En la década de los 60, el abuelo de Yolanda Medina llevaba a los pueblos de la Comarca de Pamplona alimentos que amontonaba en un carro tirado por burros.

En esa época, aún estaba de moda el trueque, así que la gente pagaba al abuelo de Yolanda con huevos que revendía en Pamplona.

“Con ese dinerico, mi abuela Julia alquiló un puesto en el mercado y en 1962 inauguró la huevería”, relata Yolanda.

Hace dos años, Yolanda comenzó a ayudar en la huevería y este 1 de marzo se convirtió en propietaria. “Mi tía Raquel se jubiló. Yo había regentado una tienda de fotografía y tenía experiencia en el mundo del pequeño comercio, así que me lancé a la piscina porque no quería que desapareciera el negocio familiar. La abuela estaría orgullosa”, confiesa.

Yolanda, tercera generación, reconoce que esta primera semana al frente le ha dado “un poco de cosilla”, aunque le tranquiliza que la huevería sea “un negocio rodado con 62 años de historia, no empiezo de cero”.

Además, se ha traído a su hermana Pili para aplacar los nervios iniciales. “Le convencí muy fácil porque le gusta estar de cara al público y atender a la clientela”, comenta.

“Me lo propuso y acepté encantada porque justo había terminado en otro trabajo”, corrobora Pili. Las dos hermanas ofrecen a la clientela huevos –frescos, ecológicos y de cría libre–, precocinados –ajoarriero, pimientos rellenos o paella– y una amplia variedad de fritos.