Jose García Maurín (Pamplona, 13/01/1997) atiende a este periódico desde Andorra, lugar donde juega en el Inter d’Escaldes. Repasa su carrera con una clarividencia y una autocrítica que sorprende para quien solo tiene 28 años. No pone ni una excusa y analiza todo desde una tranquilidad que traspasa la línea telefónica. Eso sí, a la hora de hablar de Osasuna, sigue mostrando la misma pasión que siempre.

 ¿Qué tal está?

–Me encuentro en un momento bueno de vida en general. Estoy muy feliz con con mi mujer, con mi hijo, que al final es lo primordial. Mi familia está bien, que es algo que tenemos que valorar. Además me he reincorporado a los entrenamientos después de varias lesiones e, inconscientemente, es algo que te hace estar más feliz.

Eso le iba a preguntar, ¿Cómo ha llevado el tema de las lesiones?

–Pues primero me lesioné del cuádriceps justo cuando llegué a Andorra. Llevaba un tiempo parado y por las ganas me acabé lesionando. Me costó recuperarlo porque es una zona del golpeo. Cuando volví me gané ser titular en un partido importante y en el minuto 10 me rompí el isquio. Además, no soy un jugador de lesiones musculares. Así que mentalmente me costó, sobre todo la segunda por el momento en el que me llega. Pero ahora después de este mes de enero entrenando me estoy encontrando ya a muy buen nivel, así que tengo ilusión de demostrar.

Volviendo al inicio de su carrera, debutó joven. ¿Cómo lo llevó?

–No quiero decir que no lo valoré, porque no es la palabra, pero cuando entras en la rutina de entrenar todos los días con el primer equipo lo ves como normal. Es como el que se levanta con su novia. El primer día le hace ilusión, luego se va haciendo a ello y lo ves como algo rutinario. Lo viví muy joven y obviamente no tenía la madurez de un jugador de 21 años, pero al final veía normal entrenar todos los días con el primer equipo cuando obviamente no lo es. Lo piensas ahora que tengo 28 años y digo: “Es que aquello no era normal.” Acabas normalizando entrenar todos los días en unas instalaciones maravillosas, en las que buscan que estés feliz y no es que no lo valores, sino que piensas que eso es lo normal. Cuando luego he ido bajando de categoría dices: “Joder, es que estaba a un nivel muy alto” y era muy bonito.

“Los vídeos de ‘El Día Después’ son una anécdota bonita. Al llega a Andorra un compañero me preguntó si conocía al niño aquel” (risas)

¿Tuvo demasiado foco para ser un chaval de 16 años?

–Tuve la suerte de no sentir nunca presión porque el club nunca me la puso. Soy un jugador muy exigente conmigo mismo, y lo sigo siendo en ciertos sentidos. Pero me pasa en todos los ámbitos, incluso cuando cocino, que es algo que me encanta. Al final tenía 17 años y quería ser titular en Segunda. La realidad es que tener paciencia es bueno. Esa exigencia, a la vez que me ha hecho llegar a lo más alto y tener esa capacidad de ser más maduro, también me ha hecho tener enfados que igual no debía en momentos puntuales. Pero el club como tal nunca nunca me la puso, siempre fueron con calma conmigo.

Jose García, celebrando la permanencia del equipo en Segunda División tras empatar en la última jornada de Liga en el partido contra el Sabadell. Mikel Saiz

¿Cómo gestionó pasar de ser un chaval a una persona conocida?

–Lo noté un poco en la calle. Cuando estás con tus amigos y en tu día a día sigues haciendo lo mismo, pero es cierto que de un momento a otro sientes que cuando entras en un bar te señalan o te miran. Sobre todo porque al final éramos muy jóvenes, mis amigos lo notaban y se reían, incluso yo había momentos en los que no podías hacer cosas que hacían tus amigos. He seguido con mis amigos en Ansoáin, saludando a todo el mundo, pero también es cierto que enAnsoáin siempre se han portado muy bien conmigo, con mucho respeto. Al final me siento uno más. Nunca me han gustado los lujos del fútbol ni esas tonterías, entonces creo que siempre he sido muy normal. 

Viral en El Día Después

Usted fue viral antes de que existiese ese término con los vídeos de ‘El Día Después’...

–Recuerdo la primera semana en la que empecé a entrenar con el primer equipo, que aquello fue muy mediático, pero lo que he dicho, yo lo veía como como algo normal. Sí que te mandaban fotos o vídeos y claro que te hacía ilusión.

¿Le ha perseguido mucho ese tema a lo largo de su carrera?

