San Juan. El barrio de Pamplona con el índice más alto de envejecimiento. 19.795 vecinos. 19 personas centenarias, 118 entre 95 y 99 años y 5.338 residentes, el 27% de la población, mayor de 70 años. Todo un desafío al que había que hacer frente.
Las organizaciones vecinales se pusieron manos a la obra y hace justo cinco años nació el Pacto por la Persona Mayor, una iniciativa promovida por el centro de Salud de Donibane que trabaja por el envejecimiento activo y saludable de los residentes mayores del barrio.
“El balance es tremendamente positivo. Nuestro trabajo conjunto se ha convertido en un referente para otros barrios y localidades que desean implementar experiencias similares”, se enorgullecen desde la organización.
En mayo de 2018, diversas instituciones, colectivos y entidades del barrio firmaron el Pacto por la Persona Mayor: el Centro de Salud de Donibane, la agrupación deportiva San Juan, la asociación vecinal San Juan Xar, la asociación de jubilados Oskia, la asociación de comerciantes de Martín Azpilcueta, la DYA, SCDR Anaitasuna y el Ayuntamiento de Pamplona. “Asumir el reto del envejecimiento fue una gran apuesta de todo el barrio. La firma situó a las personas mayores en el centro”, recuerdan los promotores de esta iniciativa.
Durante los primeros meses, se forjó el equipo de voluntarios, se realizó el estudio diagnóstico de necesidades y nació el proyecto del huerto urbano. El pacto fue cogiendo envergadura y a finales de 2019 se unieron otras entidades: las 30 farmacias del barrio, las bibliotecas de Yamaguchi y Civican, el grupo Solera y el colegio de Psicología.
Como colofón, en diciembre de ese mismo año cuando recibieron el premio Tomás Belzunegui, otorgado por la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología. “Fue un espaldarazo a nuestra labor”, apuntan.
El proyecto iba viento en popa a toda vela, pero en marzo de 2020 se desató la pandemia del coronavirus. “Fue la fase más oscura. Si la angustia y el miedo hicieron mella en toda la población, en nuestros mayores el efecto fue devastador”, reconocen.
Después del “primer impacto” del coronavirus, el Pacto por la Persona Mayor reaccionó, se reforzó el voluntariado de la mano de los jóvenes de la Asociación vecinal San Juan Xar y se creó un decálogo de medidas especiales.
Además, se pusieron en marcha actividades como las lecturas telefónicas, los cursos de brecha digital o los itinerarios que minimizaran los riesgos de contacto para personas residentes en la Vaguada con problemas de movilidad.
La pandemia, confiesan los promotores de esta iniciativa, deterioró la calidad de vida de las personas mayores: “Vivían con temor y tristeza. El coronavirus aumentó sus déficits cognitivos y sensoriales –oído y vista– y agudizó los problemas de movilidad. Se pasaron demasiado tiempo sin salir de sus domicilios”, lamentan.
Para intentar paliar estos afectos tan negativos, pusieron en marcha talleres de ejercicio físico orientado a recuperar fuerza, de apoyo emocional, de memoria o el de la brecha digital.
En busca de un local
Con la pandemia aún coleando, al Pacto por la Persona Mayor se le abrieron otros dos frentes: el de la financiación y el de las infraestructuras.
Nos dimos cuenta de que no podíamos seguir funcionando sin un local de referencia, sin un presupuesto y sin una persona que coordinara todas las acciones, que no paraban de crecer. Hasta ese momento, nuestra fuente de financiación había dependido de la voluntad vecinal y el buen hacer de algunas entidades privadas como DYA y SOLERA”, relatan.
Por eso, el Pacto decidió solicitar a los diferentes grupos parlamentarios una partida presupuestaria y obtuvieron una subvención vía enmienda a los presupuestos generales.
Gracias a estas subvenciones, la iniciativa ha alquilado el local de la Cooperativa San Alberto, que se inauguró hace exactamente un año, y ha contratado a una persona a media jornada.
Desde la organización, agradecen a las entidades y asociaciones que “han creído en la labor” del Pacto desde 2018 y a las personas que han apoyado el proyecto económicamente o mediante voluntariado.
