Pues si, hablamos poco de Rubén García, y perdón por la autocita. La exquisitez del valenciano en el golpeo de balón ha puesto a Osasuna en órbita: 44 puntos, permanencia ya garantizada y metidos en la lucha por volver a Europa. ¡Quién lo hubiera dicho hace un par de semanas! No sé si este triple salto tiene que ver con un adocenamiento de los equipos de la clase media o con una mejora de última hora de las prestaciones de Osasuna.

Pretendiente de la Conference

O con las dos cosas a la vez. Me quedo con esto último. Encadenar tres victorias consecutivas convierte a un candidato al descenso en un pretendiente de la Conference League. Pero hay que ganarlos y esto no había sucedido en los dos ejercicios anteriores. Ya decía Luis Aragonés que el magro de la competición se ventila en los últimos meses. Y Osasuna ha llegado a este tramo con ánimos renovados (más ánimos que fútbol, pero no es momento de ponerse exquisitos).

Siguen asomando en los partidos vicios reconocidos, pero por trabajo o por suerte –la parada de Sergio Herrera al postrero cabezazo de Saúl amarró dos puntos tras una segunda parte más atolondrada que sensata–, por lo que sea, los rojillos resuelven a su beneficio los envites. Se juntan muchas cosas que escapan al control de los protagonistas: intervenciones favorables del VAR, penaltis que ayudan, rivales de capa caída, expulsiones...

Los jugadores celebran el gol de la victoria Unai Beroiz / Oskar Montero

Pero también hay otras muchas que nacen del trabajo día a día: cambios en el dibujo, dar con una alineación de esas que el hincha repite sin detenerse a pesar, futbolistas que encuentran y desarrollan su rol, diálogo y autocrítica en el vestuario... Tratándose de Osasuna, sería mezquino insistir en que el equipo ha salido a flote sin hacer un juego que enganche, de guirnaldas y farolillos, arrastrando esa dificultad para cerrar los partidos que por lo general ha tenido de cara, sin saber cómo encarar a un contrincante diezmado por una tarjeta roja, ya sea Las Palmas o Sevilla, encadenando cambios que son difíciles de entender...

Los hándicaps

El desarrollo del choque de ayer es un compendio de todo lo anterior; el grupo de Vicente Moreno resolvió el envite con un disparo a balón parado, sin otros remates que subrayar, sin abordar la defensa del Sevilla en jugadas asociativas o con esas tormentas de centros laterales que ni mojan ni empapan. Pasar de defensa con cinco a la clásica con cuatro no le sentó bien al equipo, que no encontró, ni con el reaparecido Bryan Zaragoza, cómo abrir una vía en las ordenadas líneas del Sevilla. Por cierto, respetando a las jerarquías en la plantilla, no se entiende que Sixtus no disfrutara de unos minutos cuando el enfebrecido Budimir dejó el campo sin marcar y al equipo sin un 9.

Con todos esos hándicaps que Osasuna viene arrastrando desde el final del verano, solo se me ocurre pensar dónde podía estar si hubiera resuelto a su favor tres o cuatro de esa larga serie de catorce empates. Pero el fútbol regala al osasunismo la oportunidad de engancharse a la ilusión, por encima de pensar en quién se va, quién viene o quién se queda.

También a entrenador y futbolistas un espacio para reivindicarse. Cinco partidos que no son para rellenar el expediente sino para competirlos. Quién sabe si para disfrutarlo. Ojalá para seguir hablando de Rubén García.