El Pasadizo de la Jacoba, uno de los lugares más curiosos de la ciudad, vuelve a pasar otra vez por horas bajas. Las humedades, la caída de escayola del techo y de las paredes han vuelto otra vez al pasaje centenario, lo que ha llamado la atención de los paseantes tras las fiestas de San Fermín. La reclamación se centra en que el estado de deterioro de la cubierta del pasadizo, principalmente, ha provocado que se esté viniendo abajo, con el riesgo que ello conlleva, y piden al Ayuntamiento, encargado de la gestión del suelo y las escaleras, que intervenga con las comunidades de vecinos propietarias. Parecido ocurre con una de las paredes, donde se está desconchando la pintura que la protege. 

El Pasadizo de la Jacoba es un espacio de titularidad privada (pertenece a las comunidades de vecinos donde se ubica) pero de uso público, que une dos calles, concretamente la Plaza del Castillo (a la altura del portal 43), con la calle Zapatería (portales 17 y 18), y quizá esta situación a cubierto le han convertido durante años en foco de suciedad y orines. Durante los últimos años, el Ayuntamiento de Pamplona, así como la comunidad de propietarios del portal 19, han realizado obras diversas, pero las peculiaridades del espacio suelen acabar por generar desperfectos reiteradamente, casi siempre por humedades. 

Koldo Balda, vecino del portal que da a Pozoblanco, ha constatado el estado ruinoso del pasadizo. “Ha sido después de Sanfermines cuando nos hemos dado cuenta de cómo estaba la pared”, explica, pero “días después, seguía todo igual, ni se habían barrido los cascotes”. Las imágenes que acompañan esta información son de hace apenas unos días y se ven con claridad los desperfectos, que ya este lunes han sido barridos. “En Sanfermines -según añade- el pasadizo ha estado abierto, pero era un auténtico meadero”. 

La pared que linda con la Plaza del Castillo sufre las humedades de las bajantes del edificio. Redacción DNN

“Es una zona de muchísimo paso y muy frecuentada por la gente, por lo que el Ayuntamiento debería hacer algo”, opina. Por la suciedad y por el riesgo: “Del techo hace tiempo que quitaron las placas (en la imagen central se ve el estado), pero la pared si que se encuentra totalmente abombada y me extraña que nadie haya reparado en ello, cuando lleva mucho tiempo y se está cayendo a trozos”. Koldo Balda reconoce que éste no es el peor momento que ha vivido el Pasadizo de la Jacoba, porque antes más sí que era un lugar abandonado. “Sí que lo pusieron a punto. Colocaron luces, el techo y arreglaron las humedades y reformaron totalmente la vidriera del escudo, pero vuelve a estar fatal otra vez”. 

El Ayuntamiento está analizando el problema

Desde la dirección del área de Conservación Urbana confirman que el Ayuntamiento de Pamplona “es consciente de la problemática”, que deviene de las particularidades del inmueble. “Por parte del Servicio de Mantenimiento de Edificios se ha estado realizando el análisis del motivo de las infiltraciones e informando a los afectados”, explican. Los causantes de los daños “en los paramentos” son dos. Por un lado, “la cubierta ligera sobre la vidriera tiene problemas de estanqueidad en las juntas con las paredes del patio de luces que conforman las comunidades de vecinos de Plaza del Castillo y Zapatería” y, “pese a que las copropiedades ejecutaron mejoras sustanciales hace 10 años, se ha detectado que necesitan realizar mejoras para evitar la filtración de agua con lluvias tormentosas”. En este sentido, añade que “es un tema de responsabilidad de los vecinos y se está trabajando con alguna administradora de fincas y el presidente de la comunidad”.

Asimismo, Conservación Urbana detalla que “la bajante de fecales de una de las comunidades, que ha generado la mayor parte del desperfecto, estaba deteriorada pero ha sido reparada recientemente”. Según añade, “este miércoles pasado el Servicio de Mantenimiento constató que en el paramento deteriorado no se encuentra indicios de humedad; no obstante lo revisaremos de nuevo en septiembre”. 

Interior del pasadizo de la Jacoba, que conecta Zapatería con la Plaza del Castillo. Iñaki Porto

Reunión con los vecinos

Para abordar las soluciones Conservación Urbana, a través del Servicio de Mantenimiento, ha mantenido “reuniones y comunicaciones con representantes de vecinos y el gestor del local de hostelería desde septiembre del año pasado”. Asimismo, “el 29 de mayo”, la dirección municipal se reunió “con el Presidente de la Comunidad Plaza del Castillo 43 y la arquitecta que ha dirigido la solución de la sustitución y reparación de la bajante embebida en el muro que daba al pasadizo”. En la misma, se analizó “la posibilidad de realizar otras actuaciones”, pero que “requieren de coordinación con los servicios municipales ya que se debe actuar en las escaleras del pasadizo”.

A tenor de las mismas se ha acordado “esperar hasta el mes de septiembre para analizar el grado de mejora de las humedades de la pared afectada por la bajante, y decidir sobre la necesidad de realizar las mejoras en hasta pie de bajante antes mencionadas”.

Intervenir tras el verano

Respecto a si existe ya una fecha prevista para actuar, Conservación Urbana avanza que “las intervenciones necesarias para acometer la reparaciones definitivas en el pasadizo requieren de la colaboración de todos los agentes implicados” y añade: “Visto el interés general y especial que concita este pasadizo, el Ayuntamiento asumirá la reparación de paredes y techo de yeso, siempre y cuando la cubierta sobre la vidriería, cuyo mantenimiento y reparación recae en los vecinos, se ejecute para asegurar la estanqueidad. Esta condición ha sido comunicada por el Jefe de Mantenimiento de Edificios en múltiples ocasiones a las comunidades a las que ha podido acceder”.

A tenor de esta situación, “en septiembre, cuando se confirme que las actuaciones han sido realizadas, y se verifique que funcionan correctamente, el Ayuntamiento podría iniciar las reparaciones pertinentes”.

Los orines, un problema añadido

Junto a los desperfectos, las características del pasadizo (oscuro y fuera la vía pública) lo convierten en un blanco perfecto para los meones de turno. Lo sabe bien Iñigo Cochero Ataun, propietario del bar Pasaje de la Jacoba, que acaba de cumplir 10 años en este enclave. Su establecimiento, que desde su apertura en 2014 ha contribuido a revitalizar este lugar, sufre los olores, suciedades y demás contratiempos del uso incívico que se hace del pasadizo.

El techo del pasadizo (en la imagen junto a la vidriera de 1943) se encuentra en un lamentable estado. Iñaki Porto

“Los domingos por la mañana son insoportables. El hedor no se puede aguantar”, explica. Iñigo Cochero puso en marcha en su día el bar con mucha ilusión, pero años después está desanimado. “A nosotros se nos lleva abandonando toda la vida. Y los fines de semana y en fiestas, mucho más. Para que nos limpien el pasadizo en Sanfermines tenemos que llamar por teléfono o presentar quejas”. Ya hace dos años, en el mandato de UPN, “llegamos a colgar un vídeo en las redes sociales cepillando los pises”, porque “durante 5 días seguidos no habían pasado por aquí. ¿Y cuál fue su respuesta? Que el pasadizo no estaba en la ruta, en el plan de limpieza”. 

Además, añade que por el hecho de tener un local de hostelería se les hace responsables de la suciedad: “Nosotros limpiamos todo lo largo del pasaje, pero la historia es que, cuando está la puerta del pasadizo cerrada, los pises de los que mean desde la Plaza del Castillo van bajando por las escaleras como un río. Y hay que recordar que aquí viven dos comunidades de vecinos”. ¿Qué ocurre en Sanfermines? El pasadizo tiene que estar cerrado (de 22.00 a 7.00) pero “eso es muy difícil porque aquí hay portales con vecinos y las puertas del pasadizo no tienen un cierre preciso”. Y añade: “A mí me beneficia que esté abierto, porque la gente no se mea tanto”, ya que, cuando la puerta está cerrada, “a la gente le da igual a plena luz del día mear desde la plaza” y añade: “La limpieza deja mucho que desear y nosotros no tenemos los medios para neutralizar los orines como tienen los profesionales”, precisa Cochero.

Apelar al civismo

Desde el área de Conservación Urbana informan de que “este año hemos recibido 5 avisos por quejas de suciedad y orines”. Los pises “se generan tanto en la parte superior desde la Plaza del Castillo como en el interior del pasadizo”, de tal manera que “para paliar los efectos de suciedad y falta de salubridad, el Servicio de Limpieza realiza una serie de actuaciones”, como “un barrido diario, de lunes a domingo, baldeos mecánicos con desodorización los viernes, sábado y domingos en el acceso desde la Plaza del Castillo” y “limpieza semanal con hidrolimpiadora en el interior”. 

Añaden que, “hay que remarcar que el pasadizo tiene un uso intensivo, no solo por parte de usuarios que transitan por él, sino también por los clientes del local que, a través de un cierre permeable al pasadizo, es usado como zona de esparcimiento del local”. Por eso se apela al “civismo de las personas usuarias de los locales cercanos e interior del pasadizo, pero también impedir el acceso fuera de horario de apertura del pasaje, que no se siempre se cumple”. 

De forma complementaria, en la parte superior del pasadizo -el pavimento justo después del cierre- “se está estudiando la posibilidad de crear un sumidero que facilite la limpieza”, apostillan.

La historia: desde 1891

Originariamente, en 1891, el Ayuntamiento adquirió todo el solar de la calle Zapatería, 19 y aprobó el derribo del edificio que había entonces para habilitar un pasaje público que uniera la entonces denominada Plaza de la Constitución con la calle Zapatería. Posteriormente el Consistorio vendió a Jacoba San Miguel y Murillo parte del solar para que se elevara en 1892 el actual edificio de Florencio Ansoleaga. También se le vendió una franja del terreno junto a la escalinata del pasaje, propiedad privada que se ha mantenido hasta la fecha.