Calle Nueva y Palacio de Vessolla, 1908
En 1908, el tramo final de la calle Nueva terminaba como la boca de un embudo, abriéndose hacia el bosquecillo de la Taconera y marcando el límite del casco urbano por este lado, aunque es sabido que la muralla se localizaba más allá del bosquecillo, justamente donde se encuentra el llamado Portal de la Taconera, frente al Edificio Singular.
La calle Nueva surgió en época tardía, de ahí su nombre, al convertir en calle el espacio de separación entre los burgos de San Nicolás y San Cernin, que en la Edad Media había sido un húmedo, sucio y lóbrego foso. Por esta razón, la mayor parte de las casas tenían sus fachadas más nobles hacia el lado contrario (es decir, hacia las calles de San Francisco y San Antón-Zapatería), y mostraban al potencial enemigo la cara más hosca de las traseras de sus edificios. Y en cierto modo este carácter ha perdurado hasta hoy en día, pudiéndose comprobar que esta calle tiene, comparativamente hablando, menos comercios, menos fachadas nobles y menos escudos que sus dos paralelas. Por todo lo dicho, la elegante fachada del palacio del marqués de Vessolla destaca y luce más aún, y compone un escenario lleno de sabor y estilo. Ante ella posan, en la antiquísima fotografía, dos hombres y tres elegantes damas, a las que acompaña una niña bien, y entre los que se han colado otras tres mocetas y una joven neskame de aspecto más bien proletario. Parece casi una escena de zarzuela...
HOY EN DÍA, el paisaje urbano de 1908 ha cambiado muy poco, y casi todos los elementos de la imagen antigua pueden localizarse e identificarse con facilidad, a pesar de los 102 años transcurridos.
Sabemos que originalmente el palacio del marqués de Vessolla se abría hacia la calle de San Francisco, y por tanto orientaba también su trasera hacia la calle Nueva, hacia el viejo foso de separación de los burgos. No obstante, cuando la mencionada calle se adecentó, en el siglo XVIII, abrieron aquí una primitiva fachada, cuyo aspecto se desconoce hoy. En 1905, el arquitecto Luis Elizalde compuso una elegante portada modernista, la que vemos en la fotografía antigua, dotada de atractivos miradores acristalados, cresterías, balaustradas de piedra y con gran profusión de tracerías en los enmarques. No obstante, sabido es que la arquitectura de estilo modernista ha sido siempre muy maltratada en la vieja Iruñea, y así, hacia 1940, los arquitectos Alzugaray y Gaztelu recompusieron esta fachada, reinterpretándola en un lenguaje clasicista, con menor proyección sobre la calle, vanos rectos desprovistos prácticamente de decoración, y con amplios paños lisos de sillar. Más sencilla y austera, sin duda, pero también menos imaginativa.