La Magdalena, el barrio que antes fue ciudad
Los vecinos recuerdan que hubo una escuela para los niños de la zona cuando allí existían explotaciones ganaderas y agrícolas
La Magdalena fue en tiempos un barrio importante de la ciudad, tanto que a principios del siglo pasado llegó a contar con una escuela para los chavales de la zona, entonces muy numerosos. Lo recuerda con nostalgia Puy Recalde mientras remueve entre las fotografías una imagen en blanco y negro en la que aparece su padre dentro de la clase con la profesora, varios compañeros y unos cuantos utensilios escolares de la época. El suelo era de piedra y los escolares utilizaban resistente alpargatas.
Los primeros asentamientos supieron aprovechar las fértiles riberas en la parte baja de la ciudad, que con el paso de los siglos acabaron convertidas en la huerta de Pamplona y en el suministrador principal de frutas y verduras frescos para los habitantes de la ciudad. Más adelante, el Camino de Santiago contribuyó a asentar los núcleos urbanos en la Magdalena, donde en el siglo XIII se levantó un lazareto para atender a leprosos. Luego llegaría el convento y un hospital para peregrinos, regentada por las Carmelitas, hasta que se trasladaron al centro de la ciudad a mediados de los 70 del siglo pasado.
Los vecinos de la Magdalena eran agricultores o ganaderos. Lo que conforma hoy el barrio de Chantrea no era entonces más que una gran extensión de campo muy apto para el cereal, que se encargaban de cultivar los vecinos de la Magdalena. También había pastores, vaquerías y una explotación de ganado caballar, que todavía se mantiene, y hasta pescadores, que se encargaban de navegar el río con sus redes y vender los ejemplares sobrantes en el mercado viejo de Santo Domingo.
Era una ciudad dentro de la ciudad y funcionaba como tal, con casi todo lo necesario a mano. Hoy en día, como recuerda Víctor Marturet, acceder a la Plaza Castillo no les lleva más de diez minutos y pueden disfrutar de la tranquilidad y sosiego que ofrecen las riberas de un río cuando no baja enfadado.
Muchas cosas pasaron para siempre. Como el pescador que un buen día fue encontrado muerto dentro su barca. No tuvo fuerzas para seguir.
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