Un total de 80 niños, niñas, adolescentes y jóvenes con autismo participan estas semanas en la escuela de verano que la Asociación Navarra de Autismo (ANA), en colaboración con el Ayuntamiento de Pamplona, organiza desde el año 2012 en el colegio público José María Huarte. La escuela se ha convertido así, en estos doce años de andadura, en un recurso terapéutico, educativo y social clave para las personas con autismo, ya que les da continuidad y les aporta rutina, tan necesaria para ellos.

La alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, y el concejal de Servicios Sociales, Deporte y Salud, Raúl Armendáriz, han visitado hoy las instalaciones, en compañía de la directora de ANA, Paula Rodríguez, y de la directora de la escuela de verano, Amaya Núñez. En la visita, Ibarrola ha podido conocer de primera mano las actividades y la labor de los 28 profesionales de la asociación y de las cerca de 80 personas voluntarias que colaboran en el desarrollo de las actividades y sin cuya labor la escuela sería inviable, tal y como reconocen desde ANA. 

La escuela de verano, de hecho, está configurada como una propuesta que aporta rutina y un horario estructurado para personas con autismo durante los meses estivales, y cuenta también con ediciones en Navidad y Semana Santa. Este año, la escuela atiende a personas desde los dos hasta los 23 años, que pueden acudir por semanas, con un mínimo de dos semanas seguidas. En función de sus edades y sus características, los participantes se agrupan en aulas de entre 4 y 6 niños, que cuentan con el apoyo de dos profesionales y un voluntario por cada alumno, en función de sus necesidades. 

Atención individualizada

Para cada participante, se fijan unos objetivos concretos y, tras finalizar su paso por la escuela, se elabora un informe exhaustivo sobre lo que se ha trabajado en este tiempo y con qué tipo de apoyos, para poder remitirlo al centro escolar y que puedan valorar sus avances durante el verano. 

En la escuela se trabajan aspectos como la autonomía para vestirse y asearse, las esperas para coger el autobús, además de otras áreas como la comunicación, habilidades pre-académicas, pedagogía terapéutica o habilidades sociales inclusivas. Se trata, tal y como resaltan desde ANA, de abordar todas las necesidades que tiene una persona con autismo. A través de distintas actividades trabajan los tiempos de espera, respetar los turnos, el manejo de la frustración y distintas habilidades. El día se estructura en distintas franjas horarias, desde las 9 hasta las 14 horas, y en ellas se desarrollan actividades de autonomía, juegos estructurados y juego libre, y talleres. Hay actividades en el propio centro escolar, pero otras también se realizan fuera, como piragüismo, por ejemplo.

La labor del personal voluntario es clave en toda la organización de la escuela. ANA se encarga de ofrecerles un curso de formación específico en el mes de junio para afrontar la labor durante las actividades estivales. Aunque el perfil de personas voluntarias es muy variado, sí que existe un gran interés entre alumnado universitario del ámbito social, educativo y psicológico, así como entre docentes ya jubilados, que quieren aportar su granito de arena durante unas semanas en verano. En su visita, la alcaldesa, Cristina Ibarrola, ha querido agradecer su compromiso social, su sensibilidad y su trato para con los niños y niñas con autismo.