Desde muy txiki , Mikel Edorta López de Vicuña , el iruindarra de 31 años, siempre estuvo vinculado con el mundo del arte. Con tan solo cuatro años, de la mano de su abuela Josefina Altuna , el joven comenzó a crear sus primeros dibujos. “Desde que tengo uso de razón, recuerdo cómo de pequeño pintaba en la cocina de mi abuela, mi referente en la vida”, explica.

Josefina no fue la única persona que le inculcó esta vocación. Su padre, Eduardo López, se encargó en transmitir el mundo del tatuaje. “Desde joven, fui partícipe de cómo mi aita se tatuaba”, de ahí que en 2018 Mikel se animara a abrir el estudio Aizkora Tattoo en la calle Navarrería 11, en el Casco Viejo.

Un local que desde hace dos años alberga las creaciones de su abuela Josefina. “Un año antes de que estallara la pandemia fui a visitar a mi abuela y me la encontré dibujando. Le cogí el cuaderno y en ese momento mi cabeza hizo un flashback. ¡Había ido guardando todas las imágenes que había ido ilustrando!”, exclama.

Tras echarle una ojeada, “enseguida me di de cuenta que esas ilustraciones como tatuajes funcionarían a la perfección, ya que al igual que los tatuajes clásicos, el cuaderno de mi abuela estaba ordenado por láminas”. Fue tal el flechazo que “sentí por aquellas joyas que no dudé en publicarlas en mis redes sociales”.

 Para la sorpresa de Mikel, la publicación tuvo una gran repercusión. Algo con lo que no contaba su abuela que cuando supo de las intenciones de su nieto, este le respondió que nadie estaría dispuesto a tatuarse sus garabatos. La reacción de Josefina no le pilló por sorpresa al joven iruindarra: “Los artistas marginales como mi abuela tienden a desvalorizar sus diseños. Sin embargo, sin haber pisado nunca un colegio lo que hace ella es un arte auténtico, con mucho sentimiento”, recalca.

Mikel no es el único que valora la pureza del arte naif. Ibai, natural de Unzue , fue el primero que se animó a tatuarse una de las ilustraciones de Josefina. El mismo que dos meses antes se había tatuado una imagen de Henry Darger, un artista outsider americano que en su día fue bedel de un colegio, y que tras su muerte sus ilustraciones se hicieron conocidas. “Fue un lujazo volver a tatuarle a Ibai, ya que es una persona que entiende a la perfección lo que representa el arte marginal”, afirma.

Ilustraciones

 Durante este tiempo, Mikel no ha parado de tatuar las distintas ilustraciones, que en su día creó, su abuela Josefina. “Después de tres años de trabajo, dedicó a escribir un libro entorno a la historia de los tatuajes de mi abuela. El proyecto estaba funcionando pero le faltaba un poco de orden”, reconoce.

El libro 'Una ventana, la luna y mis luceros' , que se encuentra en Aizkora Tatto, en el estudio de Mikel a disposición de todo aquel que esté interesado, se divide en tres partes. En el primer apartado, salé el autor contextualizando el proyecto, en el segundo, se resalta la vida de la verdadera protagonista, y en el tercero, las coloridas ilustraciones de su abuela acaparan las miradas de las personas que pasan por el estudio a echar una ojeada.

Al igual que las ilustraciones de Josefina, el título de la obra está lleno de significados. “Escogí la palabra ventana porque mi abuela siempre duerme con la persiana abierta. La luna porque todas las noches a través de la ventana la ve. Y los luceros porque es así como llama a sus nietos”, confiesa. Y concluye: “Siempre me ha gustado la imagen de la ventana ya que es una forma de acceder al mundo de Josefina Altuna, un lugar fantástico”. Para descubrirlo.