En 2018, el lodosano Daniel Laparra se montó un taller de lutheria en casa de su abuela. Por allí empezaron a pasar músicos del conservatorio, charangas, La Pamplonesa o la Orquesta Sinfónica de Navarra: “Comencé en una habitación de 20 metros cuadrados que se llenó de instrumentos. Mi abuela me dejó más espacio, pero los encargos seguían llegando y no tenía más sitio”, recuerda Daniel.

El txoko se quedó pequeño, ya no era “el lugar idóneo” para trabajar y, como gran parte de sus clientes procedían de Iruña, dio el salto a la capital.

“Es más fácil que un vecino de Lodosa suba a Pamplona a arreglar su instrumento que a la inversa. Las personas que vivimos en los pueblo estamos acostumbradas a coger el coche para casi todo”, indica Daniel, que ayer inauguró ReSaLa, su taller de lutheria para instrumentos de viento madera y metal, con un concierto de jazz a cargo de Óscar Garrido –trompeta– y Luis Giménez –guitarra–. “Es un oficio especializado al que se dedica muy poca gente. Así que estoy ilusionado y con muchas ganas”, asegura. 

El taller de lutheria se ubica en la calle Benjamín de Tudela junto al Conservatorio Superior de Música, tiene 120 metros cuadrados –seis veces más grande que el txoko de Lodosa– y Daniel se encarga del mantenimiento y la revisión de los instrumentos de viento madera y metal.

Es como llevar el coche al taller. Cada cierto tiempo, hay que revisar el estado de salud del instrumento. Si no, no suenan perfecto”, explica. Daniel también repara averías y abolladuras. “Muchísimas bandas de música y charangas tocan en fiestas y siempre se producen pequeños accidentes por golpes o empujones que desajustan piezas”, indica.

O estudiantes de escuelas de música o del conservatorio que traen su instrumento porque han detectado un problema de sonido. “Lo desmonto e intento encontrar dónde se halla el error”, señala. 

Además, en esta nueva etapa, Daniel va un paso más allá y apuesta por la personalización de los instrumentos. “Los hago a medida, como un traje. Con pequeñas modificaciones, se pueden adaptar a cada músico y a cada forma de tocar”, afirma.

Este tipo de servicio, detalla, están dirigidos a personas que se dedican profesionalmente a la música. “Son inversiones grandes. O vives de ello o eres demasiado caprichoso”, bromea.

En la actualidad, Daniel trabaja solo en el taller, pero, a corto plazo, espera contratar a su amigo Abraham Saveedra, profesor de lutheria en Venezuela durante dos décadas. 

Daniel Laparra, en la inauguración de su taller de luthier para instrumentos de viento madera y metal. Patxi Cascante

Tubista en Asturias

Antes de convertirse en luthier, Daniel trabajaba en una empresa de La Rioja que fabricaba perfiles de goma para las puertas de los coches. “Realizaba los moldes artesanalmente”, recuerda.

En su tiempo libre –sí, han leído bien, en su tiempo libre– se cogía el coche e iba hasta Asturias, donde recibía clases de tuba. “En ese momento, las dos mejores escuelas de tuba estaban allí, buscaba el máximo nivel, la excelencia”, comenta.

Sin embargo, Daniel, como curraba entre semana, no dedicaba a la tuba las horas que exige el mundo de la música profesional y su profesor, David Muñoz, uno de los mejores tubistas del Estado, le recomendó que abandonara el instrumento de viento metal y probara suerte con la lutheria.

Había estudiado una FP de mecanizado, así que sabía pulir, soldar y utilizar el torno. También estaba muy acostumbrado al trabajo manual y a las herramientas”, relata.

Daniel no se lo pensó dos veces, compró los utensilios necesarios –herramientas para quitar abolladuras, una máquina de limpieza ultrasonido, un torno o una fresadora– y fundó el taller en casa de su abuela.

Desde entonces, compaginó el trabajo en Lodosa –ha reparado los dos timbales del Ayuntamiento de Pamplona– con viajes por medio mundo para seguir formándose en el oficio de luthier.

Alicante, Suiza –seminario sobre saxofones–, Brasil –curso sobre flautas y clarinetes–, Uganda –enseñó a los profesores de música de allí a realizar pequeños mantenimientos en instrumentos de viento madera y metal–, Costa Rica – acudió a un taller sobre instrumentos de viento metal y construyó los dos nuevos clarines y trompas naturales del Ayuntamiento de Pamplona – y Venezuela. “Su centro académico de lutheria tiene muchísima fama”, destaca.

En verano viajará a Canadá para visitar el Toronto AH wood wind repair, especialista en clarinete y oboe. “La formación debe ser continua”, finaliza Daniel.