En 1945 la calle de Carlos III era aún un embrión de esa avenida brillante y bulliciosa que llegaría a ser con el paso del tiempo, y con la que la vieja Iruñea quiso arrinconar su etiqueta de ciudad provinciana, para entrar en el Parnaso de las ciudades más elegantes y cultas del occidente europeo.

El derribo del Teatro Gayarre en la plaza del Castillo, realizado en el año 1931, había dejado la plaza mayor pamplonesa abierta a la nueva calle, conectando así, de manera efectiva, la modernidad y la antigüedad de la ciudad. Carlos III, además, era la arteria principal del Segundo Ensanche, y en torno a esta avenida se conformaría toda una trama ortogonal de calles paralelas y perpendiculares, plano que se ha utilizado de manera mayoritaria en el diseño ex novo de ciudades, desde la Antigüedad romana hasta el Barroco, así como en los ensanches y en las urbanizaciones de las grandes capitales. En 1945 la calle no estaba aún del todo conformada, y algunos espacios sin urbanizar se emplearon para emplazar las atracciones y los barracones de las ferias celebradas durante las fiestas de San Fermín. Vemos parte de estos establecimientos ambulantes a la izquierda de la imagen, y muy especialmente a la derecha, donde hay incluso aparcado algún carromato.

HOY EN DÍA la diferencia con la imagen de 1945 es bien notoria, aunque ello no impide reconocer e identificar sin dudas el mismo paisaje urbano de hace 66 años. Los huecos que hubo en el alineamiento de las casas se colmataron hace décadas, pero todavía podemos localizar el edificio con miradores de ladrillo que ya estaba edificado para 1945, así como el bloque de esquina achaflanada que le sigue a continuación. También podemos distinguir, como en la foto antigua, el chapitel de la torre de San Cernin, que se encuentra al fondo de la calle, todavía más allá que la mismísima plaza del Castillo, y que en la foto ocupa el punto de fuga de la perspectiva, casi como si de una vista urbana del Quattrocento italiano se tratara.

Esta nueva "gran vía" de Pamplona, que alcanza casi el kilómetro de longitud (980 metros), recibió el nombre de uno de los reyes de Navarra más conocidos y valorados, Charles III de Evreux (1361-1425), que reinó durante 38 años, aportando a la historia del Viejo Reino un periodo de paz relativa, y en cuyo tiempo se construyeron maravillas como el castillo de Olite. Tan solo tenemos que lamentar que no se hubiera diseñado y planificado mejor su sucesión al trono, con lo que Navarra se podría haber ahorrado muchos problemas y sufrimientos posteriores.