pamplona - La mercería Ferrán se conserva tal y como se inauguró hace casi un siglo. Detrás de su mostrador se encuentra sonriente, también tal y como llegó hace 47 años, Paqui Etayo. En 1971 comenzó a trabajar como empleada en el establecimiento, y en 2002 se convirtió en su responsable junto a su compañera, Charo Zardoya, jubilada desde noviembre: “Las propietarias de la mercería eran dos hermanas; se la traspasaron a un sobrino, que entró a la vez que yo; y luego nos la quedamos nosotras”, explica la pamplonesa.

Famosa por su gran variedad de botones, Ferrán, situada en la calle Mayor, 12, se caracteriza, para Paqui, por su ambiente familiar: “El ambiente de trabajo era de casa y nuestros clientes (en su mayor parte, mujeres), han sido de toda la vida”. De hecho, recuerda con cariño una anécdota que lo ejemplifica: “Un día vino un señor con los botones de la chaqueta para sujetar, pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Le dijimos que si esperaba, se lo arreglábamos en un momento. Al día siguiente nos trajo una bolsa de trufas”, relata.

Con este trato cercano, su objetivo y esencia siempre ha sido trabajar por el cliente y, para ello, lo más importante es conocer a la perfección el género con el que se trabaja. En la mercería de Paqui, pese a la evolución del comercio, no lo han cambiando: botones, abanicos, hilos y cintas, entre otras cosas, siguen siendo los protagonistas de sus estanterías y vitrinas. “Hemos querido conservar la esencia de la mercería”, expresa.

clientes especiales Poco a poco, las ventas han caído, y una de las razones son las grandes superficies: “Aunque una parte de los comercios achaquen el último golpe al Plan de Amabilización, la decadencia empezó cuando las grandes superficies abrieron sus puertas”, esclarece. Además, la forma de consumir moda ha cambiado: “Antes todos nos hacíamos la ropa, y ahora la gente joven ya no cose. Cuando las marcas de Inditex, por ejemplo, se empezaron a abrir un hueco, compraban allá la ropa y luego venían a por botones para cambiárselos y que pareciese otra. Pero ahora...”, dice.

Aun así, Paqui sigue defendiendo Ferrán y manteniendo a sus clientes. De forma frecuente aterrizan en Pamplona, entre otros, los integrantes de la Asociación de Botones de Catalunya. “Les dan un uso poco habitual. Los funden y con el resultado fabrican piezas para futbolines”, narra. Distintos equipos de cirugía pasan también por la mercería a por botones de nácar, utilizados en sus intervenciones.

El 13 de julio del año pasado fue un día especial para las dueñas del establecimiento. La Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona visitó una docena de comercios centenarios de Pamplona a modo de homenaje: “Nos pusieron un pañuelico, bailaron una pieza y luego nos invitaron a un lunch. Fue muy bonito”, refleja.

el futuro de ferrán En su primer día de trabajo, Paqui no esperaba encontrarse con Charo: “Habíamos sido vecinas desde pequeñas, íbamos juntas a la escuela... Nos habíamos criado juntas y no sabía que estaba allá. Fue una sorpresa muy grata encontrármela”.

Ferrán es la vida de Paqui. Aunque su compañera no ha esperado a los 65 para jubilarse, ella tiene intención de hacerlo. Después no sabe qué pasará, pero mientras, tiene claro que seguirá disfrutando de todo lo bueno que le ha dado “siempre” la mercería.