Si no tuviera suficientes frentes abiertos en sus tres primeros meses de mandato, la alcaldesa de Pamplona Cristina Ibarrola ha decidido abrir otro más, uno especialmente complicado de ejecutar dados los antecedentes y los informes existentes desde la pasada legislatura.

Se trata de la presa de Santa Engracia en el río Arga, cuya demolición fue ordenada a mediados de 2021 por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) después de haber rechazado la propuesta de reparación presentada por el anterior equipo de Gobierno.

Ibarrola ha decidido ahora subir la apuesta y ha presentado una propuesta que además de la rehabilitación de Santa Engracia incluye otros tres azudes existentes en el cauce del río Arga en el término municipal de Pamplona: Caparroso, Ciganda y Biurdana (ha quedado fuera el de Ilundáin).

Para llevarlo a cabo, el Ayuntamiento de Pamplona propone realizar una modificación pormenorizada del Catálogo del Plan Municipal para incluir estos 4 azudes “con el objetivo de protegerlos de su destrucción y propiciar su conservación, recuperación y rehabilitación”.

La modificación, según informó este miércoles el Ayuntamiento en una nota oficial, cuenta con el visto bueno de la Dirección General de Cultura - Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra y deberá ser aprobada por el Pleno municipal.

Además, se quiere modificar el artículo 39 de la normativa, añadiendo un apartado referente a la conveniencia de actuaciones conjuntas molinos-azudes. Asimismo, se modificaría la ficha correspondiente al molino de Caparroso, que ya figuraba en el Catálogo, para adaptarlo a la realidad tras las obras realizadas en el mismo.

Un expediente iniciado en 2020

Pasados estos trámite, corresponderá a la CHE autorizar los proyectos concretos que se presenten, como ocurrió con la propuesta para reparar la presa de Santa Engracia que planteó Enrique Maya en 2020, que no fructificó.

En junio de 2021, la Confederación emitió un informe para no permitir el proyecto con el argumento de que la eliminación de la presa supone “una importante mejora hidráulica, ecológica, paisajística y ambiental” y que “liberará al río del obstáculo de las corrientes, recuperando lo máximo posible su continuidad longitudinal, y permitiendo el paso de peces y el transporte de sedimentos”.

Además, le dio un plazo para presentar un proyecto de demolición.

En los mismos términos se posicionó la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno foral, que ya ha emitido dos informes contrarios a la restauración de esta presa.

Los técnicos entienden que la presa “limita el transporte de sedimentos, la migración de las especies, provoca embalsamientos, la fragmentación del Arga y limitaciones a una dinámica más natural del río” y recuerdan la normativa vigente (la directiva Marco del Agua y la directiva Hábitats) para oponerse al proyecto.

El Ayuntamiento, contra la resolución de la CHE

El Ayuntamiento no aceptó la resolución de la CHE que le ordenaba la demolición de la presa y presentó un recurso de reposición, que fue desestimado.

Posteriormente, la resolución de la CHE también fue recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Navarra. Finalmente, el Ayuntamiento renunció a continuar con el proceso y aceptó los criterios de la CHE, quien atendiendo al valor histórico de la presa y dado que se encuentra en tramo urbano, dejó una puerta abierta a la posible permanencia de los restos originales del azud, aunque con condiciones muy concretas y “siempre que no sea obstáculo para el paso de peces ni al régimen de corrientes”.

Fue entonces cuando Maya presentó un segundo proyecto, que proponía reconstruir el azud de Santa Engracia con los mismos materiales y el sistema constructivo empleado en sus orígenes, así como eliminar el pretil de hormigón que tiene, lo que supondría una reducción de la cota actual entre 20 y 25 centímetros menos.

El proyecto municipal incluía la reposición de la piedra y la estructura de madera, la limpieza del hormigón que recubre varias zonas del azud y la reconstrucción de sillares y vigas de la compuerta de desagüe.

Además, se iba a instalar una escala de peces para “evitar el impacto que supone para la fauna piscícola del río la presencia de un obstáculo de unos 2 metros de altura (la diferencia la lámina de agua inferior y la coronación)”.

El proyecto está pendiente de resolución, aunque el Gobierno de Navarra ya emitió un informe, a instancia de la CHE, oponiéndose ya que “no difiere demasiado del primero” ni “supone una variación significativa en lo referente a los impactos que esta infraestructura genera en el cauce y expuestos en el informe emitido por el Servicio de Biodiversidad”.

La propuesta que ahora ha planteado Ibarrola reconoce que las actividades para las que fueron construidos las presas han desaparecido, pero apela al valor histórico y a las actividades lúdicas que generan, como sucede con el Club Náutico, para su mantenimiento.

Rotura en 2017

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La presa de Santa Engracia tiene 2 metros de altura y crea un desnivel utilizado desde el siglo XIII para un molino harinero que posteriormente serviría al alumbrado eléctrico de Pamplona y finalmente a la empresa Industrias del Caucho.

En noviembre de 2017, tras un proceso de deterioro progresivo por falta de mantenimiento, el azud sufrió una rotura que provocó el vaciado de su zona de embalse.