La cifra es casualidad. 36 cuadros recuerdan lo que sucedió del 36 en adelante, la represión franquista en Navarra. “Quería contar los sufrimientos de las víctimas y ridiculizar a sus asesinos”, resume el autor José Ramón Urtasun sobre una obra cuyo germen se remonta más de una década en el tiempo, con el Autobús de la Memoria, y se ha exhibido en lugares como el Parlamento de Navarra o la Universidad de La Habana. “Habla de la verdad, la justicia y la reparación. Son las cosas que se cuentan sin trampa ni cartón. Y eso a mucha gente le jode”, dice.

José Ramón Urtasun  con el cuadro de Josefina Campos besando la calavera de su marido.

José Ramón Urtasun con el cuadro de Josefina Campos besando la calavera de su marido. Javier Bergasa

Este viernes a la muestra le han crecido patas, metáfora de unos cuadros “que están vivos porque siguen igual de vigentes”. 26 de las obras de Navarra-1936-Nafarroa han paseado en manos de la plataforma de Asociaciones memorialistas por el derribo de los Caídos. Una Muestra procesionada del Dolor Irreparable para reivindicar que el edificio levantado en honor a los golpistas sea demolido. Ha presidido la exposición la pancarta Derribo ya-Eraitsi Orain.

Frente al monumento han desfilado, con su correspondiente explicación, Mola, Conde Rodezno y Franco, “los golpistas y asesinos preparándose para el golpe de Estado”; La Junta de Guerra Carlista, “la estructura mejor montada por todo el territorio navarro, con Falange y Guardia Civil, apoyados por la Iglesia. Los mayores responsables de tantos asesinatos”.

La vuelta de los crucifijos a las escuelas, “y después de matar, a misa y a comulgar”; la destrucción del mausoleo de Basilio Lacort, cuando “nada les costó asaltar mausoleos, hacer risotadas y hasta mearse en sus tumbas”; los campos de concentración; un penal de Ezkaba que contó con “más de 7.00 prisioneros, 200 asesinados en la fuga y 450 en el mismo penal”; los más de 200 fusilamientos en la Vuelta del Castillo, con “personas que acudían incluso a ver el espectáculo”.

Los nazis que se paseaban por la Plaza del Castillo “mientras mandaban bombardear poblaciones en el frente del norte”; los esclavos del franquismo en el ferrocarril de Castejón o la carretera de Vidángoz, “muchos morían, otros fueron asesinados”.

Perfomance de la plataforma de asociaciones memorialistas por el derribo de los Caídos

Perfomance de la plataforma de asociaciones memorialistas por el derribo de los Caídos Mikel Bernués

Las fosas comunes, víctimas enterradas “en campos, en cunetas, en barrancos. Más de 3.700 asesinados en Navarra”; mujeres rapadas y paseadas, “si esto les hacían en público, ¿qué no les hacían en sus cuarteles?”.

Maravillas Lamberto, violada y asesinada con 14 años recién cumplidos por preguntar “¿por qué?” cuando se llevaban a su padre; el párroco de Cáseda, al que degolló “tal vez gente a la que él había bautizado, comulgado y casado”; Pilar, obligada a comulgar después de que asesinaran a su padre.

Josefina Campos recuperando los restos de su marido en Peralta. “A más de 1.000 personas nunca las encontrarán. Nunca sabrán qué les pasó. Ellos aquí sí, a celebrarlo”; y la última cena: “celebrando la sangre derramada. Siempre presente la Iglesia Católica, el Carlismo, la Falange, el Ejército. Presentes, muy presentes sus símbolos. Como este que tenemos aquí detrás. Tenemos que conseguir entre todos derribarlo”, ha finalizado el recorrido por los cuadros.

“Dinamizar el debate”

“Queríamos mostrar la represión que simboliza este edificio a través de los cuadros de José Ramón Urtasun, y estamos las 26 asociaciones que nos hemos adherido al manifiesto. Creemos que este edificio lo único que hace es perpetuar la memoria del victimario y olvidar la memoria de las víctimas, aquellas a las que representamos y por las cuales se debería eliminar este edificio”, ha explicado Amaia Lerga (Affna-36).

La de este viernes ha sido la primera de las actividades culturales –el 18 de abril han preparado un acto teatralizado en la Plaza del Ayuntamiento a las 20.00 horas– con los que quieren “sensibilizar y dinamizar el debate en torno a los Caídos. Un debate que en 2024 no debería estar presente. Pero si hay que estar, estaremos, participando en cualquier proceso que se abra con el único fin de la verdad, justicia y reparación. Siempre creemos en el diálogo. Desde el respeto y la convivencia, nuestras banderas. Y hablar de este edificio y pedir su derribo también es un acto de pacifismo”, ha finalizado. 

Luisa Catalán sostiene el cuadro en el que su madre Pilar es obligada a comulgar tras el asesinato del abuelo de Luisa. Javier Bergasa

Entre las personas que han participado este viernes en la muestra procesionada ha figurado Luisa Catalán. Sujetaba el cuadro que retrata a su madre, Pilar, recibiendo la comunión tras el asesinato del abuelo de Luisa, Antero García. A su madre “le cortaron el pelo y la pasearon por el pueblo. En este caso no les dieron aceite de ricino, pero sí les obligaron, como refleja el cuadro, a comulgar con la Guardia Civil. Y luego toda la vida de sacrificio, de represión y violación de los derechos humanos por haber sido mujer de un rojo”, ha reconocido emocionada. 

A su abuelo lo asesinaron el 4 de diciembre de 1936 y le enterraron en el bosque de Sengáriz. “Y toda la vida luchando para encontrar sus huesos. Se supo dónde estaban porque un agricultor decía que en esa zona el trigo crecía mucho mejor y más verde”.

Su familia fue de las primeras en encontrar los restos, a comienzos de los 80, pagándose de su bolsillo la exhumación. No es de extrañar que para Luisa el monumento sea “un mamotreto. Se ha hecho para reivindicar la gloria de los golpistas. En Navarra no hubo un frente de guerra y mataron y asesinaron. Si lo quitan, por mí mejor”.