Un lugar en el que la actividad no cesa; y es que un equipo formado por 25 trabajadores se afana en dejar a punto las villavesas para una nueva jornada. "Un operativo sencillo pero a la vez complicado", apuntan desde TCC, empresa a quien la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona adjudicó el servicio.

El director técnico y de optimización de recursos de TCC-Pamplona, Antonio Fernández Tafalla, explica que un día laborable hay 122 autobuses en servicio, de los cuales cinco son de refuerzo. De los 117, 40 se guardan en las cocheras a cubierto situadas al otro lado de San Cristóbal, en Oricáin, y el resto en las viejas instalaciones de la calle Camino del Canal sin número de Pamplona. "Entre las 22.00 y las 23.30 horas llegan 104 vehículos, mientras que 13 se quedan haciendo el horario nocturno hasta las 00.30 horas", indicó.

operativo

Recaudación, repostaje y limpieza

Las luces permiten distinguir desde lejos a los autobuses del resto de vehículos que se acercan por la Ronda Norte (PA-30) a las cocheras de TCC. Los articulados se aparcan en la campa y los rígidos entran al interior. En principio, el conductor deja el vehículo a la entrada del garaje, se baja y deposita en una oficina la tablilla que lleva cada autocar, una especie de carpeta en la que se recogen los horarios y recorridos de ese autobús durante la jornada para cumplir cada parada de regulación. Asimismo, explica Fernández, dispone de un buzón de sugerencias y uno de objetos perdidos para entregar aquellos enseres que ha encontrado durante su servicio. Al respecto, el director de marketing de TCC, Carlos Elizalde, añade que en el momento que esto sucede el chófer también avisa por la emisora a la base. Asimismo, en otros dos buzones introduce los partes en los que recogen si ha percibido algún incidente, una avería o un ruido raro a lo largo de la jornada, una información "muy importante" para que los mecánicos resuelvan el problema antes de que vuelva a salir. Después, es momento de hacer caja. "Hay unas máquinas en las que el conductor escribe su código, deja el dinero, el sistema lo cuenta y devuelve un tícket con el dinero que han liquidado", expone Fernández, que agrega que cada vez la cifra es menor porque se paga más con tarjeta y también que se puede hacer la recaudación on line. Al mismo tiempo y mientras el autobús está parado -prosigue- a través de un sistema de bluetooth se van descargando a un ordenador "los datos de viajeros y de recaudación del día", de manera que a la mañana siguiente ya tienen en la oficina toda la información de la jornada anterior.

En cuanto el vehículo accede a las cocheras, entra a escena el personal de movimiento -encargados de conducir los vehículos en las instalaciones-. "Primero los autobuses rígidos se desplazan a los surtidores para repostar gasoil bio 30 y rellenar el depósito de anticongelante. Después se lavan y se aparcan en el interior de las cocheras. Cuando hemos acabado, traemos los articulados a la bajera para hacer todo el circuito y los volvemos a aparcar en la campa otra vez", señalan. Asimismo, se revisan los neumáticos.

Antonio Fernández asegura que los autobuses pasan por el túnel de lavado "siempre que llueve y si no, un mínimo de dos días a la semana". Una vez que están estacionados, a diario se barren y se limpia el polvo. En cuanto a la fregona, señalan que se pasa siempre que llueve o que se necesita, además de que cada día dos villavesas son sometidas a una limpieza integral, con tapicería incluida. "Si comparas estos autobuses con los de otras ciudades el nivel de limpieza es alto", afirma Fernández, que añade que, de hecho, en las encuestas de satisfacción "tenemos una puntuación muy elevada".

Como reconoce el responsable del equipo de noche, Luis Iribarren, "hay mucho movimiento". Y es que esta labor, "fundamental para el correcto funcionamiento" del transporte, comienza sobre las 22.00 horas y finaliza a las 5.30, media hora antes de que el servicio comience a prestarse otra vez. Un operativo difícil, por el reducido espacio de las cocheras y por el hecho de mover 122 vehículos de 12 y 18 metros de largo, que se pone en marcha los 365 días del año. Sin embargo, "no tenemos golpes", concluye Fernández. Una labor que suele pasar desapercibida, pero que, como destacan, "permite tener la flota a punto para que el servicio salga con normalidad y facilite los desplazamientos" en la Comarca.