El servicio de Jardines y Zonas Verdes municipal ha puesto en marcha un sistema para controlar los bolsones con larvas de la mariposa procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) que afectan a muchos a pinares y masas de cedros. La procesionaria, en su fase oruga (larva) está cubierta de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, lo que puede producir reacciones alérgicas. Para tratar de que no lleguen al suelo, entre 2016 y 2017 se han colocado en árboles 15 anillos de procesionaria y 10 cajas nido (para los pájaros, sus depredadores naturales). También se están usando trampas de feromonas.
Como procedimiento el Servicio de Jardines y Zonas verdes del Consistorio nunca usa sustancias tóxicas en estas labores, sino que trata de promover procesos naturales en la medida que sea posible usando, por ejemplo, la ayuda de pájaros. La presencia de plagas es en cierto modo natural y forma parte de la biodiversidad, aunque desde el Consistorio se intenta regularlas para que no afectan a las personas y se minimice sus efectos en zonas verdes.
Eliminar una plaga es difícil, especialmente porque las barreras teóricas no son los naturales. Hay muchos pinares, y además las plagas tienen picos y bajadas. En el caso de la procesionaria, el momento álgido es entre noviembre y marzo. Los bolsones blancos de los extremos de las ramas son los nidos. Una vez que eclosionan y crecen, las orugas descienden por el tronco hasta el suelo, momento en que se entierran. Tras pasar por una fase de pupa, del capullo sale la mariposa que volverá a colocar los huevos en los árboles.
Desde 2009 se procura cortar las puntas de las ramas con bolsones que son accesibles. Este año se han retirado alrededor de 600 bolsones de 105 árboles. Además, en 2016 y 2017 se han realizado campañas de colocación de anillos de procesionaria en los ejemplares a los que es difícil acceder. El anillo es un dispositivo plástico que recoge a la oruga en su bajada por el tronco -al que rodea- y que lleva incorporada una bolsa con sustrato en la que, el despistado insecto, se entierra. En 2016 se colocaron cinco, cuatro en pinos y uno en un cedro, y este año se han sumado otros 10 dispositivos: cinco en pinos (San Juan, Rochapea y parque Paderborn en Buztintxuri) y cinco en cedros (Taconera y Media Luna).
También el Ayuntamiento quiere atajar la proliferación de la oruga de la polilla del boj (Cydalima perspectalis), que daña esta planta y cuya presencia se detectó en Pamplona ya en 2013. El sistema preferente elegido para evitar que dañe casi 5.600 metros lineales de boj de la ciudad es de tipo biológico. Como ejemplo de tratamiento natural el Consistorio está utilizando el rociado de las plantas con Bacilus turigiensis contra este insecto. Este es un líquido inocuo para mamíferos, aves y peces, que cubre las hojas del arbusto y mata a la oruga que la ingiere con su comida. Solo en los parques históricos de Pamplona hay 5.600 metros lineales de boj, 500 en el cementerio.