Una de las novedades más chupiguays del ¿nuevo? CTA es que a los árbitros hay que llamarlos por su nombre en vez de por sus dos apellidos, como ha sido toda la vida. Una medida que, a la vista está, ha mejorado el arbitraje a niveles estratosféricos. La liga de Tebas, cada vez más distanciada de la Premier, necesita este tipo de decisiones para mejorar y subir el nivel, claro que sí.
Por eso Miguel Sesma, árbitro principal del encuentro entre Osasuna y el Espanyol, se comió un derribo claro a Víctor Muñoz desde el primer vistazo. Pero bueno, por suerte ahora está el VAR que sirve para arreglar este tipo de errores muy propios de humanos. Allí andaba Mario (Melero López). Este hizo buena la nueva regla no escrita de que el videoarbitraje va a entrar menos. Lo que no se dijo es que iban a desapecer en acciones evidentes. Para esto, como si no están, sintiéndolo mucho por la cantidad de trabajos muy bien remunerados que desaparecerían si se volviese a la era preVAR.
Es incomprensible lo ocurrido en Cornellá. Si el arbitraje de Miguel ya tiraba para casero, con la omisión del penalti a Víctor puso la guinda a una actuación que de haberla perpetrado contra el Madrid le habría costado un par de vídeos. El joven extremo comprendió a las malas que una de las cosas que más va a notar de no ir de blanco es que los nombres propios del CTA ya no le van a tratar con tanto cariño. Miguel, por cierto, ya le había arbitrado a Lisci en la final por el ascenso donde le birló un penalti tan claro como el de Cornellá.
Más allá de Miguel y Mario, Osasuna tuvo dos ocasiones clarísimas que no se pueden perdonar en un partido de Primera división. La de Catena a pase de Boyomo para empatar el encuentro sobre la bocina deja claro que el equipo empujó hasta el final. Los dos centrales rojillos estaban en el área local intentando lograr un punto y solo un mal golpeo lo impidió. Tal vez en esos minutos faltó calma y cabeza, pero sin duda hubo corazón y alma.
La otra, una al alimón entre Moncayola y Rosier que acabó con el balón en el larguero, se parece a la que el Espanyol sí aprovechó para llevarse el partido en un momento en el que los rojillos, tras el descanso, zozobraron un poco.
Se pueden sacar muchos detalles, pero lo más preocupante ahora mismo es que fuera de Budimir parece que al equipo le cuesta ser contundente en área rival. Para hacer una buena temporada Osasuna va a necesitar la aparición de otros jugadores que acompañen al croata en la faceta goleadora.
Pero bueno, al equipo de Lisci aún le falta ir puliendo detalles a los que les tiene que ir poniendo nombre. Como a los árbitros. Aunque lo de estos últimos no parece que vaya a subir el nivel ínfimo habitual que marcan desde un CTA que no parece haber cambiado lo más mínimo.