–Mira, la única vez que no me ha pasado llegar a un equipo y que se ponga ese vídeo justo ha sido este año, cuando llegué al Inter en Andorra. De hecho, como anécdota curiosa un compañero me preguntó: “Oye, ¿entonces jugó alguna vez con el chico este que que salió en la tele?” Y le dije: “Soy yo, ¿lo sabías?”. Pero siempre que he llegado a un equipo nuevo, los compañeros sobre todo... al final es un vídeo gracioso y se comenta. Se podría decir que me persigue (se ríe). Al final es una anécdota muy bonita que hace ver que hay gente que siente los colores desde muy joven y luego tiene la suerte de poder debutar con el equipo de de sus sueños. 

Sus años en el primer equipo coincidieron con una época complicada de la entidad, ¿cómo lo recuerda?

–Cuando debuté todavía no había saltado el boom de lo de después y que el club estaba muy mal. Pero al final yo tenía la inconsciencia de un chico de 17 años que entrenaba con sus ídolos. Todo era maravilloso. Entonces, yo no veía lo mal que estaban las cosas. Estos meses que he estado con Roberto (Torres) me recordaba cosas y cómo él lo vivió y lo ves desde otro punto de vista. Además él era uno de los capitanes. Aunque luego mirando ahora como está el club y los últimos años sí que que te da pena no haber estado en una época más dulce.

Tuvieron que saltarse el último paso de formación por la necesidad del primer equipo... 

–No tuve mi etapa de juvenil. Es cierto que el club intentó que algunos diésemos un paso adelante un poco como el Barcelona ahora. Creo que con la con la organización que hay ahora en Osasuna tienen mucha paciencia con los jóvenes. Mira Aimar, ahora estamos viendo que es un jugador importantísimo pero no debutó con el primer equipo hasta los 20 ó 21 años. Pero en ese momento no se podía tener esa paciencia y no había esa estructura de club que sí que hay ahora. Pero bueno, si hubiese hecho diez partidos maravillosos con el primer equipo, me lo hubiese ganado. Creo que ambas partes no estuvimos a la altura. 

“Tener a mi hijo me cambió la perspectiva de todo, es lo que más quiero en este mundo”

En esa generación había muchos jugadores en los que había muchas expectativas. Olavide, Otegui, usted... pero luego no se quedó casi ninguno, ¿qué ocurrió?

–Qué nombres. Olavide, Otegui...mucha calidad. Lo que pasa es que el fútbol pasa muy rápido y tienes oportunidades y si no estás fino en el momento adecuado... Tuvimos que madurar y dar un salto bastante grande muy rápido y a veces no estás preparado, pero el fútbol tiene muchos caminos y los hemos explorado.

El adiós a Osasuna y los mejores momentos

¿Cómo recuerda su salida?

– No participé mucho y además yo sentía que mi ciclo había acabado. Con el director deportivo y con el mister de entonces tampoco tenía mucha relación y sabía que había acabado. Tengo el recuerdo de la celebración del ascenso en la que estaba muy triste ya que sabía que ya no iba a seguir.

¿Su mejor momento en Osasuna?

–Me quedaría con el debut y esos meses que pasé con el primer equipo cuando estaba en Primera.Disfruté y aprendí mucho con Javi Gracia. 

Después de salir de Osasuna ha tenido un periplo importante por diferentes equipo, ¿eso le ha hecho crecer como persona?

–He tenido un poco de mala suerte porque he tenido que cambiar de equipo durante la temporada varias veces. Una porque me firma el Extremadura, otra porque, pues bueno, tuve una una época un poco mala personal tras el fallecimiento de mi padre cuando mejor estaba en mi carrera. En el Extremadura, por ejemplo, que tenía una gran ilusión, tuvimos un año y medio de impagos. Pero no me quejo, el fútbol me ha permitido jugar en un montón de sitios muy bonitos, tener experiencias y también tener tranquilidad económica. También he podido aprender de muchos entrenadores y, además, no he tenido ningún descenso por suerte aunque ha habido sitios donde he jugado menos de lo que me hubiese gustado.

¿El tema de los impagos tiene que ser algo difícil de gestionar no?

– Era un vestuario que económicamente no teníamos problemas en el día de la día. Y eso hace que no te afecte tanto como si, por ejemplo, vivieses igual al día. Pero al final nos mentían semana sí y semana también, mentalmente te afecta. E ir todos los días a entrenar y dar la cara por alguien que te está engañando y te habla de maneras no adecuadas, pues afecta. Eso sí, tengo buen recuerdo de ese año, como algo bonito porque mi mujer estaba embarazada, entonces no me afectó tanto como como igual lo hubiese hecho en otro momento.

“Acabas normalizando entrenar todos los días con tus ídolos y con los años te das cuenta de que no es lo normal”

¿Cómo le marcó el fallecimiento de su padre?

