pamplona - “Xin Nian Kuai Le”, o en castellano: Feliz Año Nuevo. Irene Zhan es la dueña del restaurante Bolun, situado en la calle Iturrama, y como cualquier otra persona de origen chino espera que la cabra no traiga los malos augurios que se le asocia tradicionalmente y sea un año de prosperidad. “La gente dice que el año de cabra es un poco malo y no quieren tener hijos, pero para mí es bueno, yo nací en año de la cabra”, apunta entre risas Irene que llegó a Pamplona en 1993 procedente de un pueblo llamado Qing Tian, en la parte occidental del país. “Allí lo celebramos comiendo un pastel dulce de harina de arroz y la gente se reúne en familia”, declara a la vez que asegura que también festejan el nuevo año occidental, por lo que ellos celebran “dos nocheviejas”.

Un calendario chino decora una de las columnas del local, los farolillos tradicionales asiáticos cuelgan sobre la barra y, a pocos metros, un gran gato dorado adorna la estantería con su repetitivo movimiento de brazo, una estampa típica de los negocios chinos. “El gato de la suerte, que mueve el brazo, te saluda, dice que venga suerte, clientes, dinero...”, aclara Irene Zhan sobre este curioso amuleto. Quizás por la influencia del gato, o tal vez por la emergente economía del gigante asiático, cada vez son más los locales regentados por chinos en la capital navarra. Sin embargo, los chinos no son tan “trabajadores como se cree”, dice Irene, tumbando uno de los mitos más extendidos. Los que trabajan más son “los dueños de los negocios”, asegura.

Irene recoge el mantel de una mesa, limpia la barra, y atiende a una clienta, mientras los niños de la familia corretean por el restaurante. “La gente joven es más abierta a la comida que los mayores que piden platos combinados. Hay que probar la china, luego seguro que gusta, es un menú muy amplio. Mucho mejor comer eso que un bocadillo”, asevera Irene entre carcajadas.

Al igual que los occidentales, los asiáticos también piden cosas a su año nuevo, en este caso a la cabra: “2015 quiero que, ya que es mi año, sea bueno, luchar mucho y sacar todo adelante”, sentencia Irene con ilusión ante el futuro. La alegría es uno de los rasgos característicos de la dueña del Bolun. Ya lo dice el proverbio chino: “El hombre cuya cara no sonríe no debe abrir una tienda”.