pamplona. "Que quede claro, los dulces de Beatriz no se van de Estafeta, la tienda seguirá donde está, y el nuevo local de la calle Curia,16, será una continuación de este, no una ampliación de negocio", asegura Asun Gómez Telletxea, de 50 años, quien, junto a su hermana Lourdes, de 52, regenta la tienda de Pastas Beatriz. "Vamos a trasladar el obrador al otro local, pero va a ser un cambio realizado por una cuestión de fuerza mayor", recalca Asun, quien, asimismo, admite que la apertura de este nuevo lugar, aunque previsto para finales de año, se retrasará, esperan," a principios de 2012".

El motivo de dicho traslado es, según cuentan las hermanas, que los vecinos del edificio en el que se encuentran actualmente desean instalar un ascensor. "Nosotras lo entendemos perfectamente, sobre todo si hay niños pequeños o personas mayores", explica Asun. Y es por eso que han decidido trasladar el obrador a otro local, "para que se pueda hacer el hueco del ascensor".

El cambio tiene sus ventajas, y es que para ellas supone tener más espacio para cocinar. "Lo que tenemos ahora es demasiado pequeño y son muchas horas las que pasamos ahí dentro", reconoce Lourdes. Además, el hecho de tener un local algo más espacio les permitirá montar una pequeña tienda, en la que se venderán las mismas pastas pero ya empaquetadas y bien presentadas. "Tenemos la experiencia de que la gente prefiere ver cómo se las ponen en el momento, pero creemos que la otra pequeña tienda servirá para descongestionar esta. Así, aquellos que vayan con prisa o necesiten cajas ya hechas podrán comprarlas directamente sin hacer cola", apunta Asun.

Actualmente en la tienda son 5 trabajadoras, incluyéndose a ellas mismas, y esperan contratar a una más para que haga el servicio de traslado de las pastas de un local al otro. "Eso va a ser lo más engorroso de todo, pero bueno, si no hubiera sido porque no nos quedaba otro remedio, no nos hubiéramos metido en este berenjenal", cuenta risueña Asun, quien reconoce que todas las horas que pasa en la tienda le están empezando a pasar factura en forma de dolores de espalda. "Nos encanta nuestro trabajo, por eso seguimos aquí, pero echamos muchísimas horas en la tienda. Todos los días venimos mi hermana y yo a las 6.00 o 6.30 horas para empezar a cocinar, y no paramos, más que para comer, hasta bien entrada la tarde", afirma Asun, quien admite que ahora con sus hijos, trata de obligarse a parar.

No obstante, lo que sí queda claro, por las enormes colas que se forman cada día ante la tienda, es que independientemente de adónde vayan, la gente seguirá buscando los famosos garroticos de chocolate.