Si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato. Ya es casualidad que en la jugada polémica del Barcelona-Osasuna de la Supercopa, en la dinámica real del juego parezca que existe una falta a Arnaíz y, en concreto, parezca que existe un rodillazo en el coxis y que, de hecho, el jugador haga gestos de dolor propios de haber recibido un golpe en dicha zona. Por ello se va al suelo, paralizado por un impacto en una zona sensible, donde un contacto en carrera duele y sorprende al venir por detrás.

Momento de la infracción a Arnaiz, con Osasuna saliendo desde atrás.

Y toda la acción a tiempo real indica lo mismo. Que Arnaiz llega antes al balón, lo tiene controlado, el zaguero del Barcelona le tiene a tiro, le atropella, se le escapa un golpe porque quiere meter la pierna para robar la pelota y le golpea en la rabadilla. La caída posterior del jugador al suelo con las manos en las lumbares no puede ser más indicativa de ello. De ahí que Xavi dijera que "la hubiera pitado en directo, porque parecía falta" y que Sergio Herrera manifieste que es una "falta mítica del fútbol", porque es una infracción habitualmente señalada cuando se realiza una presión en salida desde atrás. El técnico culé vino a añadir otra cuestión al debate: "En la repetición se ve que no hay nada". Pero se le olvidó mencionar que no existió una imagen retransmitida por la televisión que ofreciera una buena toma de la falta. 40 millones pone Arabia para llevarse allí una Supercopa y que el golpe en el coxis se tenga que ver en vídeos por redes sociales.

Tres jugadores de la medular rojillo reclaman al árbitro la falta y el Barça puede armar la jugada del gol.

No se trata, como dijo Rafa Alkorta, comentarista de Movistar +, de que no hubiera nada punible porque Christensen se anticipa y roba limpia la pelota y que Arnaiz se tenía que haber levantado como un rayo porque "flaco favor le hizo a su equipo", dijo el bilbaíno, exdefensa y exdirector deportivo. Difícilmente con dicho golpe un jugador pueda ponerse en pie de inmediato. Pero el árbitro, Muñiz Ruiz, que a falta de criterio unánime bien destacada sí que fue su colocación y cercanía al juego, se tragó el silbato. Y la consecuencia fue decisiva para el devenir del partido.

Gundogan recibe la pelota sin nadie encima.

Después de que el volante rojillo caiga al suelo, hasta tres compañeros que acompañaban la jugada de cerca bren los brazos y se quedan quietos ante una falta que entienden evidente. Son Aimar, Iker Muñoz y Moi Gómez, este quizás el más ostensible en sus gestos. Dicha desconexión de la medular rojilla con el juego, motivada por la ilógica decisión del colegiado, motiva que Christensen entregue una pelota sin oposición a Gundogan, que recibe con un páramo a su espalda. El alemán se cambió la pelota de pie y se la entregó a Lewandowski, también ausente de posibles rivales rojillos que le atosiguen. De hecho, David García también se queda paralizado un instante y pierde su referencia al entender que el árbitro iba a indicar la infracción. El delantero polaco aprovechó el caos que generó el silencio de Muñiz Ruiz. Recortó en el área e hizo gol colocando la pelota cruzada al poste.

Lewansdowski recibe el pase, con la defensa mal perfilada porque también se había desconectado de la jugada.

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El 1x1 de Osasuna ante el FC Barcelona DIARIO DE NOTICIAS