Vio la luz como almacén en 1949 de la mano de los sorianos Evaristo y Marciano, tío y sobrino, y en los años 70 llegó a sumar tres tiendas y 42 empleados. Inma y Carlos, también tía y sobrino, mantienen abierta la persiana de Almacenes Numancia en la calle San Antón.

Inma Martínez se jubila el próximo enero –con 69 años– después de medio siglo detrás del mostrador. Quiere vivir con más tranquilidad, dedicarse por ejemplo al aquagym, a bailar sevillanas o a guisar sin prisas. “Estoy muy bien, pero ya me vale. En enero lo dejo y que se apañe”, dice señalando a su sobrino. Carlos Ollo, de 53 años y tercera generación del negocio familiar, se apañará: “Yo disfruto aquí y aquí quiero seguir”. Hay relevo en este establecimiento con solera del Casco Viejo de Pamplona, que aguanta el tirón de Internet con las virtudes que siempre ha tenido el pequeño comercio. Trato cercano y poder tocar, ver y probarte lo que vas a comprar. 

Evaristo y Marciano –padre de Inma– crearon la sociedad con un almacén en la calle Sangüesa. Entonces vendían por los pueblos y en tiendas al por mayor. En 1960 estrenaron el local que continúa abierto, al que le siguieron los de la calle Sangüesa y Monasterio de la Oliva, cerrados en 1988.

En la calle San Antón “tenemos clientes de toda la vida, sobre todo gente mayor. Y trabajamos mucho para residencias. Nuestro fuerte son los interiores”, explica Inma. 

Con una particularidad: si no está en Almacenes Numancia igual no existe. “Por ejemplo, tenemos el calzoncillo clásico de caballero largo, los marianos. Y la gente dice, ‘si no tenéis vosotros, ¿dónde vamos a comprar?’. El problema es ese, porque no hay tiendas ya. La que era más parecida a la nuestra era Ortega. Y ya ha cerrado. Tiendas modernas, boutiques y cosas de esas sí que hay”, describe. A la falta de comercios como el suyo y la desaparición paulatina de las pequeñas mercerías de barrio, le añade otro problema: “Las fábricas van cerrando o se van jubilando. Teníamos una de interiores buenísima que hacía orilleres. Cerró y ya no tienes en ningún lado. Otra de interiores también se han jubilado y cierran. Una de punto este invierno nos cerró igual... Cada día hay menos fábricas”, lamenta Martínez. 

Además de la ropa interior, en Almacenes Numancia ofrecen pijamas, punto para gente mayor, calcetería, ropa para bebé, y por supuesto, la indumentaria sanferminera. “Nuestra venta fuerte es esa. Desde el mes anterior ya están los dos escaparates puestos de blanco y rojo, y San Fermín es a tope”, describe Inma sobre un escaparate vistoso e impecable, con todas y cada una de sus prendas planchadas por ella misma y al que “no te puedo ni decir la cantidad de fotos que le hacen los turistas. Hasta vino la televisión japonesa”, recuerda.

El escaparate de Almacenes Numancia para San Fermín. Javier Bergasa

Los cambios en 50 años

Como medio siglo da para mucho, Inma destaca los principales cambios que ha visto: “La gente mayor se va modernizando. Hemos pasado de las blusas clásicas de señora a los niquis, de las típicas batas de antes de Pirineo a otras más modernas, estampadas... Va cambiando, pero tampoco es un cambio brutal. En caballero, por ejemplo, se ha cambiado del calzoncillo o el slip clásico al bóxer, con todos los estampados habidos y por haber. Hay mucha variedad en calzoncillos de pierna de caballero, mientras que en bragas de señora tienes blanco, negro y beige, distinto modelo, pero para de contar”, dice. 

Opina igualmente que Pamplona “se va modernizando algo” y que es una ciudad en la que “siempre se ha vestido muy bien”. Una característica que quizá se está perdiendo, considera. Sobre todo en la ropa de bebés. “Pamplona y San Sebastián eran el no va más. Pero ahora para cuando ves un bebé en condiciones, con lazos, puntillas o una manoletina... A mí me gustan modernos, pero dentro de un vestir bien. Ahora les da igual. Ya tienes toda la vida para ponerte unos vaqueros”, piensa sobre las nuevas modas de bebé.

El relevo

Carlos empezó a trabajar en los almacenes con 17 años, mientras estudiaba el nocturno en Salesianos. Se acuerda de cuando salía a repartir género con la Renault 4 F6. “Qué maravilla de aparato”. Dejó el almacén y se fue a Volkswagen dos años, “pero aquello no me convenció y volví”.

Desde comienzos de los 90, ahí sigue al pie del cañón, “y no me arrepiento ni un solo día de haber vuelto”, confiesa satisfecho. “Este trabajo fue entre comillas impuesto, porque no quería estudiar. Pero trabajo para mí y encima me divierto. ¿Qué más quiero?”.

“Este trabajo fue entre comillas impuesto, porque no quería estudiar. Pero trabajo para mí y encima me divierto. ¿Qué más quiero?”

Carlos Ollo - Almacenes Numancia

Carlos disfruta especialmente del trato con la gente, se confiesa bromista y los clientes “entran al trapo todos. Me río mucho con ellos. Hay de todo tipo y de todas las edades, pero nuestro público mayoritario es gente de cierta edad. Y esa gente ya lo que le queda son ganas de reírse. Es algo increíble”, destaca.

También es consciente de que se divertirá “un poco menos” cuando falte su tía Inma, sobre todo a la hora de adornar el escaparate de Almacenes Numancia, que seguirá con las puertas abiertas en la calle San Antón. Como siempre.