido.

El nombre de Oier fue coreado por vez primera cuando sonó por megafonía como uno de los componentes de la alineación titular. También cuando completó alguna acción de mérito sobre el terreno de juego. Pero los vítores más atronadores llegaron cuando fue sustituido por Roberto Torres en el minuto 72 y durante la vuelta de honor que dio al término del partido en compañía de sus tres hijos y acompañado en la distancia por compañeros y técnicos. Fue emocionante. Tanto, que Oier no pudo contener las lágrimas.

l Cambio entre capitanes. Oier fue sustituido en el minuto 72 por Roberto Torres, momento en el que le cedió el brazalete.

l Sus seres queridos. La familia de Oier no se perdió el homenaje que le tributó Osasuna al capitán el pasado jueves en El Sadar y ayer también estuvo presente en la grada del estadio en el último partido del estellés, una expedición encabezada por su esposa, Joana Octavio, y los tres hijos de ambos, Adur, Jon y Aiala, con los que dio la vuelta de honor al término del encuentro; sus padres, Rafa Sanjurjo y Ana Maté; sus hermanas Andrea e Irene; así como sus suegros, Carlos Octavio y Susana Olaetxea; sus cuñados, Andrés Casas, marido de su hermana Andrea, y Mikel Octavio y Raquel, además de los hijos de estos dos últimos, Eneko y Malen, sin olvidar a los consuegros de los padres de Oier, Javier Casas y María Jesús Napal.

"Ha sido la traca final, con El Sadar, mi segunda casa, llena y aplaudiéndome. Me ha puesto los pelos de punta y me he emocionado".