Los Martínez, casi 100 años de una saga de castañeros
Miguel y Andoni, uno en Merindades y otro en la calle Comedias, mantienen el legado que comenzó su abuelo en 1925
Con buen o mal tiempo, el abuelo de Miguel y Andoni fue castañero durante 37 años en la calle Lindatxikia. Su padre acumuló medio siglo más de profesión. Y Miguel y Andoni continúan con una tradición familiar que en la temporada 2024/2025 alcanzará la cifra redonda de 100 años.
Andoni, comercial en Viscofán, sigue con las castañas “porque es el contrapunto a mi trabajo de todo el año. Lo hago como una herencia y un hobby, no es una motivación económica la que me impulsa a seguir. Veo a mucha gente a la que no veo durante todo el año, y aquí no tengo presupuesto ni objetivos. Si llueve voy a vender menos y si no algo más, pero no pasará absolutamente nada. Me da vidilla estar unas horas en la calle y respirar sin pensar en demasiado”. Debutó con 19 años cuando también se estrenaba la Feria de Navidad en Antoniutti. “El éxito de esa feria fue tan absoluto que empecé a ponerme en otoño en la esquina de Antoniutti, donde los patos de la Taconera, para meterme dentro de la feria en Navidad”. Allí estuvo 20 años, y lleva 10 más en el lugar que ocupó primero su abuelo y su padre después.
"Las castañas son el contrapunto a mi trabajo de todo el año. Lo hago como una herencia y un hobby, no es una motivación económica la que me impulsa a seguir"
En 1990, su hermano Miguel inauguró el puesto de castañas en la Plaza Merindades. No se ha movido. “Empecé por necesidad cuando cerró la empresa en la que trabajaba. Luego lo he compaginado con otros trabajos. Y ahora lo disfruto mucho. Esto me encanta, es una gozada. Que te recuerden con cariño, ver la cara de los niños, de los abuelos, esas chispas en los ojos... es maravilla, maravilla. Tienes sinsabores y aprendes a llevarlos, pero la ilusión que creas es mucho mayor”. Porque, opina, “ Reyes Magos, Olentzero y castañero son las figuras que hacen ilusión al 99% de la población”.
"Esto me encanta, es una gozada. Que te recuerden con cariño, ver la cara de los niños, de los abuelos, esas chispas en los ojos... es maravilla, maravilla"
Y como “30 años dan para mucho”, Miguel está conociendo terceras generaciones de la misma familia. “Todos los años por desgracia se ve que falta gente. Este año me he llevado sorpresas, y de gente joven... Al final nos conocemos todos, sabemos quién vive, quién ha hecho obra, quién se ha separado, quién se juntado... Somos como una familia”, asegura.
Una familia que no tiene ninguna intención de abandonar “mientras pueda y mi mujer me acompañe. Porque una parte muy importante para que yo pueda estar aquí es el trabajo que ha hecho y que hace mi mujer en casa. Ahora los hijos ya son más mayores y es distinta labor, pero cuando eran más pequeños hay que acarrear, ella también trabajaba fuera de casa... Sin ella esto hubiera sido imposible. Porque aquí eres autónomo, eres esclavo, trabajas todos los días...”.
En cuanto a la castaña, él le pone tres condiciones: “Ni muy grande ni muy pequeña, y sobre todo que pele y tenga sabor. Un tamaño intermedio te permite asarla sin tener que quemarla. Porque si es muy grande por fuera se te hace, pero por dentro no. Y si es muy pequeña se te quema”.
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