Osasuna está cerrando un ciclo. Con la salida de Unai García ya no quedan jugadores de aquella plantilla que vivió todo lo que ocurrió en Sabadell y años previos y posteriores. Cierto es que el de Esquiroz no estaba presente en la ciudad catalana al estar cedido en el Tudelano, pero no es menos cierto que tiene impregnado lo vivido aquellos días ya que ese mismo verano volvió a la plantilla y lo hizo para quedarse y poner su nombre en letras de oro en la historia de Osasuna.
Dentro de unos años recordarán a Unai García por formar el tándem de los García en el eje de la zaga de la defensa de Osasuna durante los años más gloriosos de este siglo (hasta este momento). Pero la realidad del central es que su figura es mucho más allá. Unai García es ejemplo.
Lo ha sido siempre, pero una personalidad mucho más introvertida que la de un futbolista profesional habitual ha provocado que tenga menos reconocimiento del merecido.
Pero más allá de su carrera en Osasuna, lo que debería de quedar en el recuerdo es su último año. Vicente Moreno se lo reconocía en rueda de prensa antes de enfrentarse al Espanyol y hacía bien. El capitán ha sido un sustento importante para mantener al máximo la calma en las situaciones más complicadas de la temporada cuando muchos otros habrían aprovechado para intentar cambiar de entrenador y poder optar a tener más oportunidades con el siguiente que hubiese venido.
El hecho de que Unai tuviese su merecido homenaje en El Sadar no es solo una cuestión de reconocimiento, sino también de justicia por todos estos años defendiendo, y nunca mejor dicho, la camiseta de Osasuna.
Una pena que esto no se pueda producir con otros, como Pablo Ibáñez, que apuntaba también a poder hacer carrera en el club rojillo durante muchos años. Pero ni él ni el club se han puesto de acuerdo y todo apunta a que la próxima vez que pise El Sadar lo hará como visitante. Las lágrimas que le brotaron dejan claro cuál es el sentimiento del chaval.
Pero ahora aún les queda trabajo por hacer. La victoria ante el Espanyol gracias a los goles de Budimir y Raúl deja la última jornada con todo abierto aunque difícil. Una última épica antes de vestir otras zamarras. La lucha por Europa está en manos de Osasuna... Es el homenaje merecido para el último de los que revivieron a la entidad