–Me acuerdo estar en Salamanca y mi padre estaba viéndome jugar. En un momento le empezó a temblar un brazo y lo llevamos al hospital. En cuanto le hicieron las pruebas le detectaron cáncer de pulmón y metástasis. Nos hicieron ver desde un principio que era difícil que saliese adelante. Falleció en febrero y yo, como en el día a día no estaba con él, al principio me afectó menos. Hasta que llegó verano. Mi padre siempre me acompañaba a todas las pretemporadas hasta que me adaptara al sitio. Entonces cuando llego a Baleares me acuerdo que se me vino todo encima. Viéndolo con perspectiva caí en una pequeña depresión y no supe pedir ayuda. Pero lo bonito es que tengo miles de recuerdos maravillosos de él porque para mí sigue siendo una persona superimportante. Incluso mi hijo, por ejemplo, sabe quién es, le he hablado mucho de él, le ve todavía en fotos. Aunque nos de pena, pues le recuerdo siempre con una sonrisa y sé que me ayuda a su manera.

Ahora el padre es usted, ¿le cambió mucho la vida? 

–Sí. Empecé a ver las cosas un poco diferentes. Cuando llegas a casa de una lesión, de una derrota o de un día malo, de alguna manera siempre te saca una sonrisa. Los niños son muy listos y saben cuándo estás mal, cuándo darte un beso y para eso mi hijo es muy cariñoso. Luego por mi trabajo puede estar en el día a día con él, que sé que hay padres que tienen un trabajo de ocho horas y no pueden y por suerte he vivido muchísimo tiempo con mi hijo. Es la mejor experiencia de mi vida, es lo que más quiero.

¿Y cómo acaba en Andorra?

–Llevaba un año parado con una lesión de rodilla y otro en Tercera en Madrid que no me encontré del todo bien y quería una motivación fuera de España. Quería resetear y me salió esta oportunidad y la cogí con mucha ilusión porque es un equipo que, aunque es una liga menor por así decirlo, está creciendo y además luchas por el título de liga que te hace ir a una competición europea, y eso es bonito. Así que no me lo pensé mucho cuando me llegó la oferta. Lo hablé con mi mujer y nos vinimos para aquí. Es un entorno muy bonito, muy rural, muy de montaña, que a mí personalmente el norte me gusta mucho, entonces estamos muy contentos.

Y con Roberto Torres hasta hace un par de semanas....

–Su llegada a mí me dio mucho en lo personal y en lo futbolístico. Es un amigo y además un referente. Era un chico de la casa que más o menos estaba en mi posición y sé lo que lo que él tuvo que pelear por ser quien fue en el primer equipo. Y ahora pues somos grandes amigos, para mí ha sido una experiencia inolvidable. Me ha dado mucha pena su marcha, aunque inconscientemente también me ha alegro muchísimo por él porque creo que se va a un sitio muy bonito y con la posibilidad de ascender a Segunda. 

El futuro de Jose García

Aún le quedan años, ¿pero ha pensado qué va hacer al acabar su carrera?

–Últimamente pienso más en ello. Sí que es verdad que tengo 28 años, pero sí que me gustaría ser entrenador. También sé que eso son muchas horas y muchos fines de semana cuando yo estoy desde los 16 años sin tener fines de semana libres. Entonces, inconscientemente, la cabeza piensa muchas cosas. Me encantaría ser entrenador, pero hay que analizar muchas cosas. Lo que sí que me gustaría estar ligado al fútbol. Me gusta analizar partidos, estudiar rivales...

Si le gusta analizar, podría dedicarse a los medios de comunicación... 

–Si es en un estilo de analizar partidos y rivales a posteriori, por ejemplo, sí que me veo. Siempre he dicho que Álvaro Benito es una persona que me encanta como lo hace, aunque es verdad que él dice que es del Madrid, nunca se le ven los colores. Es un tema que sí lo he pensado.  

¿Quién es el que más le ha marcado en su carrera?

–Como entrenador, porque fue el primero y el que me hizo debutar, Javi Gracia. Luego Javi Lerga creo que es el que más ha apostado por mí porque siendo primer año juvenil ya me llevaba al Promesas. También Alfredo me ha querido mucho. Me acuerdo cuando me fastidié la rodilla me dejó recuperarme con él en Fuenlabrada. Y de base me acuerdo de Jonathan. Te diría a esas personas, como entrenadores. Como compañeros, seguramente te diría Roberto Torres porque en estos tres meses hemos hecho una amistad muy grande y sé que siempre ha tenido unas palabras maravillosas hacia mí.

Sigue los partidos de Osasuna...

–Cuando tuve al niño dejé de ver mucho fútbol, pero los partidos de Osasuna, tengo un acuerdo con mi mujer para verlos. Soy de Osasuna y me gusta seguirlo. Incluso soy de los míticos pesados que en el grupo de la cuadrilla comenta las acciones. Me gusta mucho cómo juega Osasuna. Sigue con su característica de ser un equipo jodido, muy complicado de que le ganen.