Este domingo, Osasuna recibe al Celta de Vigo (18.30 Movistar+) en un duelo que va mucho más allá de los tres puntos. Los de Alessio Lisci necesitan ganar en casa para equilibrar un arranque de curso marcado por los tropiezos lejos de Pamplona, donde el equipo aún no ha sumado un solo punto. En El Sadar la situación mejora y es lo que está sujetando a los de Lisci. Y así debe de seguir.
Los rojillos se han acostumbrado a convivir con la irregularidad. Fuera de casa, los resultados han sido esquivos; las buenas sensaciones se disuelven entre errores puntuales y falta de acierto. Por eso, el choque ante el Celta tiene algo de examen moral: una oportunidad para reivindicarse, recuperar confianza y volver a hacer de su estadio una fortaleza. El Sadar, donde Osasuna se crece empujado por su afición, debe ser el refugio donde se reconstruya la temporada.
Lisci vuelve a tener que hacer encaje de bolillos. El técnico pierde a Aimar Oroz, aún en proceso de recuperación; además Juan Cruz, que arrastra molestias musculares, llega muy justo; y a Valentín Rosier, lesionado en el bíceps femoral, le quedan meses de recuperación. Ausencias que afectan a todos los sectores del campo: creatividad en la media, profundidad por banda y consistencia en defensa.
Juan Cruz llega muy justo, por lo que todo indica que Herrando seguirá en el once. Por su parte, habrá que ver por qué opta Lisci en el carril derecho, si Iker Benito o Moncayola. En caso de hacer esto segundo, en el centro del campo los huecos ya serían dos para que los ocupasen los Moi Gómez, Rubén García o los menos habituales pero igual de eficaces: los canteranos Iker Muñoz y Asier Osambela.
El diagnóstico es claro: Osasuna necesita transformar El Sadar en un bastión. Lejos de Pamplona, el equipo no ha conseguido puntuar, lo que convierte cada partido en casa en una pequeña final. Ganar al Celta significaría algo más que tres puntos: supondría reequilibrar el rumbo y evitar que la clasificación se complique antes de lo que desea todo el mundo.
El rival
El Celta de Vigo llega a Navarra con la moral baja. El conjunto gallego no ha ganado fuera en lo que va de temporada y atraviesa un periodo de dudas que Osasuna debe aprovechar. El equipo de Claudio Giráldez muestra destellos de calidad, pero le cuesta cerrar los partidos y se ha convertido en especialista en el empate. Pese a la presencia de veteranos como Iago Aspas, el exrojillo Bryan Zaragoza o la irrupción de jóvenes como Durán o Sotelo, sufre cuando no tiene el control del balón.
Ahí debe incidir Osasuna: presión alta, ritmo de juego y presencia en campo rival desde el primer minuto. Si el equipo rojillo logra imponer su intensidad habitual y conectar con su gente, el escenario puede inclinarse pronto a su favor.
La cita, por tanto, tiene aroma a partido clave. No sólo por los puntos, sino por lo que significan. Osasuna sabe que debe reaccionar, y hacerlo ante su gente. Más allá del resultado, lo que Osasuna necesita es reencontrarse con su identidad: ese equipo valiente, solidario y agresivo que tanto cuesta doblegar en casa.