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La pesca de ciudad, afición centenaria pamplonesa

El Arga está vivo; así lo atestiguan Pedro Vizcay y J.J. Jacoisti que con sus cañas capturan carpias, bardos y carpines en las “limpias” aguas del río

La pesca de ciudad, afición centenaria pamplonesa

Pamplona - Fue el 3 de enero de 1915 cuando la Asociación de Cazadores y Pescadores Deportivos de Pamplona abrió por primera vez las puertas de su sede, entonces ubicada en la Plaza del Castillo. Hoy, un siglo después e instalados en la calle Estafeta, más de 150 personas forman parte de ella, la mayoría hombres aficionados a la pesca. Pero “hace 40 años llegamos a estar casi 3.000”, apunta el presidente del colectivo, desde hace 20 años, Pedro Vizcay Eraso.

Pese a ser una agrupación de caza y pesca, la actividad de gran parte de sus miembros gira en torno a esta última afición. A la hora de coger la caña, prefieren la pesca de trucha en el norte de Navarra. Pero más cerca de casa, en Pamplona, quienes disfrutan con este deporte se reúnen en las orillas del río Arga para participar en diferentes torneos y competiciones organizadas por la asociación. El puente del Plazaola, en el barrio de la Rochapea, por donde antaño cruzaba el tren homónimo que unía la capital Navarra con Donostia, es el centro de este escenario, que en cada edición reúne a una treintena de pescadores llegados de diferentes puntos del Estado. “Los premios monetarios están prohibidos, pero algunos parecen que se estén jugando hasta a su mujer”, relata Vizcay en referencia a la fuerte competición que existe entre algunos participantes, que llegan a romper cañas de contrincantes o a hacer otras trampas. “Muchos ponían plomos dentro de los peces para que pesen más”, relata José Joaquín Jacoisti Elizagaray, vicepresidente, más conocido como J.J. “A mí lo que me gusta no es ganar, sino chincharle a éste -afirma, dándole una fuerte palmada en la espalda a su compañero y amigo- a la una de la madrugada diciéndole: ‘Jódete, te he ganado”. “Lo triste no es que me gane él, sino que me acaba ganando todo el mundo”, apostilla Vizcay.

Estos dos pamploneses aseguran que el agua de Pamplona tiene ahora la mejor calidad de su historia. “Solo hay que ver la cantidad de patos que hay”, señala Pedro, de 54 años. Un hecho que no se daría si no fuese por las depuradoras instaladas en los diferentes municipios de la Comarca. “Hay por todas partes”, exclama J.J. Es tan buena la calidad que hace unos años que el presidente de la federación nacional de pesca, durante una visita a Pamplona, propuso a la junta de esta asociación la organización de un campeonato estatal en aguas iruindarras. “Pero el Gobierno no nos dejó”, cuenta Vizcay.

Ellos han sido testigos, desde pequeños, de cómo en Pamplona se ha pasado de una pesca de subsistencia a una de afición y deporte. Así, Jacoisti echa la vista atrás y relata cómo su padre y su abuelo, al llegar de trabajar, bajaban desde su casa de la calle Cuesta del Palacio del Casco Viejo Pamplonés al Arga “con una vara de fresno, hilo de coser y un alfiler doblado” para, con pan, conseguir algunas madrillas que “sumaban a la cena de cada día; éramos 11 en casa. Y como ellos, muchos más”.

Hoy en día es pura afición: “Es muy cómodo pescar en ciudad; sales de casa y en casi cinco minutos puedes estar en el río”. Aquí se consiguen especies como carpias, bardos y, de vez en cuando, carpines. “La pesca acaba cuando tienes el pez en la mano. Tú decides qué haces con él, nosotros preferimos devolverlo al río”, subraya Pedro Vizcay.

Entre sus 150 miembros hay gente de todas las edades, hombres y mujeres, de ideologías políticas y orígenes diferentes; incluso un francés afincado en Murcia forma parte de esta asociación. “Pero jóvenes, veinteañeros, hay pocos”, lamenta su presidente. Al recordar la historia de esta agrupación, sale a la palestra su escuela infantil desde la que organizaban diferentes excursiones y cursos. “Pero se fue a pique cuando salió la Play Station”, asegura, entre risas y pena, J.J. “Cuando tienes esa edad prefieres los cubatas a madrugar para ir de pesca. Luego cuando tienes la vida un poco más asentada, llegando a los 30 años, muchos vuelven”, resalta Vizcay.

Pero con la pesca con la que más disfrutan es con la de la trucha porque es la que más acción requiere, metiéndose al agua para cazar a este pez. Y no hay en Pamplona. “Igual con alguna riada grande, llega alguna, pero es raro”, apunta Pedro. Pero entre los buenos momentos, algo malo siempre asoma. En este caso, las regulaciones que impone el Departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente, y Administración Local, responsable de la pesca de ocio (la de competición depende del Instituto Navarro de Deporte y Juventud, del Departamento de Políticas Sociales). “¿Sabes cuál es la última?”, pregunta Vizcay a Jacoisti: “No se va a poder pescar con el agua por encima de las rodillas”, cuenta el presidente. Saltan las risas. “La culpa no es de Esparza -el consejero de Medio Ambiente-, él no se entera. Sino de los técnicos, que son anticaza y antinaturaleza”, comenta Vizcay. Su compañero J.J. añade que “son lo más restrictivos posibles, les gusta hacer experimentos”. Están de acuerdo en apoyar esas medidas “si dieran resultado, pero no”. En esta línea, Vizcay recuerda cómo “el río estuvo vedado tres o cuatro años y la recuperación fue pequeñísima”. Así, solo se puede pescar truchas durante dos meses al año, mayo y junio, en los cuales, cada pescador puede usar su licencia cinco veces, máximo.

Historia Nació bajo el nombre de Asociación de Cazadores y Pescadores de Navarra, cuando se empezaron a formar los primeros cotos, y 43 años después pasó a tener el nombre actual, ya que “no podía agrupar a todos los pescadores de Navarra”, explica Jacoisti. Él, junto al resto de compañeros y compañeras, forman parte de la tercera asociación más antigua del Estado, solo superada por la de Zaragoza y Valladolid.