pamplona - “Ya en la Biblia aparecen los cristales. Aaron, hermano de Moisés, se vestía con una túnica especial para poder acercarse al Arca de la Alianza. Era un peto con unas características especiales y, sobre todo, 12 filas de piedras preciosas en el pecho”, explica Inesser, experta en el uso de cristales o piedras preciosas. Y es que, desde tiempos inmemoriales se han otorgado grandes poderes a estas gemas. “Son una puerta hacia planos superiores y tienen propiedades curativas. De hecho, a lo largo de la historia, el uso de los cristales se han reservado a chamanes y hombres y mujeres de medicina. Además, siempre han estado relacionados con el poder”, apunta la gemoterapeuta, que también realiza consultas de tarot.
Así, según explica esta cristaloterapeuta, cada piedra tiene una vibración interior con múltiples utilidades y aplicaciones. “En cada libro sobre cristaloterapia pone cosas diferentes. Y es que, no todas las piedras son útiles para todo el mundo ni para todos los momentos. En cierto modo son como la medicina, no todos los tratamientos sirven para todo el mundo y en cualquier situación”, aclara Inesser. Por lo tanto, no se trata de conocer “para qué me sirve una piedra”, sino descubrir cual es la que más ayuda en un momento concreto. Ya que, hay que tener en cuenta que, al igual que cada piedra tiene una vibración, las personas también tenemos una vibración. Y, en ocasiones, no coinciden en la misma frecuencia.
“A veces hay personas con las que no conectas, pues lo mismo puede ocurrir con las piedras. Hay gente que no puede llevar determinadas piedras porque no vibran en la misma frecuencia energética y los efectos que produce esa piedra en cuestión sobre la persona no son armoniosos. Por eso, es necesario ir probando en uno mismo como sientan y como reacciona cada quien con cada tipo de piedra”, recomienda Inesser, que no duda en asegurar que “esto es como los remedios de las abuelas, que a unos pueden ir muy bien y a otros muy mal”. “Si no va bien no pasa nada, a probar otra”, asegura resuelta la gemoterapeuta. Y es que, “cada piedra tiene un tipo de energía y eso a las personas nos afecta de diferentes formas según nuestro campo energético”.
Además, la forma de la piedra y la posición en la que la sujeta el usuario también influyen en los efectos que provoca dicha piedra. “Si una persona es diestra, deberá coger la piedra con la mano izquierda y viceversa si es zurda. Supón que esa persona ha tenido un día muy intenso o cargante. Para paliar los efectos, podría coger una piedra con la punta apuntando hacia abajo para enviar la energía no armónica de vuelta a la madre tierra y que esta así la purifique”, apunta.
calidad “Aquí la calidad también importa y, generalmente, cuanto más caras son las piedras mejores son”, comenta Inesser, que no duda en asegurar que, “como en todo, aquí también hay falsificaciones”.
Por otro lado, e independientemente de la calidad de la piedra, “cada cierto tiempo es importante lavar las piedras” para regenerar su energía. “Para limpiar una piedra basta con meterla en sal gorda”, explica la experta en cristaloterapia.
tipos La amatista, que generalmente presenta un color morado, es “la madre de todas las piedras”. “Su color siempre se ha asociado a la realeza y a la iglesia. De hecho, antes, cuando uno se iba a confesar, el sacerdote siempre vestía de color morado para purificar el alma”, apunta Inesser, que recomienda colocar esta piedra “en la entrada de casa o en el salón a la altura de la cabeza”. Además, este cristal tiene la propiedad de amplificar los sentimientos y sensaciones de quienes tiene cerca. “Si estas en un momento de tu vida en el que te encuentras triste, agobiado o deprimido, es mejor que no pongas una amatista en tu mesilla de noche. Es probable que potencie tus pesadillas”, señala la gemoterapeuta.
Otra de las piedras más conocidas es el cuarzo, cuya principal cualidad es “armonizar y dar energía” a su portador. Por su parte, la turmalina sirve para “proteger a quien la lleva”. “Con esta piedra hay que tener mucho cuidado, porque es muy potente y, si nunca has trabajado con piedras, corres el riesgo de conseguir el efecto contrario y más que proteger, espantar a los que te rodean”, comenta Inesser.
Sin embargo, y según explica esta experimentada gemoterapeuta, las piedras no tienen unas propiedades inherentes a su naturaleza, sino que “hay que interactuar con ellas hasta encontrar la que mejor se adapta a nosotros y a nuestro momento”.