Tomar el relevo generacional de un comercio familiar no siempre es fácil. Así lo explican los hermanos José Joaquín y Mariví Larráyoz Ezpeleta que, después de décadas al mando de la joyería Larráyoz, en pleno Casco Viejo pamplonés, echarán la persiana del negocio el próximo 30 de junio.

Sus padres, Javier Larráyoz y Camino Ezpeleta, abrieron la tienda en 1953. “Yo veía su oficio muy creativo y habilidoso y acabé aprendiendo de ellos”, relata José Joaquín con una mirada nostálgica hacia el pasado. Originalmente, la tienda se ubicaba en el número 34 de la calle San Antón, aunque después decidieron trasladarse al local de en frente, en el número 33. Ahora, tras 70 años de trayectoria, el negocio cierra sus puertas por jubilación, y José Joaquín y Mariví no pueden evitar sentirse un poco tristes, aunque también algo aliviados. “Nos da mucha pena, pero el cuerpo nos pide descansar. No tenemos relevo. Nuestros hijos y sobrinos están centrados en sus estudios y se dedican a otras cosas”, señala Mariví.

El tercer hermano de los Larráyoz, Juan Luis, también se dedica a la venta y reparación de joyas y relojes. Al mando de dos tiendas, una situada en la avenida de Zaragoza 61 y otra en la calle Fuente del Hierro 27, parece que la familia siempre ha sido fiel a su pasado.

Clientes que son amigos

Lo que más agradecen los dos hermanos navarros es la amistad y el cariño de la clientela. “Hemos visto crecer a los clientes y a los hijos de los clientes, y ellos nos han visto crecer a nosotros también. Nos hemos ganado el afecto de muchísimas personas; eso es lo más bonito que nos llevamos del comercio”, destaca Mariví.

Y es que algún que otro cliente leal a la familia Larrayoz se lamenta más que ellos cuando piensa que la acogedora tienda situada en pleno Casco Viejo de Pamplona bajará su persiana. “Algunos se ponen más tristes que nosotros, pero es lo que tenemos que hacer. Lo bueno es que hemos creado un vínculo muy cercano con los clientes y eso siempre te da mucha vida, nosotros estamos muy agradecidos. Pero lo cierto es que ahora lo que nos toca es descansar”, puntualiza. 

En cuanto a la profesión, José Joaquín subraya que la orfebrería es uno de los oficios más antiguos y bellos de la Historia. “Es una profesión muy bonita que se ha ejercido desde siempre. Consiste en transformar en belleza lo que nos da la naturaleza”, expresa.

La tienda, que cuenta también con un taller propio, es para los dos hermanos su “vida entera”. Al tratarse de profesionales que se dedican tanto a la reparación como a la venta de joyas y relojes, “es difícil encontrar a alguien que quiera continuar con el trabajo”, indica Mariví. Ahora, con descuentos de entre el 20% y el 30% pretenden poco a poco despejar las estanterías y vaciar el local para así, llegado el 30 de junio, poder disfrutar de una vida tranquila y bien merecida, aunque ambos reconocen que les va a dar “mucha pena” dejar atrás la joyería, a la que siempre le han dedicado mucho esfuerzo y, sobre todo, mucho corazón.