Está Osasuna tan justico en este momento de la temporada que los jugadores y la hinchada celebran la conquista de un punto como si fueran tres. Así andan las cosas mientras que el equipo trata de recuperar su naturaleza y de sacudirse de encima el dilema de los objetivos: si la permanencia es mucho o es poco como reto. Es todo, me parece a mi, pero nunca una excusa para no ser más ambiciosos. Con este viejo runrún como telón de fondo, la presencia de la Real Sociedad en Pamplona despertaba tanto respeto (yo diría que hasta admiración) que la afición acudía al estadio como quien va a asistir a una ejecución.

Los antecedentes de los últimos duelos, la secuencia de derrotas, pesan como una losa, por lo que no sé si al final todo el mundo celebró tanto el no perder como el empatar. Y eso que el partido comenzó como aquellos desafíos en el frontón de la Mañueta en los que el favorito concedía ventaja y el saque a su contrincante. El gol de Moi Gómez, cuando no habían transcurrido ni 120 segundos, puso el duelo donde Arrasate quería; en adelante, se trataba de ejecutar el plan con más serenidad, de esperar a la Real Sociedad, de cerrar los espacios, de no conceder remates. En suma, había que volver a levantar esa fortaleza defensiva en la que tantas veces ha encontrado refugio Osasuna a lo largo de su historia cuando los recursos humanos no le daban para empresas más ambiciosas.

En líneas generales, las paredes del edificio resistieron, en buena parte por la disciplina y el esfuerzo de los futbolistas y, de manera especial por las intervenciones de Sergio Herrera. Esta vez el portero no solo sumó sino que dejó una parada antológica a un cabezazo de Mikel Merino. Tiene importancia, pues, el punto por lo que supone de reconstrucción de los cimientos aunque, no hay que ocultarlo, fuera a costa de alejarse del área de la Real, entregar el balón, y contar con los dedos de una mano los intentos de disparo contra el marco de Remiro. Así las cosas, este empate nunca puede ser mal recibido.

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El 1x1 de Osasuna ante la Real Sociedad DIARIO DE NOTICIAS

Pero lo que vale para enfrentarse a la Real Sociedad no es lo que requieren los rivales que asoman de forma inmediata en el calendario. Intentar ganar a Cádiz, Rayo Vallecano y Mallorca exige la puesta en práctica de otro fútbol que obliga a no renunciar a la posesión de la pelota, a atacar más y a seguir puliendo los desajustes defensivos. En este sentido, el partido volvió a dejar en evidencia a Catena; Sadiq, como ya le hizo Morales la pasada semana en Villarreal, le ganó la partida por velocidad en la jugada del empate. Este error se sumaba al cometido a poco de iniciarse el encuentro por una deficiente cesión de balón a Sergio Herrera, que hubo de poner su pecho para evitar el disparo a gol Sadiq. Ahora mismo, Catena no es el que llamaba la atención en el Rayo y ese es uno de los puntos débiles de Osasuna. Quizá sería el momento de probar con Herrando, medida que no pondría nada en tela de juicio, como no lo pone colocar a Juan Cruz en la demarcación que vino a ocupar Mojica. ¿O sí?

Recibamos pues este empate como un paso adelante, aunque el equipo siga recibiendo goles, no imponga autoridad como local, no gane desde octubre y de los quince últimos puntos en litigio solo haya sumado dos. Quedémos con que Arrasate dio con la tecla, acertó en el planteamiento y los futbolistas hicieron un esfuerzo descomunal ante ese equipo que acostumbra a jugar tan bien al fútbol. Y el que no se consuela es porque no quiere.