Oier Sanjurjo, excapitán de Osasuna, cuenta con una dilatada experiencia en partidos de altos vuelos como el Athletic-Osasuna de Copa del Rey. Suyo es el gol que dio la última victoria liguera de Osasuna en San Mamés, el 16 de febrero de 2020, con un tanto en el minuto 29 que obligó al equipo a aguantar las embestidas bilbaínas durante más de 60 minutos de encuentro. El equipo afrontaba su primera temporada tras el regreso a la máxima categoría, y aguantaba un heroico partido con el gol del 6 rojillo, rompiendo la racha de partidos sin ganar en San Mamés que arrastraba el club desde el año 2007.
¿Qué significó ese partido en San Mamés?
–Lo recuerdo como un momento clave para la temporada. Después de haber subido de categoría, en la era Arrasate, el objetivo era la salvación. Ese partido nos dio un balón de oxígeno importante, nos dejó con más de 30 puntos en la clasificación, alejándonos de posiciones peligrosas, aunque no sabíamos que dos semanas más tarde nos iban a confinar.
¿Sirvió ese partido para tranquilizar al equipo sobre el objetivo de la permanencia?
–Nos dio esa tranquilidad clasificatoria. Había expectación de si íbamos a conseguir mantener la categoría en Primera o no, y en la primera vuelta el equipo lo hizo fenomenal. El haber conseguido una victoria en San Mamés, con la rivalidad y el picante que tiene para los aficionados, y ofrecer esa victoria a todos los que nos vieron fue especial. Además, ya de forma individual, fui afortunado por poder meter el gol que le dio la victoria al equipo.
¿Cómo es aguantar una ventaja de un gol en San Mamés durante 60 minutos?
–Ya no es sólo que ganamos sino cómo lo hicimos. Para ganar en ese campo hay que sufrir y saber aguantar, te tienes que poner el mono de trabajo y sostener el resultado. No es nada fácil, es un equipo que, históricamente, siempre aprieta mucho en ese campo, y no es de extrañar que gracias a ese ímpetu y ese empuje que tienen puedan dar la vuelta a los resultados. Fue un trabajo grupal enorme, un despliegue físico colosal, de empuje, de sujeción... Recuerdo que en los últimos minutos el Athletic merodeó el 1-1, pero con las paradas de Sergio (Herrera), el palo y el trabajo defensivo supimos mantenerlo.
¿Cómo se vive un partido entre Osasuna y Athletic como jugador?
–Intentas evadirte un poco del picante que hay entre aficiones. Al fin y al cabo, todos somos, o hemos sido, compañeros de profesión y tenemos que estar atentos a lo que pasa en el juego. Nos abstraíamos de ese ruido ambiental y nos centrábamos en el partido para poder sacar ese resultado adelante. Históricamente, los resultados de Osasuna en San Mamés no han sido los mejores, entonces nosotros vamos con esa ilusión de poder revertir esa tendencia. Ganar allá lo hace doblemente especial.
¿Cómo es jugar en San Mamés?
–El Athletic es un club histórico, con una filosofía que tiene su mérito poder mantenerla, y que siempre ha tenido equipos muy físicos, con jugadores generosos en el esfuerzo y con mucho talento. San Mamés siempre ha sido una plaza complicada. A eso le añades que el ambiente futbolero en esa ciudad es elevado, pero no es algo que nos sorprenda, ya que en Navarra y en el Sadar tenemos algo muy parecido.
¿Cómo ve al equipo de cara al partido de Copa?
–Hace algo más de un mes el equipo creo venía con más frescura y alegría en el juego, que son argumentos que te hacen ser más optimista. Esto no quiere decir que Osasuna no pueda derrotar al Athletic Club en San Mamés, pero el equipo lleva una racha de siete partidos sin conocer la victoria, y en estos momentos puede que la moral de los aficionados con respecto a los aficionados sean más bajas. El Athletic está muy fuerte esta temporada, y en su campo aún más. Puede que el buen juego de hace un mes fuera un argumento notable al que agarrarse para llegar con confianza al encuentro. De todos modos, las estadísticas en su campo indican que Osasuna ha estado sacando unos resultados que históricamente no se han dado, con buenos resultados, y creo que es algo a lo que nos podemos agarrar. Ha habido momentos de puntuar y de jugarles de tú a tú.
¿Cómo ve la rivalidad que existe entre aficiones?
–Ese pique que puede existir, más desde mi punto de vista, tiene que ver con la fuga de jugadores. Al final, el equipo con más poderío económico impone su ley, y tenemos aquí esa resignación, porque el talento se fuga y no puedes hacer nada contra las reglas del juego. Esa resignación hace que te reveles contra el más poderoso, pero Osasuna lo que tiene que hacer es seguir trabajando para ser un club atractivo para los jugadores, que es algo que lleva haciendo muy bien durante muchos años. De todos modos, esta rivalidad o este picante no debe pasar a los improperios y demás. Esa salsa, ese picante creo que ha sido algo positivo, sin que se crucen límites. La sociedad actual, en ese sentido, creo que ya ha aprendido a relativizar y en ese sentido, ya sabe controlar ese posible odio o mala leche.
¿Qué haría como capitán si pudiese jugar el partido frente al Athletic de Copa?
–Daría el máximo, como todos mis compañeros. Se suele pensar que el capitán tiene como un estatus superior o algo así, pero no. Al final tienes una responsabilidad extra, y más en este tipo de partidos. Al final velas para que haya una armonía, que se cumpla lo que quiere el entrenador, que haya buen ambiente, corregir cosas que no te gustan... Debes coordinar muy bien y conocer a tus compañeros para garantizar que todo salga lo mejor posible.
¿Qué consejo le daría al equipo para afrontar el partido?
–Afortunadamente, la plantilla actual de Osasuna cuenta con jugadores que ya están curtidos en este tipo de partidos en Primera División. De todos modos, sí que les diría que habría que mantenerse alerta en todo momento, ya que es un estadio que no te da tregua en ningún momento y los errores pueden penalizar muchísimo. Es un campo que no permite ningún momento de relajación. Son equipos muy físicos y potentes, y necesitas mantener esa concentración hasta el minuto 96, por decirlo así. En ese aspecto también, es un partido en el que va a hacer falta redoblarse en los esfuerzos, porque va a ser muy exigente físicamente. Se trata de hacer un esfuerzo tras otro, para que el planteamiento surta efecto, y sin tirar la toalla.