Juegos, txistularis, danzas, comparsa de gigantes y gaiteros, kalejira, pelotamano, feria, acordeonistas, comida popular y mucho más. Fueron las actividades destacadas en el amplio programa festivo del Atarrabiako Eguna, que ha vuelto a celebrarse en su plenitud, en su 39 edición y con la participación de unas 40 asociaciones culturales. Se inauguró el jueves y se ha prolongado hasta este domingo.

Jon Zapata y Saioa Manterola son miembros de Etxe Beltza y del grupo de trabajo del Atarrabiako Eguna “desde hace unos cinco años”, además de estar haciendo “el relevo con las nuevas generaciones”, dicen. Manterola indica que esta fiesta “tiene en el pueblo de Atarrabia un peso y una relevancia bastante importante, sobre todo porque aúna a todos los colectivos culturales y sociales de la localidad”, por lo que “se hace una labor de cohesión y de impulso de la cultura”. “Lo que proponemos desde la sociedad Etxe Beltza son los valores que tiene la asociación, como la promoción del euskera y la cultura vasca”, añade. Zapata explica que el objetivo del Atarrabiako Eguna es “hacer una apuesta cultural, sacar a los colectivos del pueblo, darles un espacio para que puedan colaborar y, al final, hacer un día cultural”.

Demostración de baile en la Plaza Consistorial junto a la Parroquia de San Andrés. Oskar Montero

Zapata señala que “el Atarrabiako Eguna lleva celebrándose desde hace muchos años y en ese tiempo ha habido que hacer una serie de trasbases generacionales”, los cuales consisten en “cambiar las cosas para incluir en cada uno de los planes la perspectiva de los jóvenes, que son quienes al fin y al cabo apuestan por esto y trabajan en esto”. “Si queremos que verdaderamente el Atarrabiako Eguna sea algo que se queda en el pueblo y que forma parte de todos los que habitamos en él, tiene que haber ese relevo, para que no se pierda”, dice Saioa Manterola.

Organización

Zapata explica que “para poder organizar el acto todos los días los miembros de Etxe Beltza se han estado reuniendo los últimos meses”. 

Manterola añade, respecto a la intensidad que supone cada jornada, que “el jueves y el viernes son dos días que en principio pueden ser un poco más tranquilos por el tipo de actividades que se realizan en ellos”. Pone como ejemplo la presentación del libro Bost izar, txirrindu berria. Historia baten kronika (Cinco estrellas, bicicleta nueva. Crónica de una historia), que se hizo el jueves; así como un bertso-triki-poteo que se realizó el viernes “con todas las sociedades del pueblo que quisieron participar” y “chocolatada y cuentacuentos para los txikis”.

Los grupos de danza tradicional fueron un elemento indispensable de la celebración. Oskar Montero

En cambio, el sábado y el domingo han sido “los días más potentes, con hinchables, un hamaiketako o almuerzo, el homenaje a la ikurriña, corales y un concierto cada día”. Para supervisar todo esto “hay un responsable diferente que asume la deriva del día y al que acudir en caso de dudas”. Como el suyo es un equipo “bastante cohesionado”, sus miembros siempre están ahí “para echar una mano” los unos a los otros.

Jon Zapata concluye que “el trabajo que hay que hacer los cuatro días en los que dura la fiesta es muy intenso, pero el resultado final vale la pena”.

Participación

Jon Zapata indica que, si bien el Atarrabiako Eguna se pudo celebrar el año pasado, hubo que implantar medidas de seguridad sanitaria. Así, “hubo pocos artesanos y en los conciertos había que estar sentado”. En cambio, en esta ocasión la fiesta ha podido celebrarse “con total normalidad”. Desde Etxe Beltza se declaran “satisfechos”: “Ha habido mucha participación, también de jóvenes; más de la que esperábamos